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Artículo de opinión

  • 28/02/2018

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Ana Isabel Moreno Díaz, Responsable de Formación del área de Empresas de Adams Formación (Madrid)
Como dijo Stephen Hawking: "La inteligencia es la capacidad de adaptarse al cambio". Esto, aplicado al mundo empresarial y laboral, supone que lo más inteligente por parte de todos, empresarios y trabajadores, sea utilizar todas las herramientas que el mundo de la formación actual pone a nuestra disposición, para ser cada vez más competitivos y productivos y adaptarnos a los continuos cambios.

La formación continua ofrece a las empresas la herramienta para conseguir el perfeccionamiento y desarrollo de prácticas relacionadas con cada profesión, sin límite de edad ni de perfil o categoría profesional.

Las exigencias del mundo actual hacen que el cambio sea una constante en la adquisición de nuevos conocimientos, de ahí la importancia de poner en marcha en las empresas un proceso de formación que permita la mejora de las competencias profesionales de los empleados.

Si tuviera que indicar las ventajas de la formación continua, destacaría que favorece la ampliación de las habilidades sociales y de las capacidades técnicas, potenciando así la autoestima y confianza de quienes participan en ella; incrementa la competencia profesional y la productividad y aumenta la satisfacción en el puesto de trabajo. Todo ello revierte en la compañía.

Afortunadamente son cada vez más empresas las que facilitan la formación continua de sus empleados y se benefician además de la bonificación de todo o gran parte de la inversión en formación, a través de los créditos de formación que se gestionan en la Fundación Estatal de la Formación en el Empleo.

Si bien la publicación desde el 2015 de la nueva normativa que regula la formación programada por las empresas (Ley 30/2015 de 9 de septiembre, hasta su último desarrollo con el RD 694/2017 de 3 de julio), produjo en el primer año de aplicación un descenso considerable en la tendencia al alza de la formación de los empleados, que se venía produciendo, ha tenido como positivo la profesionalización del sector de la formación y que las empresas de formación ofrezcan recursos cada vez más atractivos y efectivos para acercar la formación a las diferentes necesidades formativas.

Lo que pueden ser argumentos o excusas que impiden realizar formación, como la dificultad de encontrar un programa que se ajuste a las necesidades formativas concretas o la falta de tiempo para formarse, han dejado de ser inconvenientes para continuar formándose. Una vez realizada una buena detección de necesidades formativas, las empresas de formación ponen a disposición de las compañías y de sus empleados la realización de programas formativos a medida, ajustados en número de horas a lo esencial, realizados in company y en el horario elegido y eminentemente prácticos.

Tampoco es necesario formar un grupo para poder acceder al curso que se necesita. La formación on line, tal y como está concebida actualmente, con altas dosis de interactividad, eminentemente práctica y directamente aplicable, permite también formar a una sola persona, en cualquier horario y en el lugar elegido en cada momento. Una gran variedad de materias de todas las áreas e incluso títulos oficiales, como los certificados de profesionalidad, es posible realizarlos ahora en modalidad on line, sin desplazamientos.

En conclusión, tenemos al alcance todas las opciones posibles para no quedarse obsoleto profesionalmente hablando y sería un gran error no beneficiarse de ellas.
 
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