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La visibilidad del acoso escolar: los difusos límites entre el bullying y otros conflictos

Artículo de opinión

  • 07/11/2018

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Damián Saint-Mezard Opezzo, Sociólogo y Profesor Técnico de Servicios a la Comunidad (PTSC) del IES Ágora - Alcobendas (Comunidad de Madrid)
La reflexión, la información y la divulgación acerca del acoso escolar han llevado a un cambio en su percepción tanto a nivel social como entre los alumnos. El bullying tiene mayor visibilidad, está en las conversaciones y en los medios de comunicación. Pero a pesar de esta mayor sensibilización y las iniciativas que se llevan a cabo para seguir avanzando, incluyendo las actividades de formación, las encuestas e investigaciones siguen difundiendo cifras alarmantes sobre lo que ocurre sobre este tema. [1]
 
Lo que nos proponemos reflejar es que esta mayor visibilidad ha dado lugar también a una gran confusión terminológica entre acoso escolar y una gran cantidad de conflictos de convivencia escolar. Un número quizá desmedido de alumnos, y a menudo de sus padres, consideran que están siendo acosados, aunque si se analizan sus situaciones, más bien se debería hablar de otro tipo de problemas. El equívoco se potencia cuando muchas de las investigaciones se basan en preguntar a los propios alumnos si han sido o son objeto de acoso escolar, o bien si han sido testigos de algún caso.
 
Teniendo en cuenta esta confusión entre bullying y otro tipo de situaciones, los resultados de estos estudios serán cuantitativamente de gran importancia. Entendemos que en la mayoría de esos trabajos de investigación no se indaga sobre lo que entienden por acoso los alumnos consultados. Por tanto, creemos que las iniciativas formativas que se realicen en el sistema educativo deberán apuntar no sólo a sensibilizar ante estas situaciones, dirección en la que se viene trabajando, sino también a clarificar qué es acoso escolar y qué no lo es.
 
Somos conscientes de la magnitud del fenómeno del bullying, y todo lo que aún resta por avanzar, pero ¿realmente podemos dar como certeras las manifestaciones de percepción de acoso, real o no, expresados por los menores, en investigaciones que más tarde se dan a conocer y generan alarma?  La mayor visibilidad, un paso adelante y un camino que se debe transitar necesariamente, ha traído aparejado un crecimiento en la percepción de muchos alumnos de estar siendo objeto de acoso escolar, opinión que comparten y refuerzan muchos de los padres
 
Olweus delimitó los elementos distintivos del acoso escolar, los que se han venido manteniendo casi sin cambios en la literatura especializada, que es a su vez el punto de partida para administraciones educativas y resoluciones judiciales. "El acoso es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a la víctima en una posición de la que difícilmente puede salir por sus propios medios". [2]
 
De manera que, para que exista acoso e incluso de ciberacoso escolar, deben concurrir:
 
a) La existencia de una desigualdad de poder entre el agresor y la víctima, es decir, un desequilibrio de fuerzas a nivel físico, social o psicológico, pero, sobre todo, la percepción de que existe ese desequilibrio.
b) Una intención clara de hacer daño.
c) Una reiteración o permanencia en el tiempo de este tipo de conductas, es decir, que no se trate de hechos aislados.
 
 
"La formación de los alumnos debiera, entre otros objetivos, dejar claro en qué consiste realmente el acoso escolar".

Metodológicamente, la mayoría de los trabajos de investigación suele realizarse por medio de encuestas en las que se pregunta a los menores si se sienten o han sentido acosados. Por otro lado, los datos más fiables acerca de acoso escolar, dado que reflejan los datos personales de los afectados, son los que llegan a las autoridades educativas, sobre todo a partir de la puesta en marcha de los Protocolos de actuación de las Comunidades Autónomas para hacer frente a estas cuestiones. Pero, si se quiere conocer realmente el número de casos, ocurre que a través de estos Protocolos no se llega a tener conocimiento de los acosos "subterráneos", que no dan paso a un expediente oficial, y este es, probablemente, un número mayor que los identificados con claridad.
 
Los trabajos acerca del bullying suelen reflejar la percepción que tienen los menores acerca de si son acosados o no, no si realmente lo son en el sentido estricto; vale decir, que se presenten de forma simultánea los tres elementos que caracterizan a éste. En todo caso, la sola idea de que estos menores se perciban como acosados por sus pares – aunque esto no se ajuste a la definición – no deja de ser un problema que es necesario abordar. La percepción de ser víctima de acoso escolar no tiene porqué ajustarse a las definiciones aceptadas sobre lo que es y lo que no es ese fenómeno. Incidentes aislados, conflictos entre iguales en paridad de fuerzas, malas relaciones o una gran cantidad de hechos que pueden constituir sin duda un problema de convivencia, en muchas ocasiones son asumidos sin matices como la existencia de acoso escolar tanto por los padres como por los propios alumnos.
 
La percepción de acoso en los alumnos puede acarrear consecuencias reales de estar sufriendo bullying, y aparecer una sintomatología típica del acoso escolar, aunque éste no se dé en sentido estricto: miedo y/o resistencia a acudir al centro escolar, la percepción de ser víctimas, etc. Muchos de los alumnos poco aceptados por sus compañeros tienen, con bastante probabilidad, mayores posibilidades de percibirse como acosados. Por supuesto, no existen estudios que cuantifiquen las situaciones como las descritas, entre otras razones, imaginamos, por la complejidad de su realización.
 
Cuando los estudiantes tienen la percepción de que están siendo acosados, ponen en juego, más que una realidad objetiva, la versión que ellos mismos construyen sobre lo que es una víctima y los victimarios, y sobre cómo entienden la situación de bullying. Pero esto puede responder a criterios más o menos "objetivos" o bien ser una manifestación de la percepción individual que tiene cada uno de ellos.
 
Entendemos entonces que una parte del trabajo en formación de los alumnos debiera, entre otros objetivos, dejar claro en qué consiste realmente el acoso escolar, diferenciándolo de otros conflictos de convivencia que, indudablemente, también deberían abordarse. Esto permitiría que cuando a estos estudiantes se les preguntase, pudieran expresar con mayor fundamento si son objeto o han presenciado acoso escolar o bien se refieren a otros problemas de convivencia.
 
 
Fuentes bibliográficas


 
  • Comunidad de Madrid, Consejería de Educación, Juventud y Deporte, Subdirección General de Inspección Educativa, Guía de actuación contra el acoso escolar en los centros educativos. Sin fecha de publicación.
   
  • INJUVE Revista de Estudios de Juventud N.º 115 (2017), Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Secretaría de Estado de Servicios Sociales e Igualdad.
 
  • Martínez Esteban, T. (2010). El Acoso Escolar: Principales aspectos jurídico-penales y principales actuaciones punitivas y preventiva". DCHOpenal_ MENORESdebate_Cs4.indd, páginas 359-385. Publicado por VLex. Jóvenes: bullying y ciberbullying 21
 
  • Olweus, D. (1998). Conductas de acoso y amenaza entre escolares, Morata, Madrid.
 
[1] Por ejemplo, el informe de la Fundación Save The Children de febrero de 2016 se basa en una encuesta a 21.487 estudiantes de la ESO de entre 12 y 16 años, y en ella se concluye que un 9,3% de esos ha sufrido acoso y un 6,9% ciberacoso. Eso equivaldría a 111.000 y 82.000 menores de edad, respectivamente.
 
[2] No existe un concepto consensuado sobre acoso escolar, pero la definición de Olweus es el punto de partida de todas las restantes. Por otra parte, la Instrucción 10/2005, de la Fiscalía General del Estado, sobre el tratamiento del acoso escolar desde el Sistema de Justicia Juvenil señala lo siguiente: "(...) debe deslindarse el acoso escolar de los incidentes violentos, aislados u ocasionales entre alumnos o estudiantes. El acoso se caracteriza, como regla general, por una continuidad en el tiempo, pudiendo consistir los actos concretos que lo integran en agresiones físicas, amenazas, vejaciones, coacciones, insultos o en el aislamiento deliberado de la víctima, siendo frecuente que el mismo sea la resultante del empleo conjunto de todas o de varias de estas modalidades. La igualdad que debe estructurar la relación entre iguales degenera en una relación jerárquica de dominación - sumisión entre acosador/-es y acosado. Concurre también en esta conducta una nota de desequilibrio de poder, que puede manifestarse en forma de actuación en grupo, mayor fortaleza física o edad, aprovechamiento de la discapacidad de la víctima, etc.".
 
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