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"Con el Proceso de Bolonia el estudiante tendrá por primera vez un instrumento transparente para medir su trabajo, incluyéndose las enseñanzas teóricas y prácticas, y otras actividades académicas dirigidas"

Entrevista

  • 01/06/2009

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Rafael Bonete Perales. Profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Salamanca, miembro del BFUG (Bologna Follow-up Group) y del Grupo de Seguimiento del Proceso de Bolonia en el Ministerio de Educación
¿Dónde reside la necesidad del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), más conocido como Proceso de Bolonia?

El EEES pretende, a corto plazo, que las titulaciones en la educación superior en Europa sean comparables, comprensibles, compatibles y de calidad. Todo ello sin renunciar a la diversidad propia de la educación superior en los 46 países que forman parte del Proceso de Bolonia. A medio plazo, pretende facilitar la eliminación de las barreras a la libre circulación de estudiantes y titulados. A más largo plazo, el objetivo es crear las bases para incrementar el número de titulados superiores en Europa y desarrollar las condiciones para que nuestro continente sea el lugar más atractivo del mundo para estudiar e investigar. A lo anterior debe ayudar la utilización del crédito europeo (ECTS: European Credit Transfer System o Sistema Europeo de Transferencia de Crédito), que impulsa, sin duda, un cambio del paradigma educativo y, de este modo, facilita el necesario tránsito desde la enseñanza al aprendizaje autónomo. Por último, el EEES pretende vincular la educación superior al aprendizaje a lo largo de toda la vida.

¿Qué cambios introduciría en el plan, si pudiese?

Yo insistiría en que no estamos ante ningún plan. Es un proceso que quizá se entendería mejor si fuéramos capaces de difundirlo de forma óptima en la enseñanza secundaria y entre los futuros empleadores.

¿Considera que el Proceso de Bolonia ha sido la excusa para que los estudiantes mostrasen su malestar respecto al sistema universitario?

Antes le he comentado lo que pretende el Proceso de Bolonia, sin embargo, también es importante destacar lo que no pretende: no ha nacido para solucionar los problemas acumulados en la universidad española. De ahí que, probablemente, la oposición al proceso (que, por cierto, es muchísimo menor de lo que se desprende de su presencia en los medios) se haya utilizado como canal por el que difundir insatisfacciones ante la universidad española, que no tienen absolutamente nada que ver con el EEES.

En su artículo "Diez razones para decir sí a Bolonia”, publicado en el periódico El Mundo, destaca que el alumnado será el centro del proceso educativo. ¿Qué repercusiones tiene esta metodología didáctica en el profesorado y en el funcionamiento actual de la universidad?

En primer lugar, gracias a la utilización del crédito europeo, el estudiante tendrá por primera vez un instrumento transparente para medir su trabajo, incluyéndose las enseñanzas teóricas y prácticas, y otras actividades académicas dirigidas (por ejemplo: seminarios, tutorías, trabajo final de Grado), las horas de estudio y otras tareas que el estudiante debe realizar para alcanzar los objetivos formativos propios de cada una de las materias del correspondiente plan de estudios.

En segundo lugar, el correcto desarrollo del EEES sienta las bases para que progresivamente los resultados del aprendizaje (lo que el estudiante debe conocer, entender y ser capaz de hacer tras la finalización de su proceso de formación en la universidad) tengan mucho más protagonismo que los contenidos concretos de las materias presentes en los nuevos planes de estudios.

En definitiva, si el protagonismo recaía antes en "enseñar” contenidos, ahora hay que conceder importancia a "enseñar a aprender”. De considerar que la materia es el centro, se pasa ahora a considerar que el estudiante es el auténtico centro del proceso de aprendizaje. Todo ello, sin olvidar que de la transmisión de conocimiento se debe pasar a la generación de conocimiento.

En este nuevo escenario, la implicación del profesorado en la utilización de metodologías activas debería ser mayor que en el pasado. Para la universidad significa un cambio muy profundo en la organización docente, que va desde modificar el tamaño de las aulas hasta facilitar que los créditos europeos se apliquen y se computen de forma correcta, sin olvidar una potenciación de la cultura de la calidad entre los profesores.

Entre los aspectos que más preocupan a los estudiantes destaca la posible "privatización de la universidad”, entendida a partir de la influencia que tendrá el mercado laboral y las empresas en los estudios. ¿Qué importancia real tendrán las empresas y el mercado laboral en la configuración de los grados?

La última palabra en la configuración de los grados es de los académicos y de las agencias de calidad que han de dar el visto bueno a los títulos. Lo que no impide que se pueda tener en cuenta alguna de las cuestiones razonables que propongan los empleadores, tanto del sector privado como del público, siempre que sean de interés para la universidad y que puedan incrementar la empleabilidad de nuestros graduados/as.

Finalmente, ¿qué recomendaría a los futuros estudiantes que no saben si elegir una licenciatura "tradicional” o un grado homologado?

Si hablamos de comenzar una licenciatura o un grado, esta duda desaparecerá en el curso 2010 -2011. En ese año académico sólo se pondrán comenzar grados. En todo caso, hay que tener en cuenta que el Real Decreto 1393/2007 por el que se establece la ordenación de las enseñanzas universitarias oficiales recoge, como no podía ser de otra forma, que todos los efectos académicos y profesionales asociados a los títulos actuales están garantizados y se mantendrán en el futuro, independientemente de los cambios que experimenten esos estudios con los nuevos títulos. Por lo tanto, si antes del curso 2010-2011 se elije comenzar una licenciatura "tradicional” sus efectos académicos y profesionales están garantizados. Si bien las mejoras metodológicas propias de los grados, ya comentadas en la cuarta pregunta, no están contempladas en muchas de las actuales licenciaturas.

Cuando un alumno/a ha comenzado la licenciatura "tradicional” y quiere cambiarse a un grado homologado de reciente implantación en su universidad o en otra, tendrá a su disposición mecanismos para transitar de una licenciatura a un grado sin problemas.

Si la duda que se plantea es elegir en el curso 2009-2010 entre licenciatura y grado, ambas opciones son correctas. Cuestión distinta es que el valor que le otorgue el "mercado” -no la ley- al grado pueda ser mayor que el que se le ha otorgado hasta ahora a licenciatura. Esto no lo sabemos. Probablemente el "mercado”, como ha ocurrido en otros países europeos, tarde algún tiempo en familiarizarse con el valor añadido de las nuevas titulaciones.
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