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Violencia dentro y fuera de las aulas

Editorial

Cualquier violencia debe ser castigada de la misma manera. En las aulas y fuera de ellas. Por fortuna, los casos de violencia son absolutamente minoritarios en las aulas y, me atrevo a decir, en el conjunto de la sociedad, pero si no resolvemos globalmente este fenómeno e intentamos cambiar las tendencias en la sociedad, con el apoyo y ejemplo de familias, maestros y medios de comunicación, lo que se empieza a detectar en los centros educativos no será más que una anécdota.


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Esta semana pasada la Fiscalía Superior de Justicia de Cataluña ha propuesto tramitar como atentado -delito que conlleva penas de cárcel- las agresiones a maestros y a médicos, a raíz de la acusación particular ejercida de la Generalitat de Catalunya por un presunto delito de agresión e insultos de unos padres de un alumno a la directora, la jefa de estudios y la conserje de una escuela de Barcelona.

Lo de menos son los detalles. Ahora toda la discusión mediática y jurídica está en decidir si los maestros y médicos son "autoridad” y por lo tanto, los delitos contra ellos son más o menos graves y las penas más o menos duras. El otro gran caballo de batalla es si esta discusión sirve para todos los docentes y médicos o no incluye a aquéllos que no sean funcionarios.

Como caricaturizaba en un periódico un lector, "hace 30 años, tu profesor te pegaba, se lo decías a tu padre y éste te pegaba, también. Ahora pegas a tu profesor, se lo dices a tu padre y éste le pega o le denuncia”.

Cuando las cosas se pretenden solucionar a través de los juzgados, señal que no van bien.

El problema de fondo está en la sociedad. En la pérdida de límites entre lo que está bien y lo que está mal, en la priorización de los intereses más egoístas y en evitar la asunción de responsabilidades ante una visión educativa donde uno debe asumir sus obligaciones.

En considerar la escuela o el hospital como un supermercado donde tú eres un cliente y los profesores y médicos unos trabajadores que están a tu servicio y simplemente tienen que adaptarse a tus necesidades.

En exigir a la escuela que se comporte como una isla pedagógica de virtudes y después no asumir el mínimo control de lo que los hijos ven en una televisión, que, en lugar de ser una herramienta educadora, sólo es un instrumento que a través de impactos espectaculares genera audiencias útiles para vender productos.

Cualquier violencia debe ser castigada de la misma manera. En las aulas y fuera de ellas. A profesores de escuelas concertadas y a conserjes de institutos públicos.

Por fortuna, y ésto también tiene que señalarse, los casos de violencia son absolutamente minoritarios en las aulas y, me atrevo a decir, en el conjunto de la sociedad. Otra cosa es que la convivencia y el civismo no son noticia.

Pero si no resolvemos globalmente este fenómeno e intentamos cambiar, a medio plazo, las tendencias en las actitudes y los comportamientos de la sociedad, con el apoyo y ejemplo de familias, maestros y medios de comunicación, lo que se empieza a detectar en los centros educativos no será más que una anécdota.

Enric Renau

Editor
editor@educaweb.com
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