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Hablar de Consumo Responsable es hablar de Educación del Consumidor

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Mónica Casado González. Encargada del Programa Municipal de Educación y Formación del Consumidor del Ayuntamiento de Valladolid
Desde 1972, año en el que aparece en la base de datos REDINED el primer registro en esta materia, se han sucedido nuevas y cada vez más ricas experiencias sobre el consumo y su educación. El objetivo de esta producción es básicamente, dar respuesta a una necesidad generada en la cotidianidad del consumidor, saber actuar con sus actos de consumo y tomas decisiones como un consumidor responsable. Pero ¿son aplicables en la vida cotidiana?

El consumo es una actividad de comunicación, homogeneización y diferenciación en una estructura caracterizada por desigualdades, diferencias y contradicciones políticas, económicas y sociales. En este sentido el consumo es un fenómeno social, económico y cultural cuyas dimensiones exceden la connotación reduccionista que suelen darle algunos estudiosos, al identificar este proceso como una decisión personal para la satisfacción de necesidades. El consumo se trata de una actividad presente en todos los aspectos de nuestra cotidianidad y en muchas ocasiones se convierte en una actividad casi inconsciente y natural. Es, además, una constante durante todo el transcurso de nuestras vidas.

Las características sociales han de ser tenidas en cuenta a la hora de proporcionar una acción dirigida al consumidor. La continuidad del papel como consumidor a lo largo de la vida y su evolución hacia la naturalidad del hecho, hacen que sea necesario, para conseguir una mayor efectividad y practicidad de los programas y experiencias dirigidos a la educación e información del consumidor, que éstos tengan una continuidad en el tiempo, que se asienten en un conocimiento y acercamiento de la realidad y de los intereses de quienes van dirigidos. Por otro lado, las acciones y experiencias desarrolladas deben estar centradas en unos objetivos determinados y tratar unos contenidos que den una educación e información global al consumidor haciéndole capaz de modificar sus hábitos y realizar un consumo responsable

La educación del consumidor

La educación del consumidor es una actividad permanente por la que se pretende conseguir personas libres, conscientes, críticas, solidarias, responsables, comprometidas con su entorno medioambiental, conocedoras de sus derechos y preparadas para asumir sus responsabilidades en un mundo globalizado en cambio permanente, generador de desigualdades y desequilibrios.
Esta educación significa crear un pensamiento crítico e independiente, crear personas concienciadas que reflexionen seriamente sobre las decisiones que toman en el mundo material y sobre cómo les afectan estas decisiones a ellos, a otras personas y al medioambiente. La educación del consumidor abarca actitudes, conocimientos relacionados con el funcionamiento de la sociedad actual. Es un aprendizaje sobre la responsabilidad que contribuye a que el individuo sea capaz de administrar su propia vida, además de aportar su grano de arena a la gestión de la vida colectiva de la sociedad global.

Una educación del consumidor cercana y práctica, debe estar centrada en cinco áreas específicas que Idman en 1989, identificó para la consecución de futuros consumidores responsables:

- Conducta del consumidor: En la que se enseña los factores importantes que pueden modelar tanto la conducta en general como la conducta de consumo. Acercamiento, análisis y reflexión sobre el significado de bienestar, de las razones para definir una actitud personal frente al bienestar propio y una actitud crítica y analítica frente a las evaluaciones de bienestar de otras comunidades y sobre los medios para conseguir este bienestar para todo el mundo.

- Influencia en el consumo: Se centra en los métodos de marketing, valoraciones y actitudes sobre consumo y bienestar tienen la finalidad de inculcar en los alumnos una visión más profunda.

- Consumo privado: Enseñanza en materia de economía privada con la finalidad de crear la capacidad de planear su propia economía y consumo en relación adecuada con sus necesidades y deseos y con los recursos y posibilidades disponibles.

- Política de consumo: Enseñanza de política socio-económica y de consumo, tiene la finalidad de despertar un conocimiento de los vínculos socio-económicos y las estructuras de responsabilidad y toma de decisiones que determinan las condiciones de producción, consumo y estilo de vida; condiciones que actúan en la distribución global de los recursos mundiales así como conocer la relación entre las condiciones de consumo con la producción y el deterioro ecológico con el agotamiento de los recursos.

- Influencia del consumidor: Enseñanza sobre los derechos, obligaciones e influencia del consumidor. Pretende dar a conocer la capacidad de protección de sus intereses, participación en la toma de decisiones y utilización de canales.

La vida diaria y el futuro del mundo no se dividen en áreas temáticas. Pero la educación tradicional se caracteriza por una estricta división temática. La educación debería resaltar la importancia de utilizar las experiencias de la vida real de los estudiantes como puntos de partida para el aprendizaje. Los estudiantes se encuentran con situaciones de consumo donde las relaciones forman un todo y exigen reacciones integradas y constituyen temas relevantes para ser tratados de manera interdisciplinar e, incluso, transdisciplinar.

La necesidad de dar una respuesta a esas situaciones de consumo, que los consumidores experimentan día tras día, justifica la precisión de educar en la ciudadanía del consumidor. Ésta se entiende cuando el individuo, en su papel como consumidor, participa activamente en el desarrollo y mejora de la sociedad siendo responsable con sus actos y tomas de decisiones. Para ello es necesario considerar las cuestiones éticas, la diversidad de perspectivas, los procesos globales y las condiciones futuras. Implica tomar responsabilidades de manera global, así como a escala regional, nacional y local, asegurando sus propias necesidades y bienestar personal.

La educación del consumidor parte de señalar un compromiso con temas y situaciones que desde la perspectiva de los derechos de los consumidores se relacionan con una realidad social y económica que nos parece necesario y urgente contribuir a modificar. La educación del consumidor posibilita la adquisición de conceptos claros sobre su condición de consumidor, sus derechos y obligaciones y los mecanismos que dispone para actuar como consumidor informado.

La educación debe ser un proceso a lo largo de toda la vida que oriente y forme en la solidaridad intergeneracional como algo inherente al desarrollo sostenible, porque las acciones actuales tienen consecuencias a lo largo del tiempo en una escala proporcional a la capacidad creciente de intervención de que dispone la ciudadanía.

Optar por esta forma de solidaridad constituye una opción ética que exige tomar conciencia del fenómeno actual de la globalización y de la necesidad de darle toda su dimensión humana y de los múltiples factores que condicionan el desarrollo sostenible y en consecuencia acentuar la formación interdisciplinaria, requisito indispensable del pensamiento complejo (Morin, 2001).

La escuela y la familia, en primer lugar, deben ser un buen ejemplo orientado al desarrollo sostenible y la práctica responsable del consumo de bienes. Por un lado ambos son demandantes de una infraestructura, pero, por otro lado, es la que debe instaurar un modelo de funcionamiento responsable hacia una mejor y más eficiente utilización de los bienes colectivos. De nada sirven buenos ejemplos teóricos sin una demostración efectiva en el funcionamiento diario.

La forma de hacer una política adecuada hacia la sostenibilidad es una recomendación que la UNESCO y los organismos internacionales hacen. La Conferencia Internacional sobre medio ambiente y sociedad, educación y sensibilización, celebrada en Salónica (Grecia), señaló que «para alcanzar el objetivo de sostenibilidad, un inmenso trabajo de coordinación y de integración de esfuerzos es necesario, en un cierto número de sectores clave, así como una modificación rápida y radical de los comportamientos y modos de vida, incluyendo cambios en los hábitos de producción y consumo. Es indispensable, por tanto, reconocer que una educación y una sensibilización apropiadas del público, constituyen uno de los pilares de acción en favor de la sostenibilidad, junto con la legislación, la economía y la tecnología.

La escuela y la familia no son ajenas al modelo social y se nutren de los comportamientos colectivos reflejados en los roles que desempeñan las personas que llevan a cabo la dirección de la organización. Cada miembro de la colectividad expresa a través de sus acciones los valores otorgados hacia un consumo responsable. Y nadie es ajeno a las grandes transformaciones de la sociedad y el medio ambiente.
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