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Factores amortiguadores del estrés laboral en el colectivo PSI: un profesorado altamente tolerante a la frustración

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Miriam Benítez González. Doctora en Recursos Humanos. Profesora Sustituta Interina (Tiempo Completo) de la Universidad de Huelva
La transformación que ha sufrido el sistema educativo a lo largo de los últimos años ha supuesto el alejamiento de la formación universitaria del mero adiestramiento  en la memorización de conceptos teóricos, necesarios pero no suficientes, para la labor profesional (Benítez y León-Pérez, en prensa).  En este sentido, la formación de grado es considera un proceso global que pretende dotar a los individuos de un desarrollo integral en la adquisición de competencias y capacidades para su cualificación profesional y personal (Revuelta, 2009) en una sociedad, que en la actualidad, es conocida como sociedad de la incertidumbre (Villardón, 2012). Por lo tanto, el objetivo de una enseñanza de calidad no sólo consiste en mostrar los contenidos de una materia que se transformarán en la adquisición de la certificación de un grado, sino orientar al alumnado hacia un mundo laboral incierto en el que ellos han de contribuir de manera proactiva y deben ser competentes en el mercado para poder optar a un puesto digno. En este sentido, acorde a la Conferencia de Londres de 2007, se insiste en la importancia de fomentar la empleabilidad de los titulados. Se requiere que los potenciales trabajadores cuenten con una serie de competencias, tales como, tener un pensamiento analítico y una buena predisposición para generar ideas, o tener la capacidad de gestionar correctamente el tiempo y trabajar bajo presión soportando grandes dosis de estrés laboral (Medina y Benítez, 2009).

Estas nuevas exigencias de la enseñanza coinciden con una situación actual de crisis económica y social que está afectando a toda la comunidad universitaria. En concreto, el profesorado se ve desbordado por el cúmulo de demandas procedentes de diferentes fuentes, destacándose las exigencias del sistema de acreditación del Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), en los ámbitos docente e investigador, y los requerimientos de un cliente (alumnado) que cada día busca un servicio de mayor calidad, en el que no sólo se evalúan las competencias técnicas (saber) y metodológicas (saber hacer) del docente, sino también las participativas (saber estar) y personales (saber ser). Sumándose a estas demandas las limitaciones y los recortes de recursos (humanos, materiales y financieros) que imposibilitan la satisfacción de las mismas en el tiempo estimado para nuestra labor profesional, si lo que se pretende es una enseñanza de excelencia.   

Esta situación se hace especialmente difícil en el colectivo denominado Profesorado Sustituto Interino (PSI), que cada año ha ido incrementando en número debido a la escasez de oferta de plazas para docentes universitarios. En este colectivo se aprecia una combinación de brillantes Curriculum Vitaes con una vida académica activa - muchos de ellos acreditados como Contratados o Ayudantes Doctores – que cada año tienen que comenzar un proceso de socialización en un nuevo contexto laboral. Un proceso que transcurre a ritmos vertiginosos requiriéndose la preparación e impartición óptima de asignaturas, que en la mayoría de las ocasiones, se implantan por primera vez, en los nuevos planes de estudio. Funciones que van acompañadas de unas condiciones que rozan la precariedad laboral siendo la incertidumbre en el mercado laboral universitario, incentivada en la actualidad con los recortes previstos en materia de educación universitaria (Real Decreto ley 14/2012, de 20 de abril), uno de los factores que mayor impacto negativo está causando en este colectivo (véase por ej., http://www.huelvainformacion.es/article/huelva/1292618/profesorado/sustituto/la/uhu/llama/la/insumision/ante/los/recortes.html) . Esto es debido a que dicha inestabilidad laboral imposibilita un desarrollo pleno en el empleado, no sólo de una excelente carrera académica sino también de un plan de vida personal-familiar. Impidiéndose de esta manera el disfrute de ciertos derechos sociales y laborales, tales como el acceso a una vivienda digna, la conciliación trabajo-familia y la planificación de un desarrollo de carrera. 

Tal como sostiene el modelo demanda-control-apoyo social (Karasek, 1976; 1979; Karasek y Theorell, 1990) todos estos factores pueden ser considerados factores de riesgo psicosocial asociados al estrés laboral debido a la imposibilidad de control de los empleados ante dichas condiciones.  Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades socio laborales este colectivo destaca por su rendimiento, tal como se puede apreciar, por ejemplo, en los resultados de las encuestas de satisfacción del alumnado y en los expedientes académicos de las diferentes universidades donde llevan a cabo sus funciones.

Aunque se precisan estudios empíricos para la verificación de resultados, de manera teórica, siguiendo el modelo de demanda-control-apoyo social (Karasek 1976; 79; Karasek y Theorell, 1990) esto podría explicarse por la adquisición, por parte del profesorado contratado de manera eventual, de un conjunto de recursos, que actúan como factores amortiguadores de situaciones estresantes. Entre ellos destacamos sus competencias profesionales avanzadas, adquiridas gracias al disfrute de una enseñanza de calidad, al poder disponer de multitud de recursos públicos y privados, propios y ajenos, (por ej., becas de investigación autonómicas, nacionales e internacionales, programas de doctorado acreditados con mención de calidad…etc.), lo que les ha ayudado a convertirse en profesionales autónomos, equilibrados y sanos, capaces de responder a las necesidades de un mundo profesional  y social cambiante. Y por lo tanto, les ha permitido hacer frente a las demandas psicológicas con mayor éxito y control de la situación. Nos encontramos ante un colectivo sobradamente preparado para llevar a cabo labores docentes e investigadoras que, colapsados ante la falta de plazas adecuadas a su perfil, luchan por ofrecer una enseñanza de calidad en el corto periodo de tiempo "prestado" por el mercado laboral del momento.

Por otro lado, tal como demuestran numerosos estudios, la percepción de apoyo social en el trabajo es uno de los factores principales que ayuda a amortiguar el estrés laboral (v.g., Martínez-Corts, Boz, Medina, Benítez. y Munduate, 2011; Linares y Gutiérrez,  2012). Podríamos decir que la mayoría de los profesionales del colectivo PSI cuenta con una amplia red social en el trabajo con todas las consecuencias positivas que ello implica. Esto puede explicarse por la oportunidad que han tenido estos docentes formarse en equipos de investigación, interdisciplinares y multiculturales, en los que han compartido conocimientos, experiencias y costosos retos, lo que les ha permitido la creación de redes sociales consolidadas, nacionales e internacionales, caracterizadas por la colectiva percepción de apoyo social de los compañeros.

En resumen, se podría considerar al colectivo PSI como un grupo de profesionales competentes que desde hace años está luchando ante numerosas adversidades, laborales y personales, pero que gracias a una formación de calidad y a la constancia y esfuerzo personal han ido creciendo ante esas dificultades fomentando su capacidad de resilencia. Sin embargo, a pesar de ser considerados como la cantera del PDI universitario y de la investigación de este país, si estos profesionales no perciben los recursos mínimos necesarios para un desarrollo profesional-personal adecuado (tales como un puesto adecuado a su perfil académico, un desarrollo de carrera o un sueldo acorde a sus mérito) será costoso que sigan contribuyendo con su innovación, conocimientos y competencias a la comunidad universitaria, lo que conllevará a una pérdida considerable de recursos y esfuerzos. Situaciones estresantes, para personas competentes pueden ser consideradas, en momentos puntuales, como retos, pero si las adversidades van creciendo y no se va obteniendo un beneficio acorde al esfuerzo, esa situación de estrés crónico podrá llevar a los PSI a sufrir graves enfermedades psicosociales que mermen sus capacidades tanto en el ámbito laboral como personal.

De la misma forma, tal como sugieren diversos autores, una de las acciones preventivas del estrés laboral que se podría plantear, ya no sólo para este colectivo sino para los docentes en general, será ofrecer una formación inicial y permanente en valores y trabajo cooperativo que fomente las redes de apoyo, así como una formación integral, suma de conocimientos y competencias personales, que ayude a potenciar la empatía, la comprensión y la tolerancia en los profesionales de la educación. De manera que estas nuevas competencias les permitan enseñar según las pautas del nuevo modelo educativo y hacer frente a las nuevas demandas de la profesión evitando las consecuencias negativas de lo que puede convertirse en una situaciones laboral estresante (Maquilón, García Sanz y Belmonte, 2011).

Referencias bibliográficas

Benitez, M. y León-Pérez, J. M. (en prensa) Aprender diagnosticando y resolviendo problemas en el ámbito de las Relaciones Laborales y los Recursos Humanos. Trabajo, en prensa.
Karasek, R. A. (1976) The impact of the work environment on life outside the job. Tesis doctoral, Massachusetts Institute of Technology, Cambridge, Massachussetts.
Karasek, R. A y Theorell, T. (1990) Healthy Work, Stress, Productivity and the Reconstruction of Working Life. Nueva York: Basic Books.
Linares, O. y Gutiérrez, R. (2012) Efectos moduladores del apoyo social ante la reacción de estrés y ansiedad en profesores. Psicología y Salud, 22, 107-114.  
Maquilón, J. J., García Sanz, M. P. y Belmonte, M. L. (Coord.), (2011): Innovación educativa en la enseñanza formal, Murcia, Editum.
Martínez-Corts, I., Boz, M., Medina, F. J., Benítez, M., y Munduate, L. (2011) Coping with interpersonal conflict at work in small business: The moderating role of supervisor and co-worker support. Journal of Work and Organizational Psychology, 27(2), 117-129.
Medina, F. J. y Benitez, M. (2009). Las competencias en el mercado de trabajo actual. En S. Gamero (Coord.), Competencias profesionales para los universitarios de la Universidad de Sevilla (pp. 39-5), Sevilla: Universidad de Sevilla: Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa. Salamanca: Consultores Initier, D.L.
Revuelta (2009): "¿Qué son las competencias profesionales?", S. Gamero (Coord.), Competencias Profesionales para los Universitarios de la Universidad de Sevilla, Salamanca, Consultores Initier S. L., pp. 21-38.
Villardón, L. (2012). Orientar en la incertidumbre ¿Quién orienta al orientador? Ponencia presentada en el VI Encuentro Estatal de Orientadores. Bilbao. 11-13 Mayo.
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