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Obesidad y educación escolar

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M. Carmen Vidal y Abel Mariné, Catedráticos de Nutrición y Bromatología, Facultad de Farmacia de la Universitat de Barcelona
Noticias recientes dan cuenta de que el 13,9 % de la población comprendida entre los 2 y los 24 años de edad es obesa y el 26,3 % tiene sobrepeso. Son datos más que preocupantes. Si la obesidad de los adultos es ya un problema sanitario y social, el reciente aumento que se está registrando entre la infancia y la juventud añade un motivo adicional de preocupación, porque la obesidad en estas etapas de la vida determina un aumento del riesgo de patologías más propias de edades más avanzadas como la diabetes tipo 2, los trastornos cardiovasculares (colesterol) y la hipertensión, que ya están apareciendo "prematuramente” en la población. La trascendencia de este problema es tal que recientemente se ha llegado a afirmar, en los Estados Unidos, que por primera vez en la historia la actual generación de niños y jóvenes probablemente tendrá una esperanza de vida menor que sus padres.

Las causas de la obesidad son múltiples y complejas. Intervienen factores genéticos, sobre los que no es fácil incidir, pero también estilos de vida, alimentación y actividad física, sobre los que sí se puede actuar. El tema es delicado ya que ciertas medidas pueden condicionar la libertad personal y comer debe ser un acto de libertad.

Ante esta situación el Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, ha planteado la estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Física, Prevención de la Obesidad y Salud), por la que se promueven una serie de acciones para, como ha propuesto la OMS, "evitar que el niño obeso se convierta en adulto obeso”. En esta estrategia para sensibilizar e informar a la población del impacto positivo que para su salud tiene una alimentación equilibrada y la práctica regular de la actividad física, participan las Comunidades Autónomas y se cuenta, además, con el apoyo de organismos profesionales de médicos, farmacéuticos, dietistas y enfermería.

Los objetivos son:
- Promover la educación nutricional en el medio familiar, escolar y comunitario.
- Estimular la práctica de actividad física regular especialmente en los escolares.
- Propiciar acuerdos de colaboración con las empresas alimentarias para promover la optimización de la calidad nutricional de sus productos alimenticios destacando el concepto sanitario de dieta equilibrada.
- Sensibilizar a los profesionales de la salud para la detección sistemática de la obesidad o sobrepeso en la población.
- Realizar un seguimiento y evaluación de las medidas propuestas a través del "Observatorio de la Obesidad”, ente que deberá detectar, cuantificar y analizar resultados y prioridades.

En este sentido, ya se han dado los primeros pasos estableciendo un código de autorregulación en virtud del cual las empresas alimentarias deberán cuidar la publicidad de alimentos dirigida a la población menor de edad. Entre las medidas que se contemplan se incluyen, por ejemplo, prescindir de personajes populares reales o de ficción próximos a los niños para anunciar productos de los que no se debe abusar y no hacer tele-promociones de los mismos en programas dirigidos a los menores de 12 años, evitar imágenes de conductas poco saludables, no presentar un producto como substitutivo de una comida principal, etc. Hasta el momento se han adherido voluntariamente 33 de las grandes empresas alimentarias del mercado español, que representan más del 70% de la inversión publicitaria del sector.

Asimismo se insta a las industrias alimentarias a optimizar la calidad nutricional de alimentos y bebidas, disminuyendo su contenido en calorías, grasa (especialmente la saturada), azúcares y en algunos casos, además, reducir el peso de las raciones. Pero no sólo se han tomado iniciativas de este tipo en España, sino que citemos, por ejemplo, que recientemente la ministra de Educación del Reino Unido ha anunciado que prohibirá la venta de caramelos, chocolatinas y bebidas gaseosas en las cantinas y máquinas expendedoras de las escuelas y que se deberán eliminar las hamburguesas y salchichas de los menús escolares. Pese a que el objetivo es bueno, surge la duda de si este tipo de decisiones conllevan el riesgo de promover el concepto de "alimentos buenos” y alimentos malos”, lo cual es falso. No hay alimentos buenos y malos sino maneras correctas o erróneas de combinarlos. Una buena hamburguesa es una forma de tomar carne pero abusar de ellas es practicar una dieta desequilibrada y perjudicial. Del mismo modo el chocolate proporciona a los que les gusta placer, energía y unas grasas que no afectan negativamente al colesterol. Eso sí, aporta bastantes calorías, por lo tanto hay que hacer del mismo un consumo moderado. No se debería llegar al extremo de asociar el hecho de comer con un acto de sacrificio; al revés, las medidas a tomar serán seguramente más eficaces si no se olvida que la alimentación tiene y debe tener también unas connotaciones placenteras.

Una intervención obvia es la educativa, y en este sentido la estrategia NAOS promueve también la educación alimentaria escolar y normativas respecto a requisitos y control de los comedores escolares. En esta línea hay que señalar que no se parte de cero, pues muchas escuelas e institutos ya llevan tiempo haciendo educación alimentaria, tanto dentro de los contenidos de lo que podemos llamar ciencias naturales, como en forma de actividades específicas. Por otro lado, habrá que tener muy en cuenta que al contribuir a controlar y disminuir la obesidad no se dé pie a que se generen obsesiones excesivas frente a lo que no es obesidad y, muchas veces ni siquiera sobrepeso, y que por preocupaciones estéticas erróneas se fomenten conducta anoréxicas.

Por otro lado, la escuela y los maestros no lo pueden hacer todo. No debemos caer en la tentación, hoy por desgracia frecuente, de pasar la responsabilidad a la escuela. La familia tiene más responsabilidad. Por esta razón la estrategia NAOS contempla acciones en el ámbito familiar y comunitario: formación y divulgación de recomendaciones nutricionales y de planes de actividad física. Es obvio que el comedor escolar puede ser una herramienta importante para contribuir a formar nutricionalmente y también gastronómicamente a los alumnos, pero todas las actividades escolares de poco o nada servirán si luego en la familia no se dedica a la comida la atención debida. Como se indica en la Guía "La alimentación saludable en la etapa escolar” editada por la Generalitat de Catalunya: "El primer aprendizaje alimentario y el más importante se produce en el núcleo familiar; así el comedor escolar deviene un espacio privilegiado para llevar a cabo la educación alimentaria en coordinación con la familia”. Comer una cantidad importante de verduras, frutas y hortalizas, por ejemplo, es esencial para una buena alimentación, pero para que la población infantil y juvenil lo asuma debe ver que sus padres, familiares y maestros predican con el ejemplo.

La educación alimentaria es una tarea en la que intervienen distintos agentes: administraciones públicas, productores de alimentos, asociaciones de consumidores y profesionales sanitarios y docentes. Todos pueden contribuir, en la medida de sus posibilidades y en los ámbitos que les correspondan, a una sociedad más sana y mejor alimentada.
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