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LECciones de la LEC

Editorial

Cuando un centro se compromete con su entorno social y tiene herramientas para actuar responde mejor que si simplemente es el brazo ejecutor de unas políticas centralizadas y poco flexibles, definidas por unas instancias políticas alejadas de los problemas reales y de las soluciones posibles a pie de calle. La autonomía de los centros tiene que venir acompañada de una mayor capacidad decisoria por parte del profesorado y, particularmente, de una dirección más reconocida como autoridad pública.


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Enric Renau. Editor
El Parlamento de Catalunya acaba de aprobar su Ley de Educación (LEC) con el voto del 90% de los diputados, representantes de las fuerzas centrales de la Cámara (CiU, que está en la oposición, PSC-PSOE y ERC), con la abstención en algunos puntos de los ecosocialistas -que están en el gobierno tripartito- y el rechazo de la derecha (PP y Ciutadans) y de una parte importante del profesorado sindicado.

Es una buena noticia para Catalunya y un buen ejemplo para el resto de comunidades autónomas por qué es el fruto del consenso de la mayor parte de los actores públicos y privados y por qué tiene la voluntad de perdurar y, por lo tanto, dar estabilidad legislativa al sistema educativo.

Los aspectos que significan un paso adelante cualitativo son, en mi opinión, el refuerzo de la autonomía y responsabilidad de los centros públicos y concertados y del papel de la dirección de los centros.

Las conclusiones del informe PISA son claras: Cuando un centro se compromete con su entorno social y tiene herramientas para actuar responde mejor que si simplemente es el brazo ejecutor de unas políticas centralizadas y poco flexibles, definidas por unas instancias políticas alejadas de los problemas reales y de las soluciones posibles a pie de calle.

La autonomía de los centros tiene que venir acompañada de una mayor capacidad decisoria por parte del profesorado y, particularmente, de una dirección más reconocida como autoridad pública. Un centro educativo que puede asumir más responsabilidades si aprueba un proyecto educativo y lo cumple. Un centro educativo que será evaluado externamente y continuadamente y será "recompensado” si cumple con los objetivos previstos y si asume más riesgos al aceptar entre sus alumnos a los colectivos más desfavorecidos, entre ellos, los provenientes de la nueva inmigración extracomunitaria, tan creciente en Catalunya la última década.

La LEC, además, no hace de la cuestión lingüística un problema, como no lo ha sido nunca. Refuerza el uso del la lengua propia, el catalán, como idioma vehicular, consolida el aprendizaje del castellano y estimula el aprendizaje de otras lenguas.

La LEC, además, no confunde entre la titularidad de los centros -pública o privada- con la apuesta universal por la escolarización de calidad del sistema educativo catalán, algo, que en otros ámbitos como el de la salud, ya se había asegurado desde hace 20 años y ha dado unos más que buenos resultados.

La LEC es una buena ley por que compromete a todas las partes en la consecución de unos objetivos que permitan la mejora de la calidad educativa, reduzcan el abandono prematuro escolar y orienten a los estudiantes en su mejor dirección.

Para aprobar la LECción de la LEC deberá cuadrar la siguiente ecuación:

Autonomía del centro + Autoridad directiva + Evaluación + Compromiso docente = Calidad + Confianza.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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