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Los rankings de MBAs, ¿alegrías amargas o reconfortantes tristezas?

Artículo de opinión

Cuando se examinan con un espíritu crítico los rankings publicados, pueden abrigarse dudas razonables acerca de si aquellas clasificaciones responden verdaderamente a preguntas como las formuladas o a otras deducibles del interrogante inicial.


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Sebastián Escorne Cardona. Tutor del MBA Executive del Instituto Superior de Marketing-ESIC Barcelona
La periódica publicación en diarios y revistas de rankings de MBAs sugiere al menos una pregunta: ¿cuál es la verdadera importancia desde la perspectiva de las escuelas de negocios, de los alumnos y de las empresas? Es decir, ¿Hasta qué punto es esencial para una escuela de negocios figurar o no en esas clasificaciones?; ¿en cuáles sí lo es?; ¿en qué medida el puesto ocupado por un MBA es la expresión de su calidad?; ¿qué significan los diferentes niveles que un MBA ocupe en otras tantas clasificaciones?; ¿son esas clasificaciones lo que inspira a los reclutadores de personal para abrir los puestos directivos de sus respectivas organizaciones?

Cuando se examinan con un espíritu crítico los rankings publicados, pueden abrigarse dudas razonables acerca de si aquellas clasificaciones responden verdaderamente a preguntas como las formuladas o a otras deducibles del interrogante inicial.

En primer lugar, la importancia de un ranking, como factor de prestigio dependerá del medio que lo publica. En este ámbito, la diversidad es muy amplia y, por tanto, también el nivel de prestigio de los medios que lo presentan.

Por otro lado, al igual que ocurre en cualquier otra investigación, el tamaño y composición de la muestra estudiada, los criterios de la metodología estudiada, los criterios de medición y sus pesos en el conjunto de la valoración son aspectos esenciales a considerar, por lo que la importancia de un MBA vendrá determinada no sólo por la correcta utilización de todo lo expuesto, sino también por la elección de tales o cuales códigos valorativos y su ponderación. En ocasiones, todo lo anterior no queda explicitado, o al menos no con suficiente claridad. Es evidente, no obstante, que un puesto destacado en un ranking comúnmente aceptado como de prestigio puede ser argüido por la escuela que lo imparte como factor positivo frente a sus candidatos, y, cómo no, como una buena tarjeta de presentación a la hora de conseguir o fomentar relaciones con los empleadores.

Ahora bien, al examinar las clasificaciones de MBAs se observa que parten de criterios diferentes o con ponderaciones distintas, por lo que, un MBA situado en los primeros lugares (o en cualquier otro) de un listado, puede ocupar puestos inferiores en determinados factores de la medición y, por supuesto, ostentar niveles distintos en otras tantas clasificaciones, en función de la perspectiva utilizada. Así pues, según fuere el factor más valorado por una empresa, su elección a la hora de reclutar podría apartarse del lugar que en conjunto ocupe el MBA. Del mismo modo, si los estudiantes sólo se guiaran por el ranking en su clasificación de conjunto, costaría entender que MBAs situados en posiciones medias o bajas de la tabla gocen de un elevado (en ocasiones elevadísismo) número de candidatos, y que una vez graduados ocupen puestos relevantes en otras tantas empresas.

El MBA de Chicago GSB ocupa el primer puesto en el último ranking de másteres en administración de empresas de The Economist, pero en lo concerniente al incremento salarial obtenido por sus graduados a lo largo de su evolución profesional lo encontramos en el puesto 39º. Ocupar el primer puesto en aquel ranking y el 39º en el factor "aumento salarial" ¿debe ser causa de alegría o de amargura?

¿Es reconfortante para una muy conocida escuela de negocios española tener una mejor posición que Chicago GSB en varios criterios (entre ellos el salarial), a pesar de la tristeza que pudo suponer descender del primero al tercer lugar en el citado ranking?
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