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Aprendizaje por descubrimiento

Artículo de opinión

  • 22/09/2020

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Ana María Martínez. Jefa del departamento de tecnología del IES San Juan Bosco de Jaén (Andalucía)
¿Qué ha funcionado y qué no en la educación y la formación durante el confinamiento a causa de la pandemia? De entrada, atajamos el planteamiento de la pregunta que se articula en positivo: ¿Qué ha funcionado? Para contestar me parece interesante analizar primero, ¿funcionado para qué? ¿con qué objetivo? Y claro, aquí, difieren mucho los puntos de vista de según qué miembro de la comunidad educativa: la familia, los docentes o los estudiantes.  
 
Volvemos, por tanto, a la clave positiva. Quiero pensar que el objetivo primordial de la educación, el objeto de nuestro trabajo y preocupación como docentes, de nuestro afán por mejorar y dar con la clave del éxito educativo, es el alumnado. Su desarrollo integral, como personas con pensamiento crítico, respetuosas y tolerantes, su bienestar social, personal, el potenciar su curiosidad y creatividad, la adquisición de conocimientos y desarrollo de sus capacidades… ¿Me estoy viniendo demasiado arriba? No, esto es lo trabajamos en la escuela. Desde el centro, con planes y proyectos, actividades extras, de convivencia o de intercambio, con la hoja de ruta del carácter propio del centro educativo y de cada docente en su aula. Cada uno con su formación, en su materia, con sus herramientas, sus limitaciones, sus "vicios" también, su toque personal y siempre con mucho corazón. Oiga, que no nos dé vergüenza, la educación la mueve el amor.
 
¿Qué pasa con todo esto en el confinamiento? Que nos pilló totalmente desprevenidos. Dejando de lado que no supimos si esto era para unas semanas o unos meses, pequeño detalle, ya que la incertidumbre es un elemento de distracción.  Lo cierto, es que cuando sucedió pensé "me he dejado las fotocopias en la mesa, y los materiales preparados en los cajones y yo ahora cómo trabajo con mis niños en sus casas, sin saber qué tienen qué no". Nos separaba una distancia insalvable, básicamente la de no saber cómo estaban, cómo en casa con vuestra familia, sin saber si teníamos posibilidad de vernos, si teníais conexión, dispositivo… Es más, es que yo misma no sabía muy bien cómo contactar con ellos… Con mis niños. Reinventarse o morir, por nuestro trabajo y por los chicos, no podíamos dejarlos encerrados sin más. Volvemos al amor.
 
He comprobado a lo largo de mis años de profe, más de 20 (¡qué indiscreción!), por los compañeros que he conocido en los distintos centros en los que he trabajado y por mis otras experiencias profesionales, que los docentes tiene un perfil muy similar, independientemente de la materia o el nivel que impartan. Hablo de docentes con vocación.
 
Así, concluyo que, tenemos una magnífica capacidad de adaptación. Piensa cuando a Jaimito esto no le sale o no le entiende, cómo yo le daré cien maneras hasta que lo entienda, o si este año me toca esta aula con estos recursos, pongo patas arriba lo que tenía preparado, en un "plis".
 
También contamos con una enorme creatividad. Años dando la misma materia y nunca dos cursos fueron iguales, a la altura del 1 de septiembre la cabeza no para de inventar. Inquietud, solemos buscar un plus, por eso organizamos un viaje con un montón de adolescentes, por lo que esto les aportará personalmente, o reorganizamos la clase distinta a ver si funciona lo que tanto me llamó a mí la atención. Generosidad, quizás esta sea la cualidad más notable de los docentes.  Compartimos nuestras fórmulas magistrales, encantados y de forma desinteresada con nuestros compañeros. (Las redes han sido la panacea).
 
Con estas cualidades de serie: capacidad de adaptación, creatividad, inquietud y generosidad, lo de arrancar en el confinamiento fue solo cuestión de asumir la temporalidad. Así, los compañeros se pusieron las pilas en el tema de las competencias digitales, cada uno desde un punto de partida distinto, unos más cómodos que otros, unos más resueltos que otros, pero todos asumimos que había que hacerlo y lo hicimos, remangándonos y frunciendo el ceño. Compartimos fórmulas para clases online, maneras de grabar vídeos, actividades, formas de conectar con los chicos, saber de ellos…
 
"En el confinamiento los docentes se pusieron las pilas en el tema de las competencias digitales, cada uno desde un punto de partida distinto, unos más cómodos que otros, unos más resueltos que otros, pero todos asumimos que había que hacerlo y lo hicimos".


Además, aprendimos a preparar el material de una manera distinta, torpeando más o menos…Mañana, tarde o noche, conectados porque tampoco estaba muy claro cuándo atender a los muchachos y muchachas, y se nos hace muy difícil decir que no estoy ahora… Quiero estar.
 
Básicamente nuestro aprendizaje ha sido aprendizaje por descubrimiento, aprendizaje entre iguales y también, como no, ensayo-error. Nos hemos aventurado a alguna formación de urgencia, sin saber muy bien a qué nos apuntábamos, cuál era nuestra necesidad, tan perdidos como estábamos.


¿Y qué no ha funcionado?

 
Aunque parezca una contradicción, la soledad… Supongo que todo hubiera sido más fácil si se hubiera podido predecir la extensión en el tiempo, el alcance de esta triste historia. La capacidad de reacción de los responsables de la educación hubiera sido, en este caso, más efectiva. Articular, eso que los docentes hemos ido improvisando y compartiendo a salto de mata, solos, de una manera coordinada, en formación, en plataformas, en horarios, en información y formación a familias.
 
También ha fallado la coordinación, información y planificación. Quizás el sentarse y con sangre fría a trazar una estrategia de formación concreta para los docentes, una organización de la nueva escuela más dirigida y unánime, todo de manera valiente y contundente. No estaba de más, aunque hubiéramos vuelto a la presencialidad antes de lo que se volvió. Sumaba y era posible.
 
Los centros de formación del profesorado reaccionaron de inmediato. Organizando en tiempo récord formaciones específicas y de mucha calidad y los docentes han respondido a estas con inscripciones masivas. Por sí mismos, solos…
 
Los docentes hemos estado a la altura de las circunstancias dando todo y más y aquellos objetivos prioritarios que comentaba al principio, han sido salvados en alguna medida. Una cosa está clara y continúa sin resolverse, nos han faltado los abrazos, las risas y ese desorden ordenado lleno de colores que es el aula. La de verdad.
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