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Las prácticas profesionales en pedagogía: entre la experiencia formativa y los vacíos institucionales

Artículo de opinión

  • 06/05/2025
  • Tiempo de lectura 7 mins

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María Rosa Mendoza. Coordinadora de las licenciaturas de nivelación pedagógica en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad 145, Zapopan, México

Las prácticas profesionales en la Licenciatura en Pedagogía son esenciales para integrar teoría y experiencia en contextos reales, fortaleciendo la identidad profesional del estudiante. Aunque presentan desafíos como la falta de articulación institucional y la carga académica, son clave para desarrollar habilidades como la planificación didáctica y la toma de decisiones.


En la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad 145, de Zapopan, México, se implementa un modelo estructurado con acompañamiento docente y vinculación institucional. Se subraya la necesidad de políticas públicas que garanticen equidad y condiciones formativas adecuadas, especialmente para estudiantes en situación de vulnerabilidad.
 

Beneficios de las prácticas universitarias

La realización de prácticas profesionales en la Licenciatura en Pedagogía constituye un componente esencial dentro del proceso formativo del estudiante, ya que permite integrar los conocimientos teóricos adquiridos en el aula con la realidad del campo educativo. Estas prácticas generan un beneficio de doble vía: por un lado, enriquecen a las instituciones receptoras mediante la colaboración activa del practicante; por otro, ofrecen al estudiante una experiencia formativa invaluable que fortalece su desarrollo profesional.
 
A lo largo de este proceso, el estudiante adquiere habilidades fundamentales para su desempeño laboral, tales como la gestión de documentos formales, la preparación y entrega de oficios, la realización de entrevistas con los responsables institucionales y la comunicación clara y asertiva de los objetivos de su intervención. Estas experiencias no solo enriquecen su perfil profesional, sino que también representan un primer acercamiento a los procesos de inserción laboral.

En este sentido, las prácticas funcionan como una etapa de entrenamiento previa que prepara al futuro pedagogo para enfrentar entrevistas de trabajo, integrarse a equipos profesionales y adaptarse a entornos institucionales diversos.

El documento Lineamientos para el fortalecimiento y desarrollo de las prácticas escolares y profesionales de la Licenciatura en Pedagogía (Plan 1990), emitido por la Universidad Pedagógica Nacional, establece los criterios fundamentales para regular y fortalecer estas actividades. Aunque el plan de estudios vigente no contempla un espacio curricular específico destinado exclusivamente a las prácticas, se reconoce ampliamente su importancia en la formación integral del alumnado. En este marco, se distingue entre las prácticas escolares —generalmente vinculadas a asignaturas específicas y de corta duración— y las prácticas profesionales, que se desarrollan en contextos externos, con una duración más prolongada y una implicación formativa mucho mayor.
 
Las prácticas profesionales brindan al estudiante la oportunidad de aplicar de manera directa los conocimientos, habilidades y actitudes adquiridos a lo largo de su formación. Estas suelen iniciarse a partir del semestre, o bien cuando el estudiante ha cumplido con al menos el 75% de los créditos del programa académico. Bajo la supervisión de un profesor universitario, el estudiante debe diseñar y ejecutar un plan de trabajo en una institución receptora, asumiendo un rol activo dentro de la misma. Este acompañamiento docente es clave, ya que permite orientar y evaluar el proceso de manera formativa.

Dichas prácticas se llevan a cabo durante los semestres séptimo y octavo, en el marco de la tercera fase del plan de estudios, específicamente en los campos de formación y trabajo profesional. Además de su dimensión operativa, estas experiencias se articulan con asignaturas paralelas, generando así una integración teórico-práctica que favorece el aprendizaje significativo. Es importante destacar que estas prácticas deben realizarse conforme a convenios interinstitucionales formales, lo cual asegura el cumplimiento de los compromisos pedagógicos y administrativos establecidos.
 
Desde una perspectiva más amplia, las prácticas profesionales representan una oportunidad estratégica para consolidar una identidad profesional sólida y coherente. Este potencial formativo se maximiza cuando el estudiante cuenta con un acompañamiento disciplinario constante, lo cual permite contextualizar los aprendizajes teóricos dentro de los marcos sociales y culturales de la práctica. Al enfrentarse a situaciones reales, los estudiantes desarrollan competencias esenciales como la planificación didáctica, la comunicación efectiva, la empatía y la gestión del aula (Imbernón, 2017). Asimismo, estas experiencias propician el tránsito del ámbito académico al mundo laboral y facilitan la construcción de redes de contacto profesional, que resultan clave para la futura inserción laboral.
 
Otro aspecto relevante es el proceso de autoconocimiento profesional que se genera durante la práctica. El estudiante puede reafirmar o replantear su vocación, reconocer sus fortalezas y debilidades, y construir una identidad docente reflexiva, ética y comprometida (Feito & López, 2013). Además, la práctica permite analizar críticamente el sistema educativo desde dentro, observar las políticas públicas en acción, evaluar las metodologías utilizadas y comprender las condiciones reales del trabajo en el aula.
 
Asimismo, estas prácticas se encuentran estrechamente relacionadas con el servicio social, lo que permite al estudiante establecer un vínculo directo con su futuro campo de trabajo. Esta integración no solo fortalece su preparación profesional, sino que también lo sensibiliza ante los desafíos sociales y educativos que enfrentará como pedagogo, consolidando así una formación integral, contextualizada y orientada al compromiso con la transformación educativa.
 

Desafíos de las prácticas profesionales

En el Plan de Estudios de Pedagogía (1990), las prácticas profesionales no están contempladas en un espacio curricular específico, aunque sí se realizan. Para integrarlas al proceso formativo, se han articulado con la materia Seminario Taller de Concentración, lo que permite relacionarlas con el desarrollo curricular de la licenciatura y con la dinámica del trabajo docente. No obstante, esta organización ha limitado una atención integral al proceso de formación, ya que implica que los estudiantes se ausenten de la universidad, afectando su avance en otras asignaturas.
 
A pesar de los beneficios que ofrecen, las prácticas enfrentan diversos desafíos. Uno de los principales es la falta de una articulación efectiva entre la universidad y las instituciones receptoras, lo cual genera confusión en los estudiantes (Tejada & Ruiz, 2016). Además, la supervisión docente suele realizarse a distancia, lo que puede parecer una desventaja; sin embargo, esta modalidad ha fomentado en los estudiantes un mayor grado de autogestión y autonomía en contextos reales de intervención educativa.
 
Otro obstáculo importante es la desigualdad entre los contextos escolares. No todas las escuelas ofrecen las mismas oportunidades de aprendizaje, lo que impacta la calidad de la experiencia formativa. A ello se suma que estas prácticas no son remuneradas, representando una barrera para los estudiantes con dificultades económicas (OCDE, 2020). Además, la carga académica simultánea al periodo de prácticas ha provocado altos niveles de estrés, dificultando el equilibrio entre las responsabilidades académicas y profesionales de los estudiantes.

La necesidad de las prácticas en la Licenciatura en Pedagogía

Los lineamientos de las prácticas profesionales en la Licenciatura en Pedagogía destacan su carácter indispensable en la formación docente. Estas prácticas no solo complementan la teoría, sino que son esenciales para adquirir experiencia directa con grupos escolares y para adaptar estrategias pedagógicas a contextos diversos. La docencia requiere habilidades que solo pueden desarrollarse plenamente en situaciones reales, como la planificación de clases, el manejo de conflictos, el trabajo colaborativo y la construcción de vínculos pedagógicos significativos con los estudiantes (Schön, 1992; Marcelo & Vaillant, 2009).
 
Desde esta perspectiva, las prácticas fortalecen una visión crítica y reflexiva del ejercicio docente, permiten comprender las políticas educativas en acción y promueven una actitud ética y comprometida con la transformación social desde la educación. Dado que la Licenciatura en Pedagogía es una carrera de carácter aplicado, se considera que las prácticas profesionales deberían ser obligatorias.
 
A través de ellas, el estudiante desarrolla competencias clave como la intervención educativa, la observación crítica, la resolución de problemas y la toma de decisiones en contextos reales (Perrenoud, 2004). Su incorporación obligatoria garantizaría una preparación sólida y contextualizada, alineada con las demandas del campo educativo actual y con los retos sociales que enfrentan los futuros profesionales de la educación.
 

Modelo de Prácticas Profesionales en la UPN Unidad 145, Zapopan

En la Unidad UPN 145, Zapopan, México, con el propósito de garantizar una experiencia de práctica profesional significativa, se ha establecido un plan estructurado con metas específicas para los semestres 7º y 8º. Durante el 7º semestre, el estudiante diseña un plan de diagnóstico, mientras que en el 8º desarrolla un proyecto de intervención pedagógica. Ambos procesos están acompañados por una evaluación formativa y seguimiento constante del docente responsable.
 
Estas prácticas están articuladas con la asignatura Seminario-Taller de Concentración I y II, impartida durante los mismos semestres. La asesora universitaria a cargo de la materia también funge como responsable de las prácticas, lo cual facilita un acompañamiento pedagógico continuo. Además, ella organiza un calendario de actividades para equilibrar la carga académica con el tiempo destinado al desarrollo en campo.
 
Las instituciones educativas receptoras desempeñan un papel clave en este proceso. Muchas de ellas asignan a docentes mentores que guían, orientan y retroalimentan de manera continua al practicante. Asimismo, integran activamente al estudiante en la dinámica escolar, permitiéndole participar más allá de la observación pasiva y brindándole espacios reales de intervención pedagógica. Estas acciones fortalecen la identidad profesional del futuro pedagogo.

No obstante, esta realidad no es homogénea. Algunas instituciones asignan al estudiante un grupo sin proporcionarle supervisión ni acompañamiento. En estos casos, el practicante queda solo frente al grupo, sin oportunidades reales de recibir retroalimentación, lo que limita seriamente su proceso formativo. Al enfrentarse de manera autónoma a la dinámica del aula, el practicante se ve impulsado a tomar decisiones pedagógicas, resolver situaciones imprevistas y aplicar sus conocimientos de forma práctica e independiente. Esta experiencia fomenta el desarrollo de habilidades como la autogestión, la toma de decisiones, el liderazgo y la capacidad de adaptación ante contextos diversos.
 

Cómo evaluar las prácticas profesionales

La Unidad UPN 145 monitorea el desarrollo de las prácticas profesionales mediante diversos mecanismos. En primer lugar, recibe retroalimentación parcial por parte de las instituciones receptoras a lo largo del semestre. Además, al finalizar el periodo, se recaban informes de evaluación que permiten valorar el desempeño del estudiante en campo. A estos insumos se suman las planificaciones y los diarios de campo elaborados por el practicante, los cuales constituyen una fuente valiosa de información para el seguimiento del proceso formativo. A través de estos documentos, se brinda retroalimentación personalizada al estudiante durante las sesiones de la asignatura Seminario-Taller de Concentración, correspondiente al semestre en curso.
 
Desde las políticas educativas, es esencial promover acciones concretas que fortalezcan el sistema de prácticas profesionales. Una de las más relevantes es el financiamiento de programas de apoyo para estudiantes en situación de vulnerabilidad, especialmente aquellos que realizan sus prácticas en contextos con escasos recursos. Esto permitiría garantizar condiciones equitativas de formación y contribuir a una preparación más sólida, contextualizada y alineada con las exigencias del sistema educativo actual (UNESCO, 2019).
 

Conclusión

Las prácticas profesionales en la Licenciatura en Pedagogía son fundamentales para que los estudiantes puedan aplicar sus conocimientos en situaciones reales, fortalecer su identidad como futuros docentes y desarrollar habilidades clave para su desempeño laboral. Aunque enfrentan desafíos como la falta de articulación institucional, desigualdades en los contextos escolares y cargas académicas elevadas, su importancia es indiscutible.

Para maximizar su impacto, es crucial que las políticas públicas apoyen condiciones equitativas y brinden recursos a quienes más lo necesitan, asegurando así una formación más justa, sólida y comprometida con la transformación educativa.
 

Referencias

  • Feito, R., & López, E. (2013). La formación práctica del profesorado: propuestas para una mejora. Revista de Educación, (360), 68–90.
  • Imbernón, F. (2017). La formación del profesorado: Nuevas perspectivas en la formación permanente.
  • Marcelo, C., & Vaillant, D. (2009). Desarrollo profesional docente: ¿cómo se aprende a enseñar? Narcea.
  • OCDE. (2020). Education at a Glance 2020: OECD Indicators. OECD Publishing. https://doi.org/10.1787/69096873-en
  • Perrenoud, P. (2004). Diez nuevas competencias para enseñar. Graó.
  • Schön, D. A. (1992). La formación de profesionales reflexivos. Paidós.
  • Tejada, J., & Ruiz, C. (2016). La práctica en la formación inicial docente: modelos, competencias y evaluación. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19(1), 145–160.
  • UNESCO. (2019). Marco de referencia sobre docentes: mejora de la calidad de la enseñanza y del aprendizaje.
  • UPN. (2018). Lineamientos para el fortalecimiento y desarrollo de las prácticas escolares y profesionales de la Licenciatura en Pedagogía (Plan 1990). Ciudad de México. México

 

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