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Formación no reglada: innovación, adaptabilidad y profesionalización

Artículo de opinión

  • 05/05/2021

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Desirée López y Hugo da Silva. Técnica de Formación y Técnico de Marketing de Criteria Recursos Humanos (Barcelona)

La llegada de la Covid-19 y los confinamientos y restricciones, hace algo más de un año, obligó a muchas empresas a reinventarse y adaptarse, poniendo de manifiesto la necesidad de estar siempre preparados/as para hacer frente a cualquier imprevisto o adversidad que pueda aparecer.

La pandemia ha revolucionado el panorama laboral a través de la explosión del teletrabajo, lo que ha exigido la adaptación de las plantillas a marchas forzadas y en tiempo récord a nuevas herramientas digitales, procesos de trabajo diferentes y formas de comunicarse alternativas.

Desde el punto de vista organizacional, tenemos la responsabilidad, como líderes, de extraer el máximo potencial de nuestros equipos para hacerlos más competitivos y prepararlos para los entornos VUCA, pero también como forma de materializar nuestro compromiso con su desarrollo y demostrarles su importancia en la empresa, potenciando así nuestro employer branding.

Para ello, las empresas tenemos un apoyo muy importante en la formación no reglada gracias a la Formación programada por las empresas y el crédito bonificable disponible anualmente a través de Fundae, ya que gracias a este importe podemos sufragar parte del coste de realizar nuestras acciones formativas.

Y es que, desde nuestra experiencia, hemos podido comprobar que aquellas empresas con una cultura corporativa alineada con el desarrollo de las personas y que antes de la pandemia ya apostaban por la formación se han adaptado mucho mejor a la situación actual. Esto es debido, en parte, a que su plantilla estaba acostumbrada al proceso de aprendizaje continuo, a hacer uso de plataformas de teleformación, etc., por lo que, si ha sido necesario establecer nuevas herramientas o mecanismos de comunicación, el proceso de organización y transmisión del conocimiento ha sido mucho más rápido y efectivo que en aquellas empresas que han tenido que empezar de cero.

Otra gran ventaja de la formación no reglada es su velocidad de respuesta a la demanda del mercado. Con lo rápido que se suceden los cambios en el entorno empresarial, los procesos de desarrollo de los planes de estudio oficiales requieren unos tiempos que muchas veces no encajan con la necesidad real de las organizaciones.

La formación no reglada permite crear cursos en temáticas innovadoras y de especialización en ciertos ámbitos que la formación reglada tarda mucho más en incorporar a sus programas oficiales y, cuando lo hace, muchas veces no es con el punto de vista o la necesidad real de la empresa. Por ejemplo, cada vez más organizaciones se dan cuenta de que el bienestar de sus plantillas es un indicador clave para la productividad y la innovación, y deciden apostar por la Empresa Saludable, todavía más a raíz de la pandemia. Pues bien, desde la formación no reglada hemos podido desarrollar un Programa de Formación Superior, reconocido por una institución universitaria de alto nivel como La Salle, y que cuenta con la participación de profesionales del mundo empresarial que pueden contar de primera mano y desde su experiencia el desarrollo de estos conceptos tan innovadores desde una vertiente de aplicación práctica y real.

Pero no solo para el entorno empresarial la formación no reglada es importante. Desde un punto de vista personal, también nos ofrece un montón de posibilidades para incrementar nuestras oportunidades de empleo u optar a mejorar nuestra posición. El objetivo es capacitarnos para el desarrollo y actualización de nuestras competencias y conocimientos a lo largo de nuestra vida profesional.

Tampoco hay que olvidar que ciertos cursos de formación no reglada permiten obtener certificados reconocidos o acceder a ciertos puestos de trabajo o pruebas oficiales, como los Certificado de Profesionalidad, que incluyen prácticas en empresa y acreditan un conjunto de competencias profesionales y que son una gran vía para mejorar la empleabilidad, o los cursos de Aspirante a Vigilante de Seguridad Privada o Control de Accesos, que son un paso previo imprescindible para obtener las respectivas acreditaciones que permiten trabajar en el sector.

Además, gracias a las subvenciones que otorgan diferentes Administraciones Publicas y organismos, mucha de esta formación puede ser realizada sin coste para el alumnado.
No contemplar la formación no reglada como una opción supone cerrarse un abanico enorme de posibilidades para el desarrollo personal y profesional. Lo importante, para no equivocarnos, sea cual sea el curso que queramos hacer, es encontrar un centro de formación con experiencia contrastada que cuente con docentes de calidad, donde si tenemos cualquier duda nos puedan asesorar de forma clara y transparente de las opciones disponibles para crecer más y mejor.

 

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