En la situación económica y social actual en la que vivimos inmersos es cada día más difícil acceder a un puesto laboral. Esto, debido a los problemas que acarrea a nivel global, es algo negativo. Pero desde una perspectiva competitiva y emprendedora puede resultar beneficioso.El resultado positivo o negativo ante situaciones de dificultad depende de la forma en que se afronten. Las crisis nos recuerdan que somos vulnerables, y ante eso hay dos actitudes posibles: el miedo o la valentía.
El que tiene miedo no innova, no apuesta por el futuro, no se renueva, no se forma.
El que afronta las situaciones difíciles con valentía acaba diferenciándose del resto, y no sólo consigue sobrevivir, si no que sale fortalecido, de una debilidad saca una ventaja, un beneficio y un valor añadido.
Hoy el mercado laboral es más exigente, no vale todo ni valen todos. Esto obliga a tomar una actitud valiente para llegar a ser a ser más competitivo, a tener más que ofrecer, a diferenciarse del resto. Y eso solo se consigue apostando por la formación profesional y personal.
Por ello, existen instituciones como el ISDE, el IE, ESIC, etc. que se encargan de formar grandes profesionales apoyándose en criterios que buscan la excelencia. No se trata de transmitir información ni conocimiento, si no de ayudar a personas dispuestas y capaces a tener el puesto que les corresponde en el mercado y la sociedad, puesto por el que han apostado, han trabajado y se han ganado.
Un momento como el que estamos viviendo, puede convertirse en una estupenda oportunidad para fijar un mercado sustentado en criterios sólidos y de calidad. Ya que no caben todos, que los que estén sean los mejores, y los que quieran acceder sepan que tienen que serlo.
Cada uno elige cómo quiere vivir la vulnerabilidad, temiendo el momento en que pueda ser afectado y esperando que las cosas se solucionen saliendo lo menos perjudicado posible, o demostrando que puede prosperar y superar la situación arriesgando y apostando por fortalecer y enriquecer su conocimiento y habilidades.