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Orientar y formar en competencias

Editorial

Pocos dudan ya del interés conceptual de las competencias. Pero muy pocos saben cómo formar y orientar en competencias. La práctica cotidiana no las utiliza habitualmente. No se evidencian suficientemente en la selección de personal, no se tienen en cuenta en las ofertas de empleo, no se ponen en el esquema de la orientación profesional. Existen, pero no se usan.


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Enric Renau. Editor
El interés que ha suscitado el concepto "competencias" ha crecido de forma exponencial esta última década. Algún articulista habla de moda en nuestro monográfico. Bienvenida sea la moda de las competencias si esto sirve para formar una actitud favorable hacia el saber, el hacer y el ser.

El problema es que al sistema tradicional de educación basado en conocimientos se le ha superpuesto la alternativa de formar en competencias mediante un mecanismo complejo y jerárquico y unos actores lentos y rígidos. Esta complejidad provoca que la idea de las competencias no sea asumida de forma natural y práctica por sus potenciales usuarios: los trabajadores y los empleadores.

Pocos dudan ya del interés conceptual de las competencias. Pero muy pocos saben cómo formar y orientar en competencias. La práctica cotidiana no las utiliza habitualmente. No se evidencian suficientemente en la selección de personal, no se tienen en cuenta en las ofertas de empleo, no se ponen en el esquema de la orientación profesional. Existen, pero no se usan.

Es como si un alumno tuviera una enciclopedia de referencia en el estante de casa, con muchos tomos poco manejables para ir al instituto. Sabe que la tiene, pero no la utiliza. Y cuando está en casa, se olvida y acaba buscando en la Wikipedia.

O como aquel diploma de un profesional liberal –un abogado, un médico o un historiador- que sudó para obtenerlo y que está colgado en la pared de su despacho. Pero cuando necesita resolver una problemática cotidiana no busca en los apuntes de la facultad sino en un manual profesional.

Un orientador de un servicio público de empleo no las utiliza a la práctica. Tampoco un tutor de instituto o escuela taller.

Las competencias, que tienen todo su sentido y razón de ser, deben bajar al mundo terrenal y con ellas, sus impulsores académicos, de la administración y políticos.

Hay que simplificarlas, extenderlas y poderlas medir.

Enric Renau
Editor

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