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Orientación educativa y laboral: superar el paso del tiempo para que haya justicia social

Artículo de opinión

La orientación académica y profesional contribuye a erradicar las desigualdades sociales, segúnNancy Arthur, profesora de la University of Calgary

  • 24/05/2018

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Nancy Arthur Doctora y Profesora de la University of Calgary
La defensa de la justicia social como valor fundamental en la orientación educativa y laboral ha resistido el paso del tiempo, a causa, desgraciadamente, de los problemas persistentes de paro y subocupación que afectan de manera diferenciada a las personas de nuestra sociedad.

La orientación educativa y laboral es un recurso importante para ayudar los individuos y los grupos a abordar las desigualdades sociales. En consecuencia, los profesionales de la orientación educativa y laboral llevan a cabo funciones importantes para ayudar las personas a superar las barreras que generan desigualdades a la hora de acceder al mundo educativo y laboral.

La defensa de la justicia social ha sido adoptada por muchas asociaciones profesionales y ha sido referenciada en códigos de ética y estándares de buenas prácticas en el ámbito de la orientación educativa y laboral. También se ha trabajado mucho para desarrollar recursos profesionales que detallan cómo conceptualizan y promulgan los orientadores las acciones de justicia social en el desarrollo de sus tareas.

Los profesionales desarrollan sus funciones laborales dentro del sistema, mientras que a la vez intentan cambiar un sistema que contribuye a las desigualdades sociales. Así, el mandato financiero a menudo limita el acceso al servicio y hace énfasis en la adaptación de las personas a las condiciones laborales y de mercado.

A pesar de que la orientación laboral y la justicia social se han visto históricamente como una ayuda para encontrar trabajo, el énfasis que actualmente se hace en la ocupabilidad se orienta a abordar las demandas del mercado laboral y las presiones para el crecimiento económico. La orientación educativa y laboral implica un mandato más amplio para apoyar a las personas para que desarrollen capacidades plenas dentro y fuera del trabajo remunerado. A pesar de esto, las funciones y el éxito de los orientadores a menudo se valoran por la cantidad de clientes asesorados que acceden al mercado laboral, sea cual sea el trabajo. Las cifras que se publican sobre la ocupación no reflejan las condiciones estructurales que hacen que un número creciente de personas queden privadas de oportunidades educativas y laborales.

No se tiene que dar por hecho que todos los orientadores adoptan la justicia social como valor básico, y tampoco que todos se sienten preparados para emprender acciones o procesos de cambio para alterar las barreras sociales. Es posible que los profesionales no tengan el talento o el tiempo y el apoyo dentro de sus organizaciones para promulgar la justicia social. La cultura laboral influye de manera determinante en las acciones de los profesionales. Así, cuando los orientadores disponen del tiempo y la autonomía para diseñar intervenciones acordadas con los clientes los resultados suelen ser integrales y sostenibles.

Los profesionales también se pueden sentir reforzados para ofrecer servicios educativos, preventivos y consultivos. Aun así, la realidad de las condiciones laborales en las que trabajan actualmente muchos profesionales se basa a ofrecer unos servicios paliativos, prestados de manera urgente y sin margen de tiempo, con la demanda de aumentar el número de clientes "atendidos" o "colocados". Muchos profesionales abordan las desigualdades sociales a través de medios informales y no declarados que eluden las normas de su puesto de trabajo. La acción de la justicia social se convierte entonces en un tipo de economía sumergida; aquí los profesionales trabajan de manera creativa dentro y fuera del sistema para encontrar recursos para sus clientes.

Las desigualdades educativas y laborales a escala global cada vez generan más atención política y pública. Como se ha señalado anteriormente, la justicia social ha resistido el paso del tiempo, puesto que también a lo largo del tiempo han persistido muchas injusticias y desigualdades sociales. No lo podemos normalizar sólo porque esto sea el pan de cada día. Los profesionales trabajan dentro de unos sistemas organizativos que son reflejo de narraciones sociales y estructuras políticas más grandes. Esta interrelación no se puede ignorar en los debates sobre cómo se pueden abordar las desigualdades sociales a través de la orientación educativa y laboral.

 * Este artículo se halla incluido dentro de la publicación Una década posant en valor l'orientació acadèmica i professional. Premis Educaweb 2008-2017, editada por Educaweb con motivo del décimo aniversario de los Premios Educaweb de Orientación Académica y profesional
 
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