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El mejor modelo de jornada escolar, ¿para quién y para qué?

Artículo de opinión

  • 25/11/2015

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Luis Centeno Caballero, Director del Departamento Jurídico-Económico de Escuelas Católicas (FERE-CECA)
El eterno debate sobre los modelos de jornada escolar, tal y como se ha venido planteando hasta ahora es erróneo, a nuestro juicio, porque parte de preguntas inadecuadas. La pregunta adecuada debería ser "¿qué modelo de jornada es mejor para QUIÉN y para QUÉ resultados educativos específicos?"
 
Mientras no se produce este reenfoque, el debate sólo genera ruido, y en medio del ruido ganan las posturas que más alto gritan o comunican mejor, no las mejores o que reclaman reflexión y profundidad pedagógica.
 
La pregunta acerca del "para qué", cuando es respondida, es una trasposición de las intenciones que articulan el Proyecto Educativo de cada centro, así que no es sensato ni correcto hacer ninguna de estas dos cosas:
  1. Formular grandes aspiraciones educativas y sin embargo imponer en un centro la jornada continua.
  2. Optar por la jornada partida y sin embargo no plantear grandes aspiraciones o no corresponder a ellas articulando proyectos pedagógicos de alcance.
Los resultados educativos de los proyectos pedagógicos de alcance, requieren tiempo en sentido cronológico, para que sea posible realizar actividades que crean ocasiones de aprendizaje memorables, integradoras, transversales, etc.
 
El primer recurso para ello es disponer de tiempo suficiente y de un planteamiento pedagógico así como de una organización escolar, que no sean una mera trasposición de una cuadrícula que administra aulas, horas y docentes asignados.
 
Así pues, la razón fundamental a favor de la jornada partida se encuentra en el sentido (en el "para qué" específico) de los proyectos educativos caracterizados por dar una responsabilidad real a los alumnos sobre su proceso de crecimiento y desarrollo, cuando se crean para ellos entornos de aprendizaje eficaces y coherentes con este fin, y no meramente con el fin cuantitativo de "aprobar o pasar asignaturas".
 
Optar por la jornada "continua", a la que habría que denominar "parcial", es renunciar a las posibilidades pedagógicas de la escuela en el mundo de hoy:
  1. El trabajo por proyectos y el desarrollo de las competencias para el siglo XXI, entre las que destaca el pensamiento crítico.
  2. La organización de la experiencia educativa entre diferentes edades y etapas, que da contenido pedagógico a los valores de convivencia, cooperación y solidaridad entre otros.
  3. La atención a la diversidad y la inclusión de todos, al garantizar la existencia de espacios y tiempos no determinados exclusivamente por la presión del temario para lograr el dominio de determinados contenidos (los más valorados por el mercado) en perjuicio de otros, que sin embargo constituyen la base del talento y los intereses de un gran número de alumnos (algo fácilmente perceptible aplicando la mirada que ofrece la Teoría de las Inteligencias Múltiples, por ejemplo).
Al contrario, la mal llamada jornada "partida", que debería empezar a denominarse "completa", permite disponer de tiempo para crear ocasiones de aprendizaje significativo, y para asumir los retos de la escuela hoy, por lo que debería ser la opción de los sistemas educativos avanzados y de las instituciones educativas socialmente responsables.
 
Así, un sistema educativo o una institución que implantan y desarrollan coherentemente el modelo de jornada completa como elemento clave de su proyecto educativo y de su oferta, reúnen las siguientes características:
  1. Optan por una escuela viva, que presta un servicio de interés público de calidad, porque dispone de tiempo para integrar la instrucción en el marco más amplio del aprendizaje para la vida adulta.
  2. Confían en la competencia y en la profesionalidad de los docentes para llevar adelante los "para qués" últimos de los PECs orientados hacia la promoción de las personas y que expresan su fe en los alumnos como personas-con-futuro.
  3. Aprecian y estimulan el liderazgo de los Equipos Directivos como agentes movilizadores de los PECs (en lugar de tratarles como meros administradores de recursos escolares.
  4. Apuestan por una visión social de la Educación como servicio público que favorece la igualdad de oportunidades y la cohesión social , al dotar a los centros con la herramienta organizativa clave para no limitar su acción a la instrucción en tiempos tasados; es decir, al permitirles crear ocasiones de convivencia y encuentro entre diferentes en os que no se estigmatizan ni las dificultades de aprendizaje en un extremo, ni la excelencia académica en el otro.
Ninguna de las metas anteriores es fácil, pero su dificultad, y el hecho de que su logro apunta también hacia otros elementos de la política educativa que deben evolucionar y en los que se debe invertir con diligencia (como la formación del profesorado, el desarrollo de la función directiva, la formulación de la carrera profesional docente o la promoción ordenada de una verdadera autonomía de centro),  no han de ser la excusa para dejar de aspirar a algo mejor.
 
La escuela, imposible de desideologizar o de ser recreada de forma aséptica, necesita adquirir un cierto tono de plaza pública, en la que favorecer el encuentro y los consensos básicos que están más allá de los perjuicios políticos y de cualquier interés de clase.
 
Y comprimir la jornada, no hace otra cosa que levantar un muro más entre "los que tienen" y "los que no tienen", entre jóvenes integrados y jóvenes en riesgo de exclusión social, por la sencilla razón de que "disminuye" el potencial del centro educativo al exagerar sólo uno de sus aspectos: el de ser un lugar donde "sólo" se va a clase.
 
Ceder sin dialogar con argumentos ante las pretensiones de quienes demandan la implantación homogénea de la jornada continua o parcial, o de quienes proponen que sea una cuestión más a someter al escrutinio de las familias a través de una votación, es ceder a una fuerza que verdaderamente pone a la educación en retroceso bajo la deformación de lo democrático como pretexto.
 
En conclusión, plantearse preguntas potentes e identificar las potencialidades pedagógicas de la jornada partida o completa –iluminando a su vez las áreas de mejora del Sistema Educativo en su conjunto-, y asumirla como modelo, es una acción verdaderamente comprometida con el progreso social y con la igualdad de oportunidades, a las que el acceso a la Educación como derecho asiste.
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