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Formación docente para prevenir el acoso escolar, ¿una estrategia suficiente?

Artículo de opinión

  • 07/11/2018

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Natalia Pueyo Ayhan, Responsable del Ámbito de Orientación de la Fundació Escoles Garbí (Catalunya)
Mensajes amenazadores por WhatsApp, alumnos que se ríen de un compañero y le golpean en el patio, lo aíslan e ignoran… Las dudas que pueden asaltar al profesor ante el escenario de un posible acoso escolar son múltiples. ¿Se trata de un suceso puntual o es acoso escolar? ¿Cómo puedo saber que un alumno está siendo acosado digitalmente? ¿Cómo debo actuar con los alumnos implicados? ¿Qué debo explicar a las familias?

Para dar respuesta a estas preguntas, y teniendo en cuenta que el profesor es el elemento fundamental para detectar y minimizar el riesgo de las dinámicas de acoso entre iguales, diferentes organismos nacionales e internacionales han creado programas de formación docente para detectar y prevenir el bullying y el ciberbullying. Estos programas suelen centrarse en la etapa de secundaria y se basan en talleres en los que se trabajan competencias técnicas como la identificación de factores protectores y señales de alerta del acoso escolar, o el diseño de intervenciones y protocolos de actuación (Ortega-Ruiz, Del Rey, 2016).

No obstante, la edad media de alumnos que sufren acoso escolar se sitúa en los 11 años, pero los problemas de convivencia pueden darse ya entre alumnos de 7 u 8 años (ANAR, 2018). Estos datos muestran que existe una necesidad de impulsar la prevención del bullying desde etapas más tempranas, mucho antes de que los alumnos hayan desarrollado formas abusivas de relacionarse y tengan acceso ilimitado a las TIC.

Es en las aulas de Infantil y Primaria en las que los alumnos crean sus primeros vínculos emocionales estables con otros compañeros, aprenden a trabajar en equipo, crean sinergias, y, a su vez, se diferencian del resto de sus compañeros. Así pues, sentar las bases para una convivencia en armonía, respeto y aceptación por la otra persona es un objetivo primordial, que debe tratarse de forma transversal a lo largo de la escolarización.
 
Una formación que no incluya un conocimiento profundo de técnicas conductuales y cognitivas, así como habilidades emocionales y sociales hace difícil afrontar diariamente las clases con los estudiantes.
 
"El papel de los maestros a lo largo de estas primeras etapas de escolarización es acompañar a los alumnos a convivir en armonía, a mostrar respeto y aceptación por la otra persona".
 

El papel de los maestros a lo largo de estas primeras etapas de escolarización es acompañar a los alumnos a convivir en armonía, a mostrar respeto y aceptación por la otra persona. También deben ofrecerles espacios para desarrollar su inteligencia emocional, es decir, que sean capaces de reconocer y expresar las emociones propias y de los demás, desarrollar empatía y mostrar una actitud asertiva.  Al mismo tiempo, los maestros deben escuchar a los alumnos sin prejuzgarlos, ser respetuosos y ver en las diferencias dentro del aula como algo positivo y enriquecedor. Aparte de las competencias emocionales y sociales, el equipo docente debe ayudar a los alumnos a utilizar las TIC de forma ética y responsable.

Así pues, en las etapas de Infantil y Primaria los recursos de formación docente deberían ir más allá de los talleres técnicos sobre bullying que ofrecen conocimiento teórico y centrarse en ayudar al profesor a desarrollar cuatro competencias clave: sociales, emocionales, comunicativas, tecnológicas, para prevenir el bullying en el aula (Montoro, Ballesteros, 2016).

No obstante, la formación específica del claustro no debería ser la única estrategia que se aplique para prevenir el bullying y ciberbullying. Si desde el equipo directivo del centro escolar no se establece la prevención del acoso escolar como línea estratégica para ofrecer espacios de reflexión docente, si no se desarrollan políticas de convivencia del centro, ni se garantiza la participación activa del alumnado en los órganos de decisión de la escuela, será difícil luchar contra el acoso escolar. Además, el centro debería trabajar mano a mano con las familias, contando con su implicación en el desarrollo de las normas de convivencia y la tolerancia cero a la violencia en cualquier ámbito.

En definitiva, la figura del profesor bien formado en competencias socioemocionales y conocimiento específico sobre acoso escolar es una estrategia importante, pero no suficiente para luchar contra el acoso escolar. Se trataría, más bien, de diseñar líneas estratégicas de centro con el objetivo de fomentar dinámicas de convivencia tolerantes y respetuosas, implicando a todas las etapas y a todos los agentes educativos. 

Bibliografía

ANAR (2018). III Estudio sobre acoso escolar y ciberbullying según los afectados. Recuperado de: https://www.anar.org/wp-content/uploads/2018/09/III-Estudio-sobre-acoso-escolar-y-ciberbullying-seg%C3%BAn-los-afectados.pdf

Montoro Fernández, E. y Ballesteros Moscosio, MB. (2016) Competencias docentes para la prevención del ciberacoso y delito de odio en Secundaria. Revista Latinoamericana de Tecnología Educativa, Vol. 15(1)

Ortega-Ruiz, R., Del Rey, R., & Casas, J. (2016). La Convivencia Escolar: clave en la predicción del Bullying. Revista Iberoamericana De Evaluación Educativa, 6(2). Recuperado de https://revistas.uam.es/index.php/riee/article/view/3406/3623
 
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