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Reproducción de los roles de género en el sistema educativo. La estructuración del progreso y el cambio como valor masculino

Artículo de opinión


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Miriam Ojeda Oriola, Graduada en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid y especialización con Máster de Estudios Interdisciplinares de Género en la Universidad Autónoma de Madrid
Si bien no son desdeñables los avances que ha habido en torno a la igualdad dentro del sistema educativo español en los últimos años, no podemos olvidar que las desigualdades, siguen siendo una constante en nuestros días. Estas desigualdades, tienen un impacto directo en la sociedad y el mercado laboral, que sigue manteniendo un sesgo en torno al género aún en la actualidad.
 
De esta manera, aquellos trabajos que se entienden como capaces de aportar un gran valor añadido – tales como las ocupaciones tecnológicas o los puestos de alta dirección – son ocupados mayoritariamente por hombres, provocando a su vez un contexto de desigualdad en el acceso a altas retribuciones por actividad económica.
 
Podríamos definir estas ocupaciones como aquellas que son socialmente relacionadas con el progreso o el cambio, valores ambos tradicionalmente masculinizados, es decir, entendidos como "cosa de hombres". Si bien en un primer momento esta afirmación puede parecer cuestionable, no hay más que analizar los mensajes que los niños y niñas reciben al respecto para darse cuenta de esta realidad.
 
La socialización de género en el sistema educativo
 
En primer lugar, si atendemos a la socialización que se da en los espacios de convivencia familiar, la muestra de mayor importancia de las ocupaciones realizadas por los hombres suele ser la generalidad: la casa se mantiene gracias a los ingresos del trabajo externo masculino y no a los aportes y cuidados femeninos a la misma.
 
A pesar de que este patrón se va modificando poco a poco, la idea de repartición de roles en función del género es algo que va calando entre las niñas y los niños desde muy temprana edad, algo que se puede ver fácilmente en los juegos que tienen lugar en una primera etapa de socialización.
 
Por tanto, se puede afirmar que a la entrada del sistema educativo, ya llevan con ellos y ellas toda una mochila de roles, preparados para ser reproducidos en la escuela. Sin embargo, la verdadera problemática se encuentra en la imposibilidad de estructurar el sistema educativo de tal manera que sea capaz de romper son estas desigualdades tempranas. Así, se puede afirmar, que el sistema educativo "mantiene, produce, reproduce y refuerza algunos estereotipos de género"1
 
Esta situación se puede ver tanto en el curriculum implícito como en el explícito, dentro del contexto educativo actual. De esta manera, si analizamos los contenidos de las clases y los libros de texto, la eliminación de la estereotipación de género no parece uno de los objetivos a cumplir por los centros educativos. La reiteración de los modelos masculinos como aquellos vinculados con el progreso de la humanidad  y el liderazgo, en todas las materias es un hecho incontestable, puesto que son constantes las eliminaciones de figuras de referencia femeninas, capaces de constituir un imaginario de igualdad en el proceso.
 
Obviamente, esta falta de integración transversal de la igualdad en los contenidos del programa, se complementa con una falta de tratamiento específico de estas cuestiones en el curriculum. En mi experiencia en talleres de igualdad en institutos, se constata la falta de tiempo disponible en los centros educativos para este tipo de actuaciones. Así, un problema que afecta a toda la población y que conlleva grandes desigualdades, se trabaja un par de horas escasas en las que simplemente hay espacio para una reflexión de la situación de desigualdad, y no para dar mecanismos de superación de la misma.
 
En estos talleres, las muestras de la lógica de estereotipos en el seno del sistema educativo se hacen patentes tanto por parte del alumnado como del profesorado, muy vinculado también a una falta de formación en el tema. De esta manera, la asociación de los niños con valores como la protección, el progreso y la dominación, y de las niñas con la fragilidad, la superficialidad y la familia, es algo que se reconoce explícitamente.
 
Por tanto, teniendo en cuenta la correspondencia que se da entre la asignación de roles de género, y la tendencia hacia la elección de unas ocupaciones laborales diferenciadas en torno al mismo, podemos afirmar la existencia de una estructura que incide desde la raíz en el futuro de las personas desde sus etapas más primarias.
 
Conclusiones y propuestas de cambio
 
Cabe defender entonces, la idea de que dada la incapacidad actual de la escuela para romper con estos estereotipos, el sistema educativo se ha convertido en un lugar de transmisión de conocimiento y preparación para el mercado laboral, en el que las transformaciones giran en torno a este elemento y no a cambios sociales que hagan de nuestras sociedades, contextos más habitables, igualitarios y que nos den las mismas oportunidades para todas y todos.
 
Así, se hace necesaria la reivindicación de la aplicación de un verdadero sistema coeducativo, el cual tenga como uno de sus principales objetivos la creación de centros escolares dirigidos a un aprendizaje y construcción de relaciones sociales igualitarias, como herramienta de desarrollo en igual importancia que la transmisión de conocimientos formales. Para ello, es imprescindible un cambio en los materiales escolares que potencie el conocimiento de figuras femeninas importantes en el progreso de la humanidad, a la vez que la formación del profesorado en cuestiones relativas al género que permitan el tratamiento de estas situaciones de diferenciación como correspondencias a un sistema de roles preestablecido, y no a diferencias "naturales" entre niños y niñas.
 
Potenciar el acceso de las mujeres a estas ocupaciones tradicionalmente masculinas – al igual que la integración de los hombres en ocupaciones tradicionalmente femeninas, como los cuidados – no debe entenderse como una cuestión secundaria, si no como un elemento de ampliación de derechos y oportunidades, que tiene la capacidad de crear un desarrollo social más igualitario e integrador, y para lo cual los cambios dentro del sistema educativo y el profesorado son un pilar transformador completamente necesario.
 
Nota al pie:
 
1. Tomé A. (2003) Contra el sexismo. Coeducación y democracia en la escuela. Madrid, Síntesis.
 
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