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Música, creatividad y comunicación

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Juan Bautista Romero Carmona. Maestro especialista de Educación Musical en Primaria y Profesor Asociado del Departamento de Expresión Musical de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Huelva
Con este artículo se pretende dar unas pinceladas sobre la importancia que tiene el lenguaje musical desde un punto de vista creativo y comunicativo. Se defiende el lenguaje musical como otra posibilidad más para contribuir en el desarrollo de la relación entre los seres humanos y el mundo que les rodea, destacándose aspectos como la creatividad, ya que contribuye enormemente a expresar los sentimientos ante los demás, en definitiva a comunicarse y desarrollarse como persona.

Uno de los objetivos más significativos e importantes que los alumnos han de alcanzar al término de su etapa en la Educación Secundaria, referido a la Educación Artística, y en nuestro caso a la música es conocer las características principales de las técnicas artísticas y utilizarlas para conseguir fines expresivos y comunicativos. Así pues, el concepto comunicativo y expresivo-creativo es algo asociado a la enseñanza musical en todos los sentidos. Por tanto, es necesario reconocer la importancia de los lenguajes artísticos en el desarrollo personal al hacer posible la expresión, creación y comunicación de ideas, experiencias y sentimientos.

En términos generales, la educación tiene como objetivo la aproximación del hombre al mundo que le rodea para conocerlo y también para ser capaz de actuar sobre él. La imagen del mundo varía continuamente a causa de la evolución científica, cultural y sociológica, y también por la evolución de las manifestaciones del arte. La música es creación artística y esto significa que es una forma de expresión y un medio de comunicación. El arte de comunicarse con el alumno de modo vivo y creativo reside seguramente en la capacidad de quien enseña a improvisar sobre un tema planteado en el momento, comprometiéndose con él por completo (Lin, 2001).

Desde la perspectiva educativa, la comunicación es un objetivo fundamental y prioritario, la persona se forma y educa para relacionarse con los demás, para satisfacer las demandas sociales, etc. Se debe, por tanto, intervenir de forma que cualquier lenguaje contribuya a desarrollar esta comunicación entre las personas, naturalmente entre ellos está el lenguaje musical.

Para algunos psicoanalistas el dominio instrumental del lenguaje, oral o escrito, es la vía de acceso a todos los demás conocimientos. Algo que no es cierto porque desde que nacemos, incluso antes, empezamos a comunicarnos a través de otros lenguajes, entre ellos el musical, nos referimos a aspectos sonoros, rítmicos, motrices, gestuales, sensoriales, de relación; percibimos, expresamos y en definitiva nos comunicamos más por todo aquello que no es estrictamente verbal (Alsina, 1997).

El intercambio musical entre los bebés y sus padres es un trampolín para la creatividad y la imaginación. A los niños les encanta inventarse palabras sin sentido y nuevos sonidos para ajustarlos a melodías conocidas, y a menudo se inventan canciones para acompañar sus jóvenes mentes y contribuyen en gran medida a nutrir un amor por el sonido musical y el lenguaje.

Puede subrayarse la fuerza comunicativa de la música asociada a la imagen y su mensaje a la ópera o al cine. La música como medio de comunicación no tiene necesidad de palabra, ella no conoce las fronteras y su contenido íntimo es la nobleza, la dignidad y el orgullo humano. Para preservar este arte y ayudar al hombre a vivir en simbiosis con la naturaleza de los demás humanos, tenemos que transmitirla a las nuevas generaciones. Estamos convencido que las áreas más importantes lo son en la medida en que la sociedad considera que forman parte de ciertos aspectos del desarrollo personal y comunicativo.

A pesar de la capacidad de expresarse a través del universo sonoro de forma innata, muchos niños y niñas mantendrán dichas capacidades infrautilizadas si no existe una ayuda educativa. La sociedad necesita saber y asumir que los hechos y vivencias musicales potencian el conocimiento del mundo físico-social, el crecimiento personal de los niños, entre otras, siendo necesario dotarlos de los recursos necesarios para que puedan relacionarse y comunicarse con el medio en el que viven.

Willem (1962) ya puntualizaba el matiz comunicativo de la música. Los sonidos que oímos nos dicen algo del mundo que nos rodea, en especial de aquella parte del mismo a la cual no llegamos mediante otros sentidos, una incomodidad o de algo que puede dejarnos totalmente indiferentes; además también nos originan emociones.

Gallego (2000) refleja el aspecto comunicativo de la música en relación con su entorno, en este sentido dice que «es muy importante musicalizar la sociedad y, sobre todo, el entorno social más inmediato a la escuela. La sociedad debe ser conciente del valor formativo de la música, aceptar y defender la inserción de esta parcela de la educación de sus hijos. La música, por su carácter integral, coopera con los restantes contenidos culturales en el desenvolvimiento de una personalidad; por su carácter progresivo acompaña al niño a lo largo de todo su proceso evolutivo desde la educación maternal e infantil hasta los niveles más altos del sistema educativo, acercándose en cada momento a sus capacidades e intereses específicos».

Sanuy (2001) puntualiza que el verdadero valor de la Educación Musical activa en la infancia es que hagamos música desde el primer momento, expresándonos y comunicándonos a través de ella. Qué se debe esperar de los más pequeños, incluso antes de iniciar la etapa escolar: los bebés se menean, patalean y estiran al ritmo de los sonidos que escuchan; pueden balbucear en respuesta a sus cantos y a lo que oyen en la radio o la televisión. En la etapa de los 9 a los 18 meses la música construye habilidades creativas. Cuando un niño olvida la letra de una canción, por lo general se inventa su propia letra. ¡Sus letras pueden ser una mejora de la originalidad, o, como mínimo, una señal de creatividad! Los niños se están volviendo cada vez más móviles y pueden bailar de maneras nuevas y creativas. Entre los 18 y 36 meses, la vida para los niños es una función musical. Ellos convertirán cualquier cosa en una canción. Los niños mayores a menudo se juntan en juegos libres con instrumentos para formar una especie de banda. Esto es una señal del desarrollo de importantes habilidades sociales y comunicativas en la que los niños y niñas trabajan juntos y construyen amistades. Qué podemos hacer los mayores, docentes y padres: podemos hacer música con ellos de maneras nuevas y diferentes. Cantemos lo que le queremos transmitir en nuestras clases, bailemos en lugar de caminar hacia la cama, inventemos canciones en lugar de redacciones, improvisemos, estimulemos a nuestros alumnos e hijos para que bailen al oír sus canciones favoritas. La música es una buena manera para hacer fluir los sentimientos de los niños y niñas, inventemos junto a ellos nuevas letras para canciones conocidas, ofrezcámosles muchos materiales para crear instrumentos, por ejemplo, tambores con las cajas de los detergentes, trompetas con los rollos de las toallas de papel, botellas plásticas llenas de arroz, etc.

La música es tan evidente e indispensable en el hombre como la respiración. Si educamos a nuestros hijos en un ambiente favorable a su desarrollo armonioso, podrán abrirse al mismo tiempo a la música que a la palabra (Romero Carmona, 2004).

Este aspecto creativo y comunicativo de la música debe trabajarse y potenciarse desde la escuela, el educador no siempre debe decir qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo, debe ser un guía que propone las tareas a efectos de planificar las actividades con un necesario orden de trabajo y que siempre ayudará ante cualquier dificultad de realización o comprensión, respetando el punto de vista de los alumnos, estimulando y fomentando la creatividad en los mismos. El desarrollo creativo se puede hacer tanto individualmente como de manera colaborativa con otra persona, ofreciendo este trabajo posibilidades ilimitadas de comunicación y desarrollo. Incluso los más pequeños que nunca hablan en la escuela, a veces son capaces de entablar colaboraciones musicales con otro niño o adulto.

La energía y la imaginación, y algo magnético en el poder del sonido musical, generan en los niños una creatividad que se basa en los mundos sonoros que los han rodeado desde su nacimiento. Los niños encuentran razones para componer y hacer música que reflejan tanto una intención musical como una vigencia cultural, y para muchos ocurren independientemente de la escuela o los maestros. La música de los niños nos abre los oídos a toda una dimensión de experiencia auditiva que es demasiado rica como para desaprovecharla. Toda música hace audible algo de imaginación, el ser físico y el alma de quien la hace, surge de las experiencias y percepciones vividas por la sociedad humana a la que pertenece. Es una manera rica de comunicarse con los demás y con uno mismo.

La Educación Musical es una apuesta firme para conseguir importantes logros creativos por parte de nuestros alumnos, pudiéndose afirmarse también que es imprescindible para desarrollar la comunicación con todo lo que les rodea. En la clase de música se puede: explorar y conocer instrumentos y sonidos; crear canciones; crear música instrumental; cantar en grupo; grabar música original; representar la música; leer música de otras personas; compartir la música mediante la enseñanza y ejecución; escuchar y describir la música realizada por compañeros, maestros, etc; utilizar la música en el teatro, en la danza y en otras expresiones comunicativas.

Referencias bibliográficas

ALSINA, P. (1997): El área de educación musical. Barcelona, Graó.

GALLEGO, C. (2000): "Familias y docentes en una tarea común: la educación musical del niño y la niña” en Revista mensual de publicación en Internet. Marzo, nº 26.

LIN, R. (2001): "La comunication entre professeur et éléve dans la leçon de musique” en Revue Musicale Suisse, Junio 2001, nº 6, pp 9.

ROMERO CARMONA, J.B. (2004): "Las nuevas tecnologías y la expresión musical, otros lenguajes en la educación” en Comunicar, Octubre de 2004, nº 23, pp 25-30.

SANUY, M. y OTROS (2001): Educción Infantil. Madrid, Eductrade.

WILLEMS, E. (1962): Lo que oímos en el mundo. Las ondas y el oído. Buenos Aires, Eudeba.
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