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El alumn@, prioridad, en la distribución del tiempo escolar

Artículo de opinión

  • 25/11/2015

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Dolors Camarasa Solé, Profesora de la Facultad de Psicología y Ciencias de la Educación Blanquerna - Universitat Ramon Llull (Barcelona)
El tiempo escolar, la jornada educativa, es una construcción social que se ha vinculado a la evolución del tiempo laboral (Egido; 2011). Muchas han sido y son las controversias tanto en la distribución interna como externa del tiempo en las aulas.
 
Desde una visión psicopedagógica, habría que dar especial relevancia al tiempo educativo y concretamente al tiempo de aprendizaje del niño.
 
El tiempo es considerado como un recurso más en la organización de la escuela, un elemento implícito en la adquisición de los diferentes contenidos. Así, la jornada escolar es una variable que puede ayudar a mejorar la tarea educativa (Marrero, 1994).
 
El tiempo educativo no es el mismo para todos, y desde la pedagogía y la psicología, se habla de diferentes ritmos para aprender por tanto, de los diferentes tiempos, de los momentos más adecuados. Las concepciones que tengamos sobre la construcción del aprendizaje, deberían incidir tanto en la distribución interna como externa del tiempo escolar. Cuando hablamos de la distribución externa, hacemos referencia a la jornada escolar.
 
Examinando diversas aportaciones teóricas, se observa controversias diversas. ¿Es necesario que los horarios de los centros educativos se adapten a los horarios de las familias?
 
La respuesta óptima sería que se debería encontrar un encaje, pero hay una gran variedad de horarios familiares.
 
¿De qué horarios estamos hablando? ¿Cuál es la jornada que se pretende conciliar, la de los funcionarios, la del comercio, la de la industria, la de las zonas turísticas...?
 
Sintes (2012), haciendo referencia a autores como Bauman (2003), Giddens (1993), Beck & Beck-Gernsheim (2003), señala que nuestro sistema educativo se enmarca en un momento histórico de cambio acelerado de diferentes aspectos que configuran la vida cotidiana en las sociedades occidentales. Se está produciendo un cambio de las sociedades industriales a economías de servicios y de conocimiento. Hay cambios en las condiciones de trabajo, cambios tecnológicos constantes, variaciones demográficas, modelos de familia muy variados, mercantilización de las prácticas sociales, procesos de metropolización, tipo de gobernanza y variaciones en las relaciones entre las administraciones y la ciudadanía.
 
Estos cambios, precariedades e incertidumbres cuestionan las bases que había hasta ahora. Sintes, añade que la familia, el cuidado, la formación, el mundo laboral, la vida social y el ocio conviven en conflicto. Trabajo, familia y escuela son espacios en tensión con posiciones diferentes.
 
En nuestro país, hace tiempo que se mantiene la polémica entre jornada continua o partida en las escuelas.
 
Actualmente, en España, la mayoría de las autonomías, organizan los horarios escolares en jornada de horario continuo. Son pocas las comunidades autónomas que mantienen el horario de mañana y tarde. Esta situación se da prioritariamente en la escuela pública, no tanto en la privada. Las posturas a favor y en contra han sido numerosas.
 
En Cataluña, hoy por hoy, se trabaja en horario continuo en los institutos públicos y como proyectos piloto o especiales en algunas escuelas de educación primaria, pero aún no se ha generalizado.
Los argumentos a favor de un tipo de jornada u otra son diversos y similares en el contenido desde hace mucho tiempo así lo exponen entre otros, autores como Medrano (1988); Pereyra (1992); Marrero (1994); Luque (2001); Sintes (2012).
 
Así, a favor de la jornada continua encontraríamos motivos como:
  • Mayor rendimiento de los estudiantes ya que mantienen la atención a primeras horas de la mañana
  • Baja la conflictividad.
  • Menos absentismo escolar.
  • Los alumnos quedan libres de la escuela al mediodía y disponen de toda la tarde para actividades extraescolares.
  • Ahorro en el servicio de comedor.
  • Los profesores pueden dedicar más tiempo a la atención de los padres y a su propia formación.
  • Comodidad para las familias en las que alguno de los padres no trabaja o dispone de reducción del jornada, ya que se evita hacer viajes a la escuela.
  • Aprovechamiento de los locales escolares.
  • Ahorro de energía en la escuela al no haber alumnos por la tarde en las aulas.
En contra de la jornada continua y a favor de la jornada partida aparecen argumentos como:
  • El rendimiento escolar no es mejor.
  • Los niños estarán más cansados con tantas horas de clase seguidas.
  • El tiempo que los niños pasan fuera de la escuela no siempre es de calidad.
  • Se genera desigualdad porque no todas las familias pueden llevar a sus hijos a extraescolares.
  • Algunos niños se quedan solos en casa o tienen que cuidar de los hermanos mientras los padres trabajan. Aparece la figura de los "niños de la llave".
  • Los niños se quedan mirando la tele, jugando a las consolas o se quedan en la calle pudiendo surgir conductas de riesgo.
  • Si no hay un buen proyecto o trabajo en red las extraescolares pueden dejar de hacerse.
  • La hora de comer se hace demasiado tarde y repercute  en el horario del resto de comidas y a la hora de acostarse.
  • Los servicios de comedor se deterioran porque muchos niños  se van a comer a  casa.
  • En las familias con pocos recursos la alimentación de los niños puede empeorar al haber reducido las becas comedor.
  • Las familias que tienen hijos en centros de jornada partida no coinciden en los horarios y genera problemas de recogida.
  • La jornada continua es incompatible con las jornadas laborales de los padres y puede obligar a algunos padres, sobre todo madres, a trabajar con reducción de jornada.
Se remarca también la falta de estudios exhaustivos especialmente en la opción a favor de la jornada continuada en nuestro país. En cambio, sí existen algunos informes internacionales que concluyen que no se puede afirmar que el horario tenga un efecto directo en la mejora o empeoramiento de los resultados académicos, lo que influye es la calidad de las clases (Sintes, 2012; Bergós, 2015).
 
Últimamente además de los argumentos a favor y en contra de la jornada continua o partida, surgen otras aportaciones, que piden sincronizar mejor las características biológicas de los adolescentes con la educación (Kelley, Lockley, Foster & Kelley, 2015). Los autores comentan que el tiempo es una variable importante tanto en la biología como en la educación pero no siempre es considerado en el mismo sentido.
 
Durante los primeros años escolares, las dos disciplinas muestran una coincidencia adecuada,  pero cuando llega la edad adolescente el conflicto entre el tiempo social y el tiempo biológico se hace más evidente que en ningún otro momento del ciclo vital.
 
El impacto de empezar muy temprano la escuela en el adolescente, no se comprende por parte de la mayoría de los educadores. Su reloj biológico se vuelve más lento, de manera que de forma natural, se despertaría a las 8 y se iría a dormir más tarde, no por hábito sino por necesidad fisiológica. Necesitaría dormir nueve horas pues su cerebro está en desarrollo. Los cambios se vuelven reversibles al inicio de la edad adulta (hacia los 20 años) cuando el cronotipo  avanza nuevamente. Estos problemas podrían solucionarse adecuando el horario de escuela a las características evolutivas de los adolescentes.
 
Las aportaciones anteriores complementan otros estudios realizados hace tiempo, sobre los ritmos de rendimiento escolar de los alumnos con el fin de mejorar la programación de los horarios escolares. Así es difícil de establecer un consenso absoluto referente al ritmo de rendimiento diario pero se considera que es bajo al iniciar la jornada (8-9h) y va aumentando significativamente al final de la mañana; después parece que se da un descenso al inicio de la tarde y se va incrementando hasta las 15-16 h aproximadamente (Alsina, 1998).
 
Sin embargo, hay muchas variables que influyen en este ritmo y a ser posible, se tendrán en cuenta a la hora de confeccionar los horarios. Algunas de estas variables serian: el contexto social, la tipología de los contenidos, la actividad, los espacios, los criterios en la organización de los grupos, la globalización, la interacción social, las disposiciones oficiales entre otros.
 
Así pues, no existe un horario ideal, sino que se ha de construir una distribución horaria adecuada a cada realidad en función de las necesidades educativas del alumno.
 
Referencias:
 
Alsina, A. (1998). "Aproximación a los ritmos de rendimiento escolar: fundamentos y aplicaciones actuales". [Versión electrónica]. Revista Aula de Innovación Educativa nº 75.
Armengol,C;Feixas,M & Pallarès,R.M.(2000). Seguint el fil de l'organització. Barcelona: Universitat Autònoma de Barcelona. Departament de Pedagogia Aplicada.
 
Bauman, Z. (2003). Modernidad líquida. Mèxic: Fondo de cultura econòmica.
 
Beck, U & Beck-Gernsheim, E.(2003). La individualitzación. El individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas. Barcelona: Paidós.
 
Bergós, M.(2015). "El País Valenciano rechaza la jornada intensiva". Cuadernos de Pedagogia . Nº 456. [Versión electrónica].  Wolters Kluwer España.
 
Bourdieu, P & Wacquant. L.J.d: (1994) per a una sociologia reflexiva. Barcelona: Herder.
 
Egido, I.(2011). "Los tiempos escolares en los sistemas educatives: anàlisis de alguna reformas recientes". Revista espanyola de educación comparada. Nº.18, p.255-278.
 
Giddens, A. (1993).Consecuencias de la modernidad. Madrid: Alianza Editorial.
 
Kelley, P; Lockley, S.W;  Foster.R & Kelley.J. (2015). Synchronizing education to adolescent biology: ‘let teens sleep, start school later', Learning, Media and Technology, 40:2, 210-226, DOI: 10.1080/17439884.2014.942666   http://dx.doi.org/10.1080/17439884.2014.942666
 
Luque, F.(2002). "Horario escolar : Jornada contínua, pero con oferta generalizada  y gratuita de actividades por las tardes". Aula de Innovación Educativa. (Versión electrónica) nº 100.
 
Marrero, M.(1994)."Las razones de la jornada contínua". [Versión electrónica].  Cuadernos de pedagogía. nº221. Wolters Kluwer España.
 
Medrano, C. (1988)."A favor de la jornada contínua". [Versión electrónica]. Cuadernos de pedagogía. Nº 165. Wolters Kluwer España.
 
Pereyra, M.A.(1992). "Las dudas de la jornada continua". [Versión electrónica]. Cuadernos de Pedagogia. Nº.206. Wolters Kluwer España.
 
Sintes, E. (2012) A les tres a casa? L'impacte social i educatiu de la jornada escolar contínua. Barcelona: Fundació Bofill   http://www.fbofill.cat 
 
 
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