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Investigar en la universidad

Editorial

El profesor universitario no puede investigar bien en la Universidad, pero utiliza su plaza para ganarse la vida fuera de la institución haciendo ver que es "innovación”. Los Gobiernos, en lugar de generar una dinámica de acercamiento entre la Universidad y la empresa, se convierten en el principal consumidor de servicios de I+D+I pervirtiendo el sistema. Se tiene que dar la vuelta al sistema, dejando que cada actor haga su papel y racionalizando el mapa universitario.


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Vaya por adelantado que las estadísticas demuestran que la investigación universitaria en Europa y, sobretodo, en España, no funciona. No funciona por su bajo presupuesto y no funciona por la prostitución del sistema.

Los líderes políticos y los representantes de la comunidad universitaria se hartan de insistir en la importancia de invertir en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) como estrategia de futuro de los países occidentales para convertirse en una sociedad y una economía del conocimiento. Un mercado de trabajo y un sistema productivo donde prime la mejora permanente de la formación de las personas para poder innovar y crear unos productos y servicios que tengan un valor añadido diferencial respecto a la competencia internacional de los países en vías de desarrollo.

Pero, a la hora de la verdad, el modelo universitario que se ha creado en España acerca geográficamente la universidad al estudiante multiplicando la creación de facultades por doquier, en lugar de fomentar la especialización de éstas según criterios estratégicos.

Las universidades españolas son generalistas, lo que impide priorizar los presupuestos en recursos humanos para la docencia y en investigación. España tiene algo de todo en todas partes, pero no destaca, prácticamente, en nada, a nivel internacional.

Ello conlleva tener un presupuesto de investigación muy distribuido que no llega a ser excelente en nada. La Ley de Función Pública, la legislación universitaria y el modus operandi de los dirigentes y los rectores, en cambio, permiten que el profesor universitario, en lugar de ganarse la vida haciendo investigación básica, se dedique a vivir como consultor o como subcontratado del sector público, dedicando una buena parte del sueldo que recibe de los impuestos de los ciudadanos y las empresas a hacer competencia desleal a empresas y organizaciones privadas o a temas del que no siempre es especialista.

El profesor universitario, pues, no puede investigar bien en la Universidad, pero utiliza "su plaza universitaria” para trabajar y ganarse la vida fuera de la institución educativa haciendo ver que es "innovación”.

Los Gobiernos, además, observan la mala posición de España o las CCAA en los rankings de I+D+I y, en lugar de generar una dinámica de acercamiento entre la Universidad y la empresa, se convierten en el principal consumidor de servicios de I+D+I de las Universidades, pervirtiendo, ya, del todo, el sistema, para hacer mejorar las estadísticas.

Se tiene que dar, por completo, la vuelta al sistema, dejando que cada actor -universidad, empresa y administración- haga el papel que, de verdad, sabe hacer y racionalizando el mapa universitario aunque ello conlleve sacrificios.

Enric Renau
Editor
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