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La educación afectivo-sexual, la asignatura imprescindible y siempre pendiente

Artículo de opinión

  • 27/02/2020

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Ana Cobos, Presidenta de COPOE y orientadora profesional del IES Ben Gabirol, Málaga (Andalucía)
En pleno siglo XXI con tantos derechos y libertades alcanzados en nuestra sociedad resulta incomprensible que todavía no hayamos resuelto cómo abordar la   educación afectivo-sexual y que actualmente siga generando polémicas y debates en los medios de comunicación. Es el caso de la propuesta de VOX en relación con que se establezca un pin parental por el que se precise la autorización de las familias para abordar la sexualidad en las aulas.
 
La educación afectivo-sexual es imprescindible en el sistema educativo y podemos afirmarlo categóricamente por entre otros, los siguientes motivos:
 
 

Gestión emocional

 
La educación afectivo-sexual no es que deba comenzar lo antes posible, sino que debe estar presente a lo largo de toda la vida. Desde bebés, los humanos exploramos las emociones y también el placer, lo que abarca aspectos que van mucho más allá de la genitalidad. Aprender a sentir y a saber qué se siente y por qué es toda una competencia que se adquiere con la práctica. Todos conocemos a personas muy competentes en su ámbito profesional que también podrían denominarse auténticos "analfabetos emocionales", pues no saben cómo gestionar sus emociones y menos aún cuando estas implican relacionarse con otras personas.

Son varios los momentos en que la vida pone a prueba las competencias emocionales y sin embargo se afrontan sin recursos y desde la improvisación, algo que podría ser evitable si se trabajara en los centros educativos. Identificar las emociones es toda una competencia clave y además primordial para la vida, ya que contribuye al bienestar de las personas en el mundo y consigo mismas.
           
Es difícil delimitar entre educación emocional y afectivo-sexual pues en las lindes se encuentran aspectos tan importantes para las personas como la autoestima, el autoconcepto y la asertividad. Recientemente estamos viendo en los medios de comunicación campañas que recuerdan que "solo sí es sí" y que "no es no", pues bien, para ello es necesario concienciar a nuestros y nuestras jóvenes de esta idea desterrando consignas machistas de todos conocidas, aunque no siempre identificadas como tales.
 

Identificación de abusos

 
Los abusos sexuales son mucho más frecuentes de lo que pensamos y estos se producen sobre todo en el ámbito más íntimo, el doméstico. Por mi experiencia profesional he visto varios casos que además siguen el mismo patrón. La víctima suele ser una niña que ha sufrido abusos sexuales por parte de un familiar cercano. En los casos que yo he conocido, el agresor siempre es un hombre con una relación de parentesco con la niña y con una diferencia de edad de al menos una generación. Los ejemplos de parentesco más frecuentes que he visto son padrastros o parejas de la madre y abuelos.
 
Las niñas y niños precisan de educación afectivo-sexual para poder identificar las conductas de los adultos y saber distinguir con claridad entre las manifestaciones de cariño y las que tienen connotación sexual, entre las permitidas y las intolerables. Las niñas y niños deben conocer cómo son los mecanismos que emplean los abusadores tales como chantajes emocionales, regalos, pactos de silencio… Nuestros menores deben disponer de información y herramientas para reconocer este tipo de conductas y saber cómo actuar, lo que siempre pasa por denunciar a un adulto la situación. No en vano, en la mayoría de las ocasiones, es precisamente en el centro escolar donde la niña abusada se sincera, donde encuentra la confianza y seguridad como para poder expresarse y liberarse de su angustia y este clima se genera especialmente cuando se ha trabajado la educación afectivo-sexual en las aulas.
 

Desarrollo del autoconcepto y de la autoestima

 
La sexualidad es tan diversa como la condición humana. Siempre lo fue. La visibilidad es el valor que se le ha añadido en los últimos años y afortunadamente en el pensamiento colectivo está que nadie debe sufrir por su diversidad sexual.
 
Al producirse la socialización entre iguales en los centros educativos, es en ellos donde suelen darse las primeras manifestaciones de diversidad, no solo en la orientación sexual, sino también en la expresión de género en la adolescencia, así como la manifestación de la identidad de género. Cuando en los centros educativos se trabaja la educación afectivo-sexual se crea el clima de confianza y seguridad imprescindible para que los menores que se encuentran en estas situaciones puedan expresarse con libertad, sin burlas y sin ser juzgados. A este respecto hay que recordar que el alumnado que presenta alguna diversidad sexual multiplica por tres el riesgo de padecer acoso escolar, lo que también se refleja en las tasas de autolisis adolescente.
 
"Cuando en los centros educativos se trabaja la educación afectivo-sexual se crea el clima de confianza y seguridad imprescindible para que los menores que se encuentran en estas situaciones puedan expresarse con libertad, sin burlas y sin ser juzgados".

 

Evitar la des-educación sexual

 
La curiosidad de los humanos por la sexualidad es algo innato pues va ligada a la supervivencia de la especie y además al placer. Por ello, siempre los menores van a intentar satisfacer su curiosidad y lo van a hacer guiados por expertos o por libre. La tecnología del siglo XXI permite el fácil acceso a contenidos relacionados con la sexualidad y en la mayoría de las ocasiones se trata de información no adecuada pues no está supervisada por especialistas.Estas informaciones, unidas a la visión de la pornografía por parte de los menores, hace especialmente lesivo el uso de estos contenidos para el desarrollo de una sexualidad saludable, un poderoso motivo para apostar por una educación afectivo-sexual a cargo de especialistas en el contexto educativo y apoyado por la confianza de las familias en el sistema.
 

Sexualidad saludable

 

Durante décadas la educación afectivo-sexual se asoció a que el alumnado conociera la sexualidad humana en cuanto a la reproducción para poder evitar los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual. Aunque hayamos añadido otros motivos no debemos dejar de destacar la importancia de tratar este asunto, especialmente cuando los últimos estudios revelan que se está dando un repunte en los contagios de enfermedades entre jóvenes.
 
En definitiva, la educación afectivo-sexual debe estar presente en el sistema educativo desde el comienzo de la escolarización y plantearse siempre según la demanda del momento evolutivo del alumnado. Los contenidos de la educación-afectivo sexual se basan en los principios de la Psicopedagogía y obedecen a criterios de rigor científico, por lo que siempre se van a trabajar de cara al bienestar emocional y de la mano de profesionales competentes, de ahí que las familias deban confiar en el sistema educativo para que aborde esta temática, al igual que lo hace en todas las demás. Se trata de un derecho que tienen nuestros menores a recibir estos contenidos dentro del conjunto de enseñanzas que los preparan para disfrutar de una vida mejor.

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