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Cómo recuperar la ilusión para ser director o directora de un centro educativo

Artículo de opinión

  • 27/11/2019

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María Amparo Calatayud, Profesora titular del departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de València
Interrogarse hoy acerca de por qué cada vez más la función de director/a de una institución educativa resulta menos atractiva para el profesorado supone adentrarse en los entresijos de la dirección y en la respuesta que se ha de dar en el contexto cambiante e incierto en el que estamos viviendo. Para reflexionar sobre ello, en este artículo, se incidirá en tres premisas, básicamente: en el cambio cultural de la dirección que se impone en estos momentos, las realidades de porqué hoy no se quiere ser director o directora y, finalmente, en las cartas náuticas para hacer más atractiva esta función.
 

Hacia un cambio cultural de la función directiva

 
Es obvio que el contexto social, económico y cultural de estos momentos exige nuevas y diferentes funciones al director o directora. En la actualidad, asistimos a una nueva cultura de la dirección que deja de enfocarse en la vertiente de un proceso técnico de gestión administrativa y burocrática del centro, para pasar a una idea de director o directora como agente cultural y de cambio del centro, un dinamizador social, impulsor de la investigación de los docentes en el aula y en el centro, y motor del desarrollo profesional docente. El director o directora, tiene actualmente un papel centrado en una imagen más social, pedagógica e inclusiva Cada vez más, se deja de considerar a la dirección como un grupo de docentes de alto rango para pasar a entenderla como parte de un proceso para conseguir los fines del centro, contando con y a través de los compañeros y compañeras. Se pasa del poder sobre el profesorado. al poder para los docentes que integran la institución educativa.
 

Realidades de por qué hoy no se quiere ser director o directora

 
Indudablemente partimos de la base de que el cargo de director o directora carece de prestigio y de reconocimiento social y económico. Todo ello sumado a la complejidad del puesto de trabajo que la administración educativa no lo hace nada fácil, así como a la excesiva responsabilidad del cargo, ya que el director o directora es la cabeza visible de la organización.

La carga de trabajo añadido, la dedicación exclusiva, la reticencia a crearse eventualmente enemigos con los colegas que, después de dejar de ser director o directora, pasaran a ser compañeros o compañeras en los claustros de profesores y profesoras. El no sentirse verdaderamente formados para hacer frente a las exigencias del cargo que ocupan, la falta muchas veces de un equipo directivo cohesionado y con capacidad de liderazgo, la escasez de implicación de algunos de los sectores de la comunidad educativa y un largo, etc. hacen que la dirección no sea un plato de gusto para el profesorado, en general.
 
"El desarrollo de comunidades profesionales de directivos ayudaría al director o directora a no 'sentirse solo o sola ante el peligro', permitiéndole, resolver problemas de la práctica directiva cotidiana, transferir buenas prácticas y desarrollar habilidades directivas profesionales".
 

Las "cartas náuticas" para hacer más atractiva la función de dirección

 
Si bien, las cartas náuticas son cartas de navegación marítima que muestran todo tipo de argumentos (tipo de fondo, roca, arena, zonas de peligro, etc.) para ayudar en la navegación o para llevar a cabo una navegación segura, a continuación, expondré aquellos argumentos que pueden facilitar la motivación hacia la función directiva:
 
  • Apostar por formar comunidades profesionales de directivos para el aprendizaje. Ello supone crear espacios desde dónde los directores no debatan exclusivamente problemas administrativos o de gestión, sino aspectos sustanciales de la gestión pedagógica. Espacios en los que se discutan y se lleguen a planes de acción relacionados con la mejora de la enseñanza-aprendizaje y la innovación pedagógica.  en los que se compartan prácticas evaluativas que ayuden al crecimiento de la institución y, a su vez, se promueva la mejora de los resultados de los estudiantes. Estoy segura de que el desarrollo de comunidades profesionales de directivos ayudaría al director o directora a no "sentirse solo o sola ante el peligro", permitiéndole, resolver problemas de la práctica directiva cotidiana, transferir buenas prácticas, desarrollar habilidades directivas profesionales y lo más importante generar investigación, desarrollo e innovación directiva.
 
  • Una formación específica en estrategias, habilidades, recursos, liderazgo, comunicación y cultura organizativa, planes de actuación y medidas que puedan aplicar en el centro para mejorar la organización, el funcionamiento, la gestión y el proceso de enseñanza- aprendizaje. Se trata de apostar por una formación pedagógica y no por una formación administrativa.
 
  • Regular espacios en los centros educativos para organizar equipos de trabajo, no trabajos en equipo, en donde el profesorado pueda reflexionar y mejorar sus prácticas, resolver problemas y crear un nuevo conocimiento de manera colaborativa. Y lo más importante, establecer estrategias transversales en las que se cuestione y se ponga encima de la mesa el cómo se enseña, cómo se trabaja la inclusión, como se evalúa, etc. en su centro escolar.
 
  • Establecer canales que agilicen un puente pedagógico entre Inspección Educativa y directivos. En este sentido, abogar más por la función pedagógica de la Inspección en detrimento de la que se cree que es la única función que tiene: función controladora y supervisora. En estos momentos, más que nunca hay que recuperar la función de asesoramiento pedagógico y de acompañamiento al equipo directivo.
 
Finalmente, y no por menos importante, ya que se lleva bastante tiempo demandando por parte del equipo directivo, se deberían establecer otras medidas ya conocidas como, por ejemplo: intentar reducir la burocracia administrativa, incrementar los incentivos económicos y profesionales, mejorar el prestigio en la comunidad educativa y el insuficiente refuerzo de la administración educativa, entre otros.
 
Y para concluir este articulo no debemos olvidar que recuperar la ilusión por ser director o directora de un centro pasa por haber contribuido al crecimiento, a la mejora de la institución y, especialmente, por haber dejado una impronta que sirva de guía y de ejemplo a los nuevos equipos directivos que intentarán mejorar la práctica directiva adaptándose al contexto futuro. Siendo siempre un orgullo el haber contribuido a formar a ciudadanos críticos, emancipados y solidarios. Esta debería ser la mejor satisfacción para cualquier director o directora de una institución escolar.
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