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Un futuro de calidad

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Nadia Ribó Mallol. Profesora de Ciclo Formativo de Grado Superior de Educación Infantil de la Escola Solc Nou (Barcelona)
Diseñar, implementar y evaluar son los puntos claves para cualquier proyecto, ya sea educativo o no.

Dedicamos mucho tiempo en la realización pero muy frecuentemente poco esfuerzo y motivación en preparar y evaluar. Cuanto mayor es este proceso completo, mayor calidad tiene nuestro proyecto. ¿Sigue estas pautas nuestro sistema educativo? Es necesario pensarlas y aplicarlas convenientemente para conseguir con éxito nuestro objetivo.

En la vida cotidiana, la calidad permite crear un juicio positivo de las acciones que estamos realizando. Una buena calidad implica hacer las cosas como creemos que están bien teniendo en cuenta nuestra sociedad actual. Eso implica mayor bienestar personal pero a la vez mayor satisfacción y felicidad grupal. Es el reto que debemos contemplar.

En el sistema educativo es importante cuidar los aspectos curriculares pero nuestra parte personal es incluso en la mayoría de las veces más importante: los buenos valores y las buenas actitudes permiten ser mejores personas y a la vez mejores profesionales. Es importante dar ejemplo y transmitirlo allá donde vayamos. Se trata de una red que va creciendo y extendiéndose como buenas raíces.

Cuando los maestros y profesores tienen clara su función educativa (objetivos, secuenciación de contenidos, resultados de aprendizaje, en resumen; la programación) resulta más fácil el día a día en las aulas pero siempre sin dejar de pensar y actuar en nuestro público y en las personas que están envueltas; siempre evaluando también su función social.

Necesitamos una buena formación permanente basada en la innovación y el progreso. Todo está inventado pero a la vez todo está por inventar. En la gestión de nuestros centros ésta también invertir en todo lo referente a los recursos humanos que se reinventan y permiten reorientar el aprendizaje a esferas más realistas de la realidad presente.

La autonomía del centro permite decidir pero también diagnosticar hacia dónde nos encaminamos y cuales serán los obstáculos que nos va a deparar el presente inmediato.

Puntos en contra siempre los hay. Falta de tiempo, personal, recursos.... que hacen que con la buena voluntad y esfuerzo de cada uno de nosotros permitamos reflexionar de cómo hacemos las cosas y qué podemos hacer para mejorarlas aunque el viento nos venga de cara.

La calidad educativa implica que los educandos estén potencialmente preparados para guiar su propio aprendizaje, un recurso para mejorar la acción educativa , siempre teniendo en cuenta que el alumnado es nuestro protagonista. Sin embargo, ¿está motivado nuestro alumnado? ¿Sabe bien cual es el camino a seguir? De todos depende su futuro.

El paradigma educativo tiene posibilidades de dar un cambio radical en la manera de enseñar y aprender cuando realmente analicemos qué necesita nuestra sociedad. La coherencia y la lentitud nos pueden ayudar en este nuevo proyecto.

Implica pues tener muy presente que en la calidad participa toda la comunidad educativa, padres, escuela, maestros, profesores, entorno y esto requiere un esfuerzo esmerado de todas las partes vinculadas a este proceso personal y social. Una escucha activa es necesaria para mejorar.

Todos somos el futuro, y nuestro deseo es que éste sea un futuro de calidad. El compromiso y la responsabilidad está en cada uno de nosotros.
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