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Luis Carro. Profesor de metodología de investigación en educación de la Universidad de Valladolid. Director del Observatorio de la Validación de competencias profesionales (Observal)
Las competencias profesionales, ¿se trata de una moda o de un cambio real en el sistema educativo y laboral?

Las competencias profesionales puede ser consideradas desde ambas perspectivas: como moda y como cambio real en el sistema educativo y laboral. Veamos la situación. Un breve y rápido análisis de la palabra "competencia" en la base de datos Dialnet (http://dialnet.unirioja.es) nos indica la moda que se impone en la utilización de determinados conceptos. Tanto en su acepción singular como plural, se puede observar cómo en los últimos 25 años se ha ido experimentando un incremento en su uso, llegando a ser considerada como una de las palabras talismán de las publicaciones en ciencias de la educación y psicología. Este análisis nos da cuenta de cómo en los últimos cinco años dicho término representa más del 50 por ciento de la frecuencia con la que aparece desde 1987. A su vez también se concentra un mayor porcentaje en lo que se lleva publicado del año 2011 sobre este término que durante el recogido en el quinquenio que va de 1987 a 1991. Estamos, entonces, asistiendo a una moda en el uso de este término, como así se refleja en la tendencia de los últimos 25 años. Nos movemos por modas. Términos como democracia, participación, igualdad, investigación-acción o calidad de la educación, han experimentado similares usos. En este momento nos encontramos con la última tendencia: las competencias profesionales.

La formación por competencias se está convirtiendo en una moda "al uso" y, con demasiada frecuencia, aparecen las palabras "competencias profesionales" sin conocer muy bien su significado y alcance en el mundo laboral. Los actuales planes de estudio, ajustados a los requisitos del Espacio Europeo de Educación Superior (http://www.educacion.es) integran el concepto de competencias profesionales como una nueva manera de llamar a lo que antes eran los objetivos. Se confunden los términos, se tratan como sinónimos. Esto genera desconcierto entre quienes hacen su labor docente sin ocuparse del detalle acerca de competencias, objetivos, logros o realizaciones. Se observa con frecuencia en las llamadas guías docentes o fichas de las asignaturas que se han incluido una serie de ítems bajo el denominador de "competencias generales y específicas" y estos enunciados confunden a los usuarios ya que en muchos casos lo que son competencias podríamos identificarlo con objetivos y éstos a su vez con criterios de realización de naturaleza observable.

Si bien es cierto que de todas las modas siempre algo queda, podremos pensar que en esta ocasión el sistema educativo formal y no formal experimentará un importante cambio al hacer consciente a la población que la formación recibida ha de ser orientada hacia una "competencia profesional", hacia un "saber, hacer y ser". La moda o no en la utilización del término hace que esta tendencia ayude a configurar la proyección de nuestro sistema educativo, tanto en la educación obligatoria como postobligatoria, hacia una mayor claridad de lo que se pretende en el proceso de cualificación de las personas trabajadoras. Una buena formación de base, una formación humanística, y una formación profesional son las claves para conseguirlo. La creación del Marco Nacional de Cualificaciones y el Catálogo Nacional de Cualificaciones hacen del sistema de formación una de las herramientas esenciales para elevar la competitividad del sistema productivo. Y todo esto contribuye a poner orden en la pléyade de documentos que aparecen publicados para tratar la denominación de "competencias profesionales". Un buen ejemplo lo podemos observar en la reciente aprobación de la Ley de Economía Sostenible (2011, http://www.boe.es), la cual tiene importantes repercusiones en el proceso de reconocimiento y acreditación de las competencias profesionales. Con esta ley se modifican otras como la que regula las cualificaciones y la formación profesional de 2002 y donde se pueden observar cambios que implican la consideración de lo que es más que una moda: el desarrollo de oportunidades laborales y la mejora de la empleabilidad a partir del reconocimiento de las competencias adquiridas por la experiencia, así como la flexibilidad de los modelos formativos orientados a dar respuesta al mercado de trabajo.

Desde otro punto de vista, si analizamos las competencias profesionales como reflejo del cambio en el sistema educativo y laboral, lo podemos ver en la validación de las competencias profesionales y el reconocimiento de los aprendizajes adquiridos por vías no formales e informales (2009). El reconocimiento y la acreditación de las competencias profesionales es una preocupación constante en el día a día de las personas trabajadoras. Hace más de 10 años que se iniciaron las primeras experiencias de reconocimiento de la competencia en el País Vasco y se han ido sucediendo desarrollos en todas las Comunidades Autónomas que nos aportan un importante bagaje experiencial, digno de ser analizado.

La idea de las competencias profesionales como criterio de reconocimiento, formación, selección, y gestión del personal de una empresa no es un tema novedoso. Las empresas siempre han considerado las capacidades individuales y de grupo, el "saber hacer", por encima de los títulos académicos y el "saber" aislado, teórico. Se reconoce a los profesionales por su práctica (know-how) y cada vez más hay una gran preocupación por ello. Se sostiene que el sistema educativo no prepara lo suficiente a la ciudadanía para el desempeño de las competencias que el sistema productivo necesita. Se perpetúan los modelos y las viejas prácticas "escolares" se reproducen cada año académico.

El sistema de reconocimiento de las competencias profesionales representa la importancia que el sector productivo otorga a la formación de profesionales capaces de dar respuesta a la demanda del mercado. Se necesitan personas capaces de hacer frente a la flexibilidad, incertidumbre, cambios permanentes e inmediatez del mercado, y es el sistema de formación por competencias el que permite preparar a personas cualificadas "bajo demanda". Un ejemplo lo encontramos hace ya más de tres décadas en la formación del profesorado por competencias (CBTE) de 1974, donde los modelos conductistas configuraban una orientación que fue desestimada en España en los 90 y que se vuelve a recuperar, con matices, iniciativas que tuvieron una escasa implementación, a pesar del éxito alcanzado en Estados Unidos. El sistema educativo se ajusta a la demanda social y a veces, al contrario. A pesar de las voces discrepantes en algunos ámbitos de la formación reglada, es una realidad cada vez mayor que la Universidad debe responder a los requisitos del tejido productivo y no a la inversa como desde algunas cátedras se ha hecho saber.

El Instituto Nacional de Cualificaciones (http://www.educacion.es/ educa/incual/ice_incual.html), como centro coordinador del Catálogo Nacional de las competencias profesionales, junto con el Ministerio de Trabajo, a través del Servicio Público de Empleo Estatal (http://www.sepe.es) y los sistemas de formación ocupacional, van identificando las diferentes competencias necesarias para el desarrollo del sistema productivo, mientras que la formación en los sistemas públicos universitarios sigue manteniendo un enfoque demasiado academicista y a veces alejado de la realidad profesional.

Resultado de una experiencia internacional llevada a cabo bajo el programa Leonardo da Vinci, con la participación de 27 países, fue creado el Observatorio de la Validación de competencias profesionales (Observal) (http://www.observal.org). Como resultado de la experiencia europea ha sido implementado este observatorio en la Universidad de Valladolid (http://www.observal.es) como punto focal en el que se recogen y analizan las diferentes experiencias llevadas a cabo en las Comunidades Autónomas e instituciones académicas españolas donde se están desarrollando ejemplos de buenas prácticas hacia el reconocimiento de las competencias profesionales adquiridas por la experiencia. Este observatorio pondrá en valor las experiencias realizadas y servirá de espacio abierto para el debate y análisis de la validación de competencias profesionales. En Observal nos hacemos conscientes de esta moda, considerada muy importante para una mayor comprensión del fenómeno que está experimentando el mercado laboral y observamos que las competencias profesionales tienen una gran repercusión en el actual sistema educativo y laboral. Se puede observar que el sistema productivo está haciendo grandes avances hacia una mayor y mejor empleabilidad, a partir de la consideración positiva hacia la formación y cualificación de la mano de obra y su relación con la calidad del desempeño profesional. En resumen, más allá de una moda, las competencias profesionales recogidas en el catálogo nacional serán el pasaporte y la credibilidad internacional de un país que se toma en serio la productividad y la calidad de la formación, tanto en el sistema educativo formal como no formal.


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