La Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS) agrupa a los Consejos Sociales de las universidades públicas y a los consejos y patronatos de universidades privadas. Somos los órganos que representan a la sociedad en el gobierno de las universidades y actuamos como elementos clave de conexión entre la universidad y su entorno. Entre nuestros compromisos fundamentales está potenciar la empleabilidad del estudiantado universitario, reforzando el vínculo entre el ámbito académico y el productivo, adaptando los planes de estudio a las demandas de una sociedad en transformación constante y promoviendo una formación orientada al desarrollo de competencias profesionales reales.
En este contexto, las prácticas académicas externas se revelan como un componente esencial para mejorar la empleabilidad de los estudiantes y facilitar su inserción en el mercado laboral. Conscientes de su importancia, desde la CCS hemos colaborado activamente con otras seis entidades representativas del ecosistema universitario y empresarial en la elaboración del Libro Blanco de las Prácticas Académicas, coordinado por la Fundación Universidad Empresa de Madrid. Esta iniciativa persigue establecer un marco de referencia que impulse unas prácticas de calidad, útiles para estudiantes, empresas y universidades.
La normativa que regula las prácticas académicas externas subraya su carácter formativo y su papel fundamental en la preparación del estudiantado para su futuro profesional. Estas prácticas permiten aplicar y complementar los conocimientos adquiridos durante la carrera, al tiempo que fomentan competencias clave como la empleabilidad, la iniciativa o la capacidad de adaptación. Deben entenderse, por tanto, como una extensión natural del aprendizaje universitario, que conecta la teoría con la realidad del entorno laboral y refuerza los resultados de aprendizaje previstos en los planes de estudio.
Los beneficios de las prácticas académicas externas
Esta dimensión formativa ofrece beneficios muy relevantes no solo al propio estudiantado, sino también a las empresas colaboradoras y a la sociedad en su conjunto, a la que representamos en el sistema universitario español. Las prácticas externas contribuyen al desarrollo personal y profesional de los estudiantes, mejorando sus posibilidades de empleabilidad y aportando valor añadido al tejido productivo y, con ello, al desarrollo económico y social del país.
Para los estudiantes universitarios, las prácticas constituyen una experiencia formativa clave que les permite aplicar sus conocimientos teóricos a situaciones reales, enfrentarse a contextos profesionales auténticos y adquirir competencias prácticas imprescindibles para su futuro desempeño laboral. Además, este contacto temprano con el mundo del trabajo les ayuda a mejorar su autoconocimiento, identificar fortalezas y carencias, y desarrollar habilidades transversales como la capacidad de adaptación, la gestión del tiempo, la resolución de problemas y el trabajo en equipo. Las prácticas fortalecen, por tanto, la empleabilidad y aumentan las probabilidades de inserción laboral exitosa.
Para las entidades de acogida, acoger estudiantes en prácticas representa una oportunidad estratégica para detectar y atraer talento joven con formación actualizada, nuevas perspectivas y una actitud motivada. Las y los estudiantes aportan entusiasmo, creatividad y formas de pensar renovadas que pueden enriquecer los procesos internos de la organización.
Además, el intercambio generacional que se produce al incorporar jóvenes en equipos experimentados contribuye a la transmisión del conocimiento, la innovación organizativa y la adaptación constante a un entorno empresarial en cambio permanente. La empresa se convierte así en un agente formativo activo y se beneficia, a su vez, de una cantera potencial de futuros profesionales.
Desde el punto de vista social, las prácticas académicas tienen una incidencia directa en la cualificación de la población joven, el desarrollo de competencias para la ciudadanía activa y el fortalecimiento del capital humano del país. Contribuyen a construir una fuerza laboral más preparada, resiliente, innovadora y comprometida con los desafíos colectivos. En este sentido, la participación de la sociedad en la definición de la educación superior a través de los Consejos Sociales resulta especialmente valiosa, ya que permite orientar la formación universitaria hacia las necesidades reales de la economía y del entorno social.
Desafíos de las prácticas universitarias
El desarrollo pleno de las prácticas universitarias se enfrenta a desafíos importantes. El primero de ellos es la estructura del tejido empresarial español, compuesto mayoritariamente por pequeñas y medianas empresas y microempresas. Esta realidad hace que uno de los principales retos sea asegurar una oferta suficiente y de calidad de prácticas para el conjunto del estudiantado. No basta con generar plazas: es esencial que cada práctica tenga un proyecto formativo bien definido, tutorizado y evaluado. La calidad de la experiencia es tan importante como su disponibilidad.
Por otra parte, la distancia entre las competencias que demandan las empresas y las que poseen los titulados universitarios continúa siendo preocupante. El fenómeno del infraempleo de jóvenes altamente cualificados, junto con el desajuste entre la oferta formativa y las necesidades reales del mercado laboral, pone de manifiesto la urgencia de avanzar hacia modelos educativos más integradores, flexibles y conectados con el entorno productivo.
En este contexto, la Conferencia de Consejos Sociales está impulsando la difusión e implantación del modelo de Formación Dual Universitaria, en colaboración con universidades y entidades especializadas en innovación educativa.
Este modelo combina los aprendizajes teóricos en la universidad con una formación práctica en la empresa, desarrollada en régimen de alternancia. La entidad colaboradora participa en el diseño del plan formativo, y el estudiante realiza entre el 20% y el 40% de los créditos en la empresa, donde recibe una formación práctica con remuneración obligatoria. Esta integración de la empresa como agente educativo permite una preparación más conectada con la realidad profesional y mejora significativamente las oportunidades de inserción laboral.
En definitiva, los Consejos Sociales promovemos decididamente la inclusión de prácticas curriculares en todos los grados y másteres en los que sea viable, y consideramos la Formación Dual Universitaria como una vía estratégica para adecuar el sistema de educación superior a los retos del siglo XXI. Esta apuesta contribuye a una universidad más comprometida con la innovación, la cohesión territorial y la sostenibilidad, y más útil para el conjunto de la sociedad.
En esta línea, mantenemos una estrecha colaboración con la Fundación Bertelsmann y la Universidad de Mondragón en el desarrollo de un modelo compartido de Formación Dual Universitaria para España, que permita una implantación sólida en las universidades públicas. Este trabajo conjunto busca definir estándares comunes, diseñar herramientas de planificación y evaluación, y sistematizar buenas prácticas, con el objetivo de superar barreras estructurales, aumentar la implicación del tejido empresarial y ofrecer a los jóvenes una formación con mayores garantías de empleabilidad y desarrollo profesional.