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Discusiones familiares en la adolescencia.

Artículo de opinión

¿Puede haber una relación buena con tus padres, a pesar de ver las cuestiones de diferente manera que ellos?


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Paloma Alonso Stuyck. Psicóloga del Gabinete ALDABA
Es bastante frecuente, que al empezar a salir los fines de semana con tus amigos, te encuentres con que a tus padres no les guste los planes que hacéis, y surjan las discusiones para que te dejen ir a tal discoteca, o volver a la hora que pides.
Esto, junto con las notas que sacas en tus estudios, se puede convertir en un disolvente de las buenas relaciones que mantenías con ellos hasta la llegada de la adolescencia. Pero, ¿Es realmente inevitable que suceda? ¿No podrías mantener la cercanía con tus padres, en un momento en el que en los que tan valioso sería el diálogo sobre los nuevos temas que se te plantean?
En realidad, lejos de ser un conflicto, esta circunstancia se convierte en una ocasión para "aprender a negociar”; es decir, para que no sea un motivo de separación el hecho de apreciar de diferente manera un mismo hecho. Y es que, a partir de ahora cada vez más, te encontraras con esta realidad: hay que buscar una solución que sea buena para todas las partes implicadas en una discusión, aunque no sea exactamente la alternativa propuesta por ninguna de ellas. La negociación es un arte en el que conviene adentrarse cuanto antes, si quieres que se "tenga en cuenta” tus sentimientos y deseos. La amistad y la confianza siempre se basa en una buena comunicación.
La tentación rápida, está en decir una mentira para "salirte con la tuya” sin problemas. Puede parecer que es lo más práctico y efectivo. Aunque a corto plazo puedes "salir del paso” y conseguir lo que querías, en realidad estás "tirando piedras sobre tu propio tejado, ya que antes o después las mentiras se descubren, y con ellas se echa a perder un gran tesoro: la confianza entre tú y tus padres.
La confianza es como el aire limpio, con ella pueden crecer sanas las relaciones. Cuando falla es como si el aire se contaminara y no se pudiera respirar; las personas se alejan, y uno no tiene donde apoyarse cuando tiene una dificultad o necesita un buen consejo: pierde la cercanía de los más cercanos, que acaban por dudar de cualquier cosa que les digas.
Precisamente, cuando las cosas te importan y tus padres lo saben, es cuando entre los dos podéis construir una verdadera amistad, analizando juntos las alternativas de salida, el "como”, "donde”, "cuando”, "por qué” y sobre todo "para qué” de un plan concreto. De esa manera conseguirás actuar con más personalidad y hacer que tu grupo de amigos también obren así. De lo contrario corres el riesgo de hacer "lo que todos hacen”, ir "donde todos van” y decir "lo que todos dicen” anulando tu propia decisión y libertad.
Para que esos desacuerdos se conviertan en una oportunidad para afianzar la amistad con tus padres en lugar de un conflicto permanente, primero tendrás que entrenarte en buscar los motivos por los que quieres hacer un plan de salida concreto, y después plantearlo con tiempo, exponiendo las razones que se han ocurrido. Es verdad que para que se establezca una negociación, hace falta que las dos partes implicadas estén dispuestas a escuchar y ceder un poco. Pero además, hace falta que se plantee, y eso te toca a ti.
Hay varios trucos que permiten que esa negociación llegue a buen termino, pero vuelvo a repetir que el primero de ellos está en el planteamiento; es decir, en querer llegar a una solución que sea buena para todos. Este es uno de los aprendizajes más útiles en este momento en el que el hacer las cosas de modo individualista parece que "no tiene futuro”. En otro artículo expondremos los trucos que te comentaba, para aprender a ser un "buen negociador”. ¡Hasta entonces!
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