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Buscar alianzas en YouTube y otras plataformas de vídeo. Una nueva forma de educar

Artículo de opinión

  • 18/12/2019

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Sandra Suárez, Orientadora educativa en la Conselleria d'Educació, Recerca i Universitat de las Illes Balears
Desde hace pocos años, ha habido un aumento en el número de usuarios que acceden a plataformas de vídeo para adquirir conocimientos y/o completar los contenidos que reciben en las aulas. Según la portavoz de YouTube en España, Melanie Parejo, entre 2017 y 2018 los vídeos con títulos como "Estudia conmigo" aumentaron en un 120 %, especialmente en periodo de exámenes (mayo y septiembre). Esto es una tendencia al alza que desde la educación debe tenerse presente. Pero ¿son estas plataformas de aprendizaje unas aliadas de la educación?
 
Si bien no podemos negar el auge de las nuevas tecnologías y el impacto que tienen en diferentes ámbitos de nuestra vida, sí podemos analizar algunas ventajas y desventajas que presentan en nuestro desarrollo personal, educativo y social.
 
Por un lado, el hecho de tener una explicación (o un refuerzo) del temario a estudiar a un solo "clic", nos abre un abanico de posibilidades de aprendizaje que hace pocos años no teníamos. Este hecho, que puede parecer muy favorecedor para el alumnado (y no tanto para el profesorado, puesto que su labor podría quedar en entredicho y verse como innecesaria), es un arma de doble filo, en tanto que al ser tan fácil ofrecer y acceder al contenido, corremos el riesgo de no ser capaces de discernir entre aquello que es real de lo que no lo es, y por tanto, no obtener un buen aprendizaje.
 
Por otro lado, el hecho de disponer de tantos canales de enseñanza nos lleva a una sobresaturación de información, en la que puede resultar complicado seleccionar aquellos contenidos que nos van a resultar útiles y de calidad para nuestro estudio.
 
Así pues, las plataformas de vídeo no son buenas o malas per se, sino que, como todo método (especialmente en la era de la tecnología y la comunicación) se debe enseñar y aprender a utilizarlo para poder hacer un uso crítico y didáctico de las diferentes posibilidades que plantean.
 
"Las nuevas plataformas de enseñanza pueden ser buenas aliadas del proceso de formación, si se usan con capacidad crítica y didáctica".

Entonces, ¿podemos afirmar que estamos frente a un nuevo cómplice en el aprendizaje de nuestro alumnado? Depende. Desde la vertiente educativa siempre ha parecido haber reticencia a la apertura a "nuevos mundos" por varios motivos: 
 
  • Por el riesgo de poner en entredicho la labor del profesorado y que éste pueda terminar siendo un elemento prescindible en el proceso de enseñanza- aprendizaje.
  • Por la comodidad que supone no salir de la zona de "confort" en los métodos de enseñanza (algo generalizado en muchos ámbitos).
  • Por la presencia de otros factores de tipo más burocrático, que a veces impiden actualizarse.
 
Sin embargo, si tenemos en cuenta que debemos educar (y educarnos) en la utilización correcta y responsable de nuevas herramientas educativas relacionadas con las nuevas tecnologías, se pone de manifiesto la necesidad de la existencia de un profesorado bien formado, para poder aprender, y ayudar a aprender, a hacer un uso crítico de las TIC. A su vez, el propio autoaprendizaje sobre las nuevas formas de educar nos servirá para ofrecer a nuestro alumnado otras maneras de aprender, a la vez que nos permitirá, como docentes, explorar nuevos métodos de enseñanza más acordes y cercanos al colectivo con el que trabajamos (que, no lo olvidemos, aprendieron a utilizar herramientas TIC antes de aprender a escribir). 
 
Por tanto, las plataformas de vídeo (entre otras), pueden entenderse como elementos de apoyo a nuestra práctica educativa y como complemento del proceso de enseñanza- aprendizaje que se realiza en las aulas. Como consecuencia, si se hace un buen uso de ellas, no solamente pueden, si no que además deben ser vistas como aliadas de la educación y la formación.
 
Tenemos claro que las nuevas plataformas de enseñanza pueden ser buenas aliadas del proceso de formación, si se usan con capacidad crítica y didáctica. Pero ¿cómo podemos saber si los contenidos a los que accedemos son de calidad?
 
  • Lo primero que debemos tener en cuenta, aunque parezca algo redundante, es la fiabilidad del contenido que queremos crear y/o que vamos a consultar. Si como docentes, lo queremos transmitir, debemos buscar fuentes fiables de información (algo que se supone que ya hacemos en nuestra práctica diaria). Si en cambio, lo queremos consultar (como docentes o como alumnado), tenemos que conocer el lugar de procedencia del contenido. ¿Quién lo crea? ¿En qué plataforma lo ha subido? Veamos un vídeo suyo, ¿podemos contrastar la información que ofrece? ¿Da referencias de donde poder ampliar conocimientos? Generalmente, a la hora de acceder a un buscador, este ya posiciona los contenidos en función de su fiabilidad y popularidad, aunque no siempre es así. Por eso, es muy importante saber, en primer lugar, de dónde viene la información que vamos a consultar.
 
  • En segundo lugar, otro aspecto para tener en cuenta es la estructura-guion del vídeo. ¿Se especifica al principio de qué se va a hablar? ¿Se sigue un hilo conductor? Cuando se trata de vídeos educativos, es esencial que tengan una coherencia interna para que se puedan seguir con facilidad y/o se puedan ir tomando notas a medida que se va desarrollando el contenido.
 
 
  • En tercer lugar, hay que tener claro quién es la audiencia que va a consumir el vídeo. A la hora de consultar un vídeo educativo, o de crear contenido online, un aspecto que ha de estar presente es el tipo de lenguaje que se va a utilizar. Una buena opción, para llegar al máximo de personas, es que no sea extremadamente técnico, pero tampoco excesivamente coloquial. Cuanto más técnico y/o específico sea el contenido, más se acotará la audiencia que lo va a consultar.
 
  • Por último, es importante crear un estilo y un tono consistentes a la hora de grabar un vídeo, así como presentar un lenguaje corporal relajado. Resultar excesivamente monótono o por el contrario, demasiado nervioso, hará que la audiencia pierda interés rápidamente y/o no pueda seguir el hilo de los vídeos.
 
Podemos concluir que las plataformas de vídeo y otras herramientas de enseñanza online no son buenas o malas por sí mismas, si no que dependerá del uso que se haga de ellas. En nuestra práctica educativa, y teniendo en cuenta el colectivo "conectado" con el que trabajamos, deberían verse como aliadas de la educación, siempre y cuando se utilicen de manera crítica y didáctica, y como complemento del proceso de enseñanza- aprendizaje que se lleva a cabo en las aulas, seleccionando aquellos contenidos que sean de calidad para el proceso de formación.
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