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Fernando Velasco González. Director de Formación de Soluzione (Madrid)
Vivimos una época en la que tenemos millones de bits de información a golpe de clic, en un segundo tenemos a nuestra disposición más información de la que somos capaces de asimilar y analizar. Puede parecer una ventaja pero se puede convertir en un hándicap si no sabemos gestionar esa información. Entendiendo el concepto de gestión de la información, como un riguroso análisis personal en el que se tengan en cuenta variables significativas de nuestra persona y de nuestro entorno. Analicemos estas variables.
  • Vocación: ¿Qué es lo que me gustaría ser? ¿en qué me gustaría trabajar? ¿qué es aquello que me motiva? ¿qué tipo de actividad me atrae? ¿con qué tarea voy a ser feliz? ¿en qué profesión voy a obtener mayor grado de motivación en su realización?
  • Competencia: ¿En qué soy hábil? ¿qué tarea se me da bien hacer? ¿qué es aquello en lo que rindo más? ¿qué tipo de actividad es aquella en la que obtengo más rendimiento? ¿en qué tarea me encuentro más a gusto? ¿en qué tarea adapto menos mi personalidad? ¿qué tarea respeta más mi estilo natural?
  • Actitudes: ¿Cuáles son nuestras emociones frente a una determinada situación? ¿sabemos cuál es nuestra tendencia o inclinación para actuar de una determinada manera en una situación concreta? ¿hacia qué tipo de tareas tenemos pensamientos positivos? ¿en qué profesión  encontraremos con más facilidad emociones de simpatía y agrado?
Como se puede apreciar, son muchas preguntas las que nos tenemos que hacer, muchas las cuestiones que nos debemos plantear si queremos dirigir nuestros esfuerzos en la dirección correcta. Pero no es habitual, en la mayoría de los casos invertimos años de estudio, años de esfuerzos, años de madrugones en vano,  nuestros empleadores no aprovechan todo nuestro potencial y, lo más grave de todo, nosotros no somos felices en nuestro trabajo, y todas estas consecuencias son fruto de una decisión errónea, errónea porque has tomado esa decisión sólo teniendo en cuenta parte de la información.

¿Comprarías un coche sin saber cuánto cuesta? o ¿sin saber el color? o ¿sin saber cuántos caballos tiene? Si no lo harías… ¿por qué entonces decides a que sector profesional vas a dedicar muchos años de tu vida sin contemplar todas las variables que entran en juego? ¿Cómo vas a tomar una decisión tan importante para tu futuro sin conocer cuál es la tarea que más respeta tu estilo natural, o qué más respeta tu motivación? Tiene mucha menos repercusión en nuestro futuro comprarte un coche de un color que no es de tu agrado que elegir una carrera profesional equivocada, pero aún así, tenemos en cuenta muchas más variables a la hora de comprarnos un coche que a la hora de decidir qué voy a estudiar o a qué me voy a dedicar profesionalmente.

Y, entonces, nos deberíamos preguntar ¿cómo nos podemos equivocar en la decisión de qué estudiar o a qué profesión dedicarnos si tenemos a nuestra disposición toda la información necesaria?

Pues precisamente por eso, y como decía Séneca hace ya 2000 años: "no hay viento favorable para aquél que no sabe a qué puerto se dirige".

El futuro de la orientación se encuentra en prestar un servicio personalizado, en tratar a la persona desde su individualidad, en enseñarle a manejar la cantidad ingente de información que tiene a su disposición, pero desde una filosofía evidente aunque muy poco utilizada: Eleva tu nivel de conciencia, conócete mejor a ti mismo, analiza tus debilidades, potencia tus fortalezas y con el conocimiento obtenido,  genera las opciones más beneficiosas para tu futuro. Siguiendo este paradigma reduciremos mucho el margen de error, evitaremos la improvisación y ante todo sentaremos las bases para que la decisión que tomemos sobre nuestro futuro respete nuestra personalidad y potencie al máximo nuestras capacidades.

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