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La "evolución" del empleo

Artículo de opinión

  • 04/05/2023
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Mónica Pérez. Directora de Comunicación y Estudios de InfoJobs
En los años 50 del siglo pasado, los computers (calculadoras o computadoras humanas) eran los profesionales, mayoritariamente mujeres, que realizaban ecuaciones y cálculos matemáticos con los que se llevaban a cabo complejos estudios e investigaciones, sobre todo en el ámbito aeronáutico. También en esa época existían las mecanógrafas o los ascensoristas, empleos que, con la llegada de la automatización y los avances tecnológicos, sobre todo los ordenadores, quedaron obsoletos o evolucionaron hacia otras funciones.

En el mercado laboral hay puestos de trabajo que desaparecen o se transforman, pero también se crean otros nuevos. Las necesidades de la sociedad y los requerimientos tecnológicos actuales han favorecido la aparición de profesiones que antes no existían, desde expertos en redes sociales, apps e inteligencia artificial a profesionales del marketing y la industria digital o especialistas en el sector de la energía y el medio ambiente.

La tecnología siempre ha sido un elemento disruptor con un gran potencial de transformación y en las próximas décadas seguirá impulsando la creación de nuevos trabajos. Según el último informe Future of Jobs Report del Foro Económico Mundial, la adopción de tecnologías por parte de las empresas transformará el panorama laboral de tal forma que en 2027 el 23% de los empleos serán diferentes: se prevé la creación de 69 millones de nuevos puestos de trabajo y la desaparición de 83 millones. La transformación digital, como ocurre con otras revoluciones industriales, es un reto y una oportunidad para el futuro del empleo. Si bien es cierto que no alcanzamos a esbozar con claridad dicho futuro (la aplicación de la inteligencia artificial, por ejemplo, está generando muchas dudas), parece que el saldo (puestos emergentes frente a desaparición de algunos ya existentes) será positivo.

Por otro lado, el escenario actual sí ofrece algunas claves para ayudarnos a predecir dicho futuro. Así, vemos como los profesionales del sector tecnológico se encuentran entre los más demandados por las empresas y se necesitan expertos del campo de las humanidades para que dicha tecnología sea cada vez más humana. La digitalización ya es una realidad que afecta a todos los sectores productivos y genera una demanda creciente de especialistas TIC, pero también en otros sectores como comercial y ventas, atención al cliente y compras, logística y almacén que son las categorías que han sumado mayor número de vacantes en 2022 y siguen tirando del empleo en 2023.
 
Turismo, que según datos de nuestro informe sobre el Estado del mercado laboral en España ha pasado de 110.634 vacantes publicadas en 2021 a 251.416 en 2022, es el sector que más ha crecido en términos absolutos y se prevé que mantenga este buen comportamiento durante 2023, a pesar del actual contexto de desaceleración. Otras categorías en auge son ingenierías y técnicas, sanidad y salud y sector farmacéutico, aunque es cierto que están tensionadas por la escasez de profesionales y el aumento de la necesidad de especialistas.

Ante esta situación, hay una evidencia clara: la necesidad de formar a los profesionales en habilidades digitales, ya que la convivencia con la tecnología hará cambiar los roles, pero también en las llamadas capacidades blandas, que las empresas valoran cada vez más. Hablamos de habilidades creativas y sociales como la inteligencia emocional, el pensamiento crítico-analítico o la capacidad de aprender y de adaptarse al cambio.

Y la formación es la base. Como destacamos en nuestro informe anual, en nuestro país existe una brecha entre las necesidades de las empresas y la cualificación de los jóvenes. En este sentido, el 34% de los candidatos que se inscribieron a una oferta de trabajo en el año pasado contaba con formación universitaria, mientras que la Formación Profesional supuso un 28% y los estudios básicos, un 18%. En contraposición, tan solo el 13% de las vacantes publicadas durante 2022 demandaba un nivel de formación universitaria.

Por lo tanto, la respuesta está en la adecuación de los planes formativos, la reorientación hacia actividades de valor añadido y la aceptación de la evolución natural del tejido laboral. Como las especies de Darwin que se adaptan para sobrevivir en entornos cambiantes, también el empleo vive su propia evolución.
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