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Un alumno. Un cliente. Un desafío

Artículo de opinión


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Luis García Cerdán. Responsable de Comunicación de Itae, Escuela de Negocios de Extremadura (Badajoz)
Los profesionales de la comunicación que pertenecemos a escuelas privadas, sustentadas básicamente por el número de matrículas anuales, sabemos que un alumno no es solo un alumno, si no que es un cliente y, por lo tanto, el pan de cada día.

Y lo cierto es que cada día resulta más difícil conseguir ese pan. Lo que antaño fueron hogazas, se han convertido en pequeñas y diseminadas migas por las que cada institución educativa debe luchar cada periodo académico. Es algo con lo que en Itae convivimos desde hace más de quince años y que hoy experimentan incluso las organizaciones educativas públicas.

La propia educación, el creciente aumento de centros educativos, y las enormes posibilidades que suponen las nuevas tecnologías, han convertido al sector en un tornado en el que se mezclan escuelas, programas, modalidades, precios… y en el que no siempre es fácil distinguir un gato de un elefante, y en donde la calidad del producto es cuestionada constantemente.

Sin alumnos una escuela muere, al igual que una empresa moriría sin clientes. Y es aquí donde entra en juego el marketing. Cada escuela, y cada institución deben "luchar" por sobresalir, por ser un referente, por ser relevantes y diferentes. Como en cualquier otro sector, se trata de ser o no ser, y la diferencia entre una cosa u otra puede estar en una buena estrategia de marketing.

Pero el educativo es un sector especial. La educación es un derecho y es la responsable del progreso y del futuro de una sociedad. Y aunque cada escuela funcione en realidad como una empresa (con clientes a los que hay que conquistar y fidelizar, con competencia a la que hay que desbancar, y con un mercado en el que hay que hacerse notar), la singularidad del sector hace que existan características que deben ser tenidas muy en cuenta por los profesionales del marketing que quieren hacer mejorar a su escuela:

Un producto especial

Como servicio, la educación es intangible. Pero es un servicio distinto ya que el cliente solo percibe su necesidad, pero casi nunca el gran beneficio que ha obtenido. Además, esas necesidades son absolutamente distintas en cada alumno/cliente, con lo que a nivel de servicio, resulta muy dificultoso paquetizar una oferta de formación que se adapte al mayor número de personas.

Además, servicio y vendedor se funden mientras dura el proceso de aprendizaje, lo que se traduce en una relación continua que toda escuela debería cuidar y potenciar.

Así pues, el marketing educativo debe dedicarse principalmente a dos objetivos fundamentales:

El primero de ellos, es conseguir un servicio altamente especializado, en el que el alumno encuentre una rápida satisfacción de sus necesidades, y que a su vez, los conocimientos adquiridos sean inmediatamente aplicables y absorbidos por el mercado laboral. Por ello, necesitamos conocer a la perfección cuáles son los deseos de nuestros clientes y las características formativas que demanda el mercado al que posteriormente se incorporarán esos clientes. Esto nos permitirá  definir una oferta diferencial y sobresalir entre las demás instituciones.

El segundo nos habla de conseguir siempre la plena satisfacción del alumno a nivel personal, es decir, de la fidelización de nuestros clientes. Y aquí es donde la escuela se ve inmersa en un sinfín de detalles que deben ser cuidados con minuciosidad.

Los profesionales de la comunicación sabemos que TODO comunica. Todo lo que hacemos, incluso lo que no hacemos, deja huella. Es por eso que todos los activos de la escuela, desde la persona que dirige la institución hasta el último lápiz de la escuela deben encaminarse a lograr un extraordinario nivel de calidad, y por lo tanto de satisfacción en el alumno.


Desde nuestra experiencia como escuela (y también como empresa) sabemos de la importancia del marketing y la comunicación en las organizaciones educativas.

Competimos en una de las regiones de España que, por sus características, tiene un mercado educativo  más complicado. Muchas veces incluso injusto. Pero hemos comprobado que con creatividad, inteligencia, trabajo duro, y unas buenas estrategias de marketing, podemos ofrecer y comunicar programas educativos al nivel de las escuelas más grandes del país.
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