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Vivir aprendiendo

Artículo de opinión

  • 31/01/2023
  • Tiempo de lectura 7 mins

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Antonio Dueñas, profesor de FP de la familia de Informática y Comunicaciones, y Ana María Gómez, profesora de FP en el área de Lenguas Extranjeras
Las personas estudian obligatoriamente hasta la Educación Secundaria Obligatoria (ESO). Luego pueden estudiar Bachillerato, Formación Profesional de Grado Medio o Superior, Grado Universitario, Postgrado, Máster, Doctorado. O trabajar. ¿Y después, qué pueden estudiar? ¿Quieren estudiar? ¿Deben estudiar?
 
La oferta formativa es muy amplia, ya sea una formación oficial o no oficial.  Con la formación oficial se obtiene un título oficial que puede servir para obtener una categoría profesional o tener acceso a otra formación superior.
 
La nueva Ley Formación Profesional aprobada el pasado 23 de marzo de 2022 va a hacer que los Centros de FP sean importantes para la formación continua, porque se han integrado los certificados de profesionalidad con la FP. Estos certificados sirven para acreditar las competencias profesionales y garantizan que la persona que los obtiene tiene los conocimientos, las habilidades y las aptitudes para desarrollar una actividad laboral, de acuerdo con las exigencias del mercado laboral.
 
Con la formación no oficial se obtiene un título (o no), pero su aceptación o validez dependerá de factores como las necesidades de las empresas, las soluciones tecnológicas más usadas en el momento o las más novedosas y el prestigio del centro o profesor/a formador/a.
 
Se necesita elegir qué formación realizar y cada persona lo hará según sus necesidades y motivaciones. La motivación para formarse puede existir, pero "no se puede añadir conocimiento a un cerebro que está inmerso en mil preocupaciones y bajo un gran estrés emocional". Lo vemos a diario en las aulas con nuestros alumnos y lo mismo sucede con los adultos. Porque para formarse, hay que concentrarse y centrar la atención.
 
Si la energía no está concentrada, cuesta mucho que los proyectos salgan adelante. Estas fugas de energía están en cualquier área de la vida y si una se ve afectada, las demás también. Sería como una rueda que deja de ser redonda, ¿puede avanzar? Quizás sí, pero cómo, ya es otro tema.
 
Además, para formarse se necesita tiempo y dinero.  La formación continua puede tener una duración desde 10 horas hasta más de 2.000 horas. Si se trabaja, ¿la empresa facilitará las cosas para que la persona empleada pueda hacer esa formación?
 
El Artículo 23.3. "Promoción y formación profesional en el trabajo" del Estatuto de los Trabajadores (dice: "los trabajadores con al menos un año de antigüedad en la empresa tienen derecho a un permiso retribuido de 20 horas anuales de formación profesional para el empleo, vinculada a la actividad de la empresa, acumulables por un periodo de hasta cinco años". 20 horas al año no parecen muchas.
 
Y sobre el coste, la formación oficial puede ser subvencionada, con precios públicos si se hace en centros formativos públicos o con precios libres si se hace en centros concertados o privados. 
 
Se comenta mucho que la formación online es el futuro. ¿Y cómo se aplica en este caso? La formación online puede ayudar a la formación continua porque permite realizarse sin horarios fijos, sin desplazamientos, con soporte de un docente y a unos precios más económicos, además de poder llegar a más estudiantes. Pero no todos los conocimientos ni contenidos se pueden aprender a distancia, porque se necesitan hacer actividades y prácticas que muchas veces no pueden digitalizarse. Y no todo el alumnado tiene las competencias digitales para un buen aprovechamiento.
 
Además, todavía no hay mucha oferta de formación continua online oficial, pero sí hay más no oficial. Por tanto, con todo esto, parece que hay más dificultades que facilidades para la formación continua. Entonces, ¿debemos formarnos de manera permanente?
 
Vivir aprendiendo te permite incorporar nuevos conocimientos y experimentar situaciones nuevas. El aprendizaje es exponencial porque cuantos más aprendizajes obtienes, más capacidad de conectarlos entre ellos y de crear reflexiones nuevas que saben especialmente bien por ser propias. "Te conviertes en responsable y protagonista de tu camino".
 
Vivir aprendiendo te permite escuchar lo que los demás tienen qué decir, dándote la oportunidad de expandir tu mente o de reforzar tus ideas si es el caso. Esto tiene que ver con la escucha activa y el aprendizaje significativo.
 
La escucha activa no es sólo escuchar y entender, también es empatizar. Y el aprendizaje significativo permite hacer nuevo conocimiento a partir del que ya se tiene, conectándolo con más conocimiento, integrándolo, volviendo a ser dueño de tu propio aprendizaje.
 
Se pueden adquirir conocimientos que pueden ser técnicos y muy especializados, pero hay un conocimiento que lo envuelve todo y que es difícil de valorar de manera objetiva. Y ese es el autoconocimiento.
 
En la actualidad hay un boom de formaciones, retiros y experiencias para llegar a entender cómo funcionamos y cómo podemos mejorar nuestro bienestar diario.   

Vivir desde el aprender es un estilo de vida que te convierte en un ser flexible, adaptativo y empático. Y, sobre todo, te permite tener la libertad de cambiar de idea. Porque lo que pensaste hace unos años no tiene porque ser lo mismo que hoy, básicamente porque tú no eres el/la mismo/a, has evolucionado gracias a todos esos aprendizajes que has recogido por el camino.
 
¿Conoces a personas que no cambian de opinión nunca? Eso es porque viven sabiendo, convirtiendo el conocimiento en dogma, que dista mucho del vivir aprendiendo. ¿Y cómo es ese camino de aprendizaje? Puede ser impuesto por tus estudios, tu trabajo actual, motivado por un cambio laboral o sencillamente por el puro placer de aprender (por ejemplo, a sus 70 años, el italiano Luciano Baietti cuenta con el récord mundial de 15 títulos académicos universitarios de diferentes disciplinas).
 
Puede ser un viaje para conocer el cuerpo y la salud, las emociones, las relaciones, la trascendencia, el dinero y la carrera profesional. Y como vemos, la carrera profesional es sólo una parte. Así pues, la mejora continua no sólo se debe enfocar en la carrera profesional, que también, si no en cada una de las áreas anteriores.
 

La mejora continua como un modo de vida

Se ha de incorporar la mejora continua como un modo de vida y para eso hay que entender que nada puede considerarse como algo terminado o mejorado en forma definitiva. Estamos siempre en un proceso de cambio, de desarrollo personal y profesional y con posibilidades de hacerlo mejor.
 
La mejora continua ya se lleva trabajando hace años. Se basa en la idea que, si realizamos pequeñas mejoras de forma continua a lo largo del tiempo, éstas pueden conducir a cambios importantes a largo plazo. Es lo que los japoneses llaman Kaizen ("kai" = mejora y "zen" = bueno, bienestar). De ahí sale la metodología Kaizen y también diversas metodologías ágiles como Scrum para el desarrollo de software, Kanban que usa Kaizen y Design Thinking para la creación de productos y servicios. Además de la mejora de procesos con Six Sigma, muy utilizada en entornos industriales.
 
Otro concepto a tener en cuenta es que aprender no es lo mismo que estudiar. Aprender se puede hacer sin estudiar, ya sea de manera consciente o inconsciente. A veces, sólo se trata de aprovechar todos los aprendizajes que te ofrece la vida. Para ello, hay que tener la mente abierta y hacer un ejercicio de aprendizaje a diario, no sólo en el contexto académico y laboral, sino también en el personal y social.
 
Uno de los objetivos de las personas es evolucionar y dentro de la evolución está el aprendizaje. Aprendemos de manera multifactorial, por el simple hecho de vivir, motivados por nuestras preferencias personales y llevados por conocimientos técnicos profesionales.
 
Aquella persona que desde la humildad está aprendiendo constantemente, conduce su vida sin dudarlo a un lugar mejor y, en consecuencia, a una sociedad mejor. "El saber no ocupa lugar" o "aprender debería ocupar el lugar que le corresponde".
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