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¿Qué puede hacer el profesional de RRHH para ser un eficaz gestor de la formación continua?

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Ramon Torres Caellas. Gestor de Recursos Humanos de Departamentos Centrales de Caixa Catalunya
En primer lugar, es necesario tener un inventario de los desajustes formativos de los empleados respecto a las necesidades de su puesto actual. Para ello, deberemos dotarnos de instrumentos de detección de estas distancias y poder ofrecer una respuesta formativa a las mismas.

Profundicemos en el concepto de gap formativo entre el nivel esperado para el puesto y el real del empleado que lo ocupa, y consideremos que incluye no solamente conocimientos sino también competencias para desarrollar correctamente el mismo.

Esta necesidad de desarrollo de habilidades crece a medida que las personas acceden a funciones que incluyen la dirección de equipos i/o proyectos complejos, siendo adecuada formación en liderazgo, trabajo en equipo, gestión de proyectos, etc.

Es básico, también, contar con una buena planificación de necesidades a corto plazo, para anticipar la formación a aquellas personas que seleccionaremos para funciones de más contenido y que requerirán formación específica en conocimientos y/o habilidades.

Finalmente, es necesario conocer la orientación de la estrategia de la organización, para preparar a determinados profesionales para retos a medio plazo.

Por tanto, podemos afirmar sin reservas que existe una elevada vinculación de la formación con procesos clave de la gestión de los RRHH de una empresa: la adecuación persona-puesto, selección interna, desarrollo profesional...


El profesional de recursos humanos deberá:

- Promover la orientación al propio desarrollo profesional, sin vincularlo automáticamente al cambio funcional y/o promoción, y si al concepto de polivalencia profesional y empleabilidad, en un entorno socioeconómico de crecientes cambios y reajustes organizativos.

- Ajustar el plan de formación del empleado a su potencial de desarrollo y a un itinerario profesional realista.

- Concienciar a los responsables de personas sobre los beneficios de la formación a nivel organizativo, convirtiéndoles en agentes impulsores.

- Estar muy cercano a la realidad del negocio, entenderlo y conocer los posibles requerimientos formativos que su evolución puede plantear en el futuro, para poder anticiparse a las nuevas necesidades.


La creciente complejidad del entorno socioeconómico, la dinámica de cambios tecnológicos, de nuevas estrategias, la elevada competitividad, la necesidad de organizaciones más eficientes, etc. son elementos transformadores de la realidad sociolaboral y que requieren una importante capacidad de adaptación de los empleados de las organizaciones a nuevos roles o requerimientos de puesto.

En la actualidad, y la tendencia crece exponencialmente, la formación continua de los empleados no solamente es una de las claves de su éxito profesional futuro, sino que es la garantía del adecuado desempeño actual de muchas funciones profesionales.
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