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Ana Cruz. Directora del Centro Profesional Europeo de Madrid de la Universidad Europea de Madrid; Laura García. Coordinadora Académica de CFGS de la Escuela Politécnica de la UEM
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han sido uno de los principales motores de transformación de nuestro mercado laboral durante los últimos años. Su vinculación con los avances tecnológicos, en constante evolución, hace que su papel sea fundamental a la hora de definir cómo deben ser los nuevos profesionales que necesitan la sociedad y las empresas de nuestros días.

Hasta hace poco, estos nuevos perfiles estaban vinculados con redes locales e Internet. Así, a finales de los noventa surgieron posiciones en las empresas con denominaciones como webmaster, programador web, diseñador web, técnico en e-marketing, ingeniero de redes, técnico de bases de datos, administrador de sistemas en red o ingeniero telemático, por citar algunos ejemplos.

Apenas una década después, gracias al auge de las redes sociales y la informática móvil, las necesidades han cambiado. Las empresas son cada vez más conscientes de la importancia de utilizar estos nuevos canales para gestionar su reputación online, buscar nuevos marcos de negocio o relacionarse con sus clientes. Y la actividad profesional se ha incrementado notablemente dando paso a profesiones innovadoras como desarrollador de cloud, desarrollador de tecnologías móviles, blogger profesional, ingeniero de seguridad y alta disponibilidad o administrador de sistemas multiplataforma, entre otras.

Estos perfiles emergentes ofrecen numerosas posibilidades de empleo para nuestros jóvenes y las cualificaciones profesionales que recogen los nuevos títulos de Formación Profesional Superior como el de Técnico Superior en Administración de Sistemas Informáticos en Red o el de Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, avalan la preparación que tienen y tendrán estos titulados.

Esta formación profesional superior implica tres aspectos fundamentales. Un enfoque eminentemente práctico, que les capacita para configurar, administrar y mantener los sistemas informáticos que conviven dentro de las empresas, a diferentes niveles (hardware, software, aplicaciones de usuario, aplicaciones Cloud, etc.). Una conexión permanente con las tendencias del mercado, actuales y futuras, para estar siempre al día de los últimos avances. Y un desarrollo competencial que incide en el aprendizaje de idiomas y otros aspectos como la responsabilidad, el liderazgo, la capacidad de solucionar problemas, de gestionar equipos de trabajos, o de evaluar y analizar riesgos.

También resulta fundamental la realización de prácticas en empresas, ya sean éstas tecnológicas o de otros sectores. El centro educativo juega un papel esencial en este sentido, ya que es el responsable de establecer acuerdos con compañías interesadas en formar a técnicos en nuevas tecnologías. A la hora de cerrar estos convenios no sólo se debe tener en cuenta el liderazgo de la compañía, sino también su involucración en el proceso formativo del estudiante, garantizando una estrecha relación entre los tutores de la empresa y los del centro. Sólo así se podrá establecer un seguimiento real de su aprendizaje y se podrán incorporar a los programas formativos conocimientos y contenidos acordes con las necesidades del mundo laboral.

Está claro que los nuevos Ciclos Formativos de Grado Superior han sido especialmente diseñados para desarrollar estas competencias en los nuevos perfiles profesionales surgidos en torno a las TIC.

Sin embargo, llegados a este punto nos encontramos con cierta discordancia entre educación y trabajo. Por una parte, mientras la oferta educativa es la adecuada, debido a su reciente implantación no existen todavía suficientes Técnicos Superiores en el mercado y resulta habitual que sus puestos estén ocupados por titulados de Grado Medio o universitarios, con un defecto o exceso de formación.

Y por otra, y a pesar de que el sector tecnológico es uno de los que mejor están afrontando la crisis, con un bajo nivel de desempleo y salarios al alza, y del alto interés que hasta hace poco despertaba entre nuestros jóvenes, la demanda de estudios en esta área ha disminuido en los últimos años. Incluso teniendo en cuenta que cada vez son más los estudiantes con experiencia profesional que retornan a las aulas para adquirir una segunda especialización o reciclarse.

Está claro que los Centros Educativos y las instituciones que imparten formación para el empleo tenemos aún mucho camino por recorrer y acercar las distancias entre educación y trabajo, con el fin de que la sociedad y nuestros jóvenes tengan a su alcance información sobre las nuevas titulaciones de Grado Superior y el amplio abanico de posibilidades laborales que les ofrecen.
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