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¿Incompetentes o impotentes?

Editorial

Hay de todo. Desde el punto de vista de los resultados, no es de recibo ampararse en las desigualdades sociales o culturales para explicar las diferencias en el rendimiento académico. Pero todos los problemas educativos no se resolverán con mejoras pedagógicas, de gestión o de atención al alumnado. Las familias tienen mucho que ver y, nos guste o no, la escuela no puede cambiarlo todo.


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Enric Renau. Editor
Algunas de las noticias de esta semana que destacamos en nuestro boletín informativo tienen una doble lectura. Los medios masivos tienden a destacar siempre la parte negativa y, habitualmente, tienden a culpabilizar al sector educativo y al profesorado de la mayor parte de los problemas.

En Educaweb.com nos gusta ser críticos con lo que va mal y, sinceramente, creo que fuimos pioneros en señalar las cosas por su nombre cuando nadie se atrevía a decir "el rey va desnudo”.

Actualmente, quizás ocurre lo contrario. Y siempre reciben los mismos. Vamos a repasar algunos ejemplos.

"El 16% del tiempo lectivo de los profesores de educación reglada de la OCDE se dedica a imponer el orden en clase”, según el informe TALIS. El buen comportamiento en clase debería ser algo habitual. La falta de actitud adecuada en clase debe ser corregida en el aula, y, no tiene por que ser negativo dedicar un tiempo reducido a subsanar el problema. Pero la "mala educación” proviene de casa, de unos malos hábitos en los hogares que algunos padres suponen que será la escuela quien los convierta. ¿Son incompetentes los docentes que tienen que dedicar el 16% de sus horas lectivas a establecer el orden o se sienten impotentes ante el mal hábito adquirido en casa?

"Uno de cada cuatro alumnos catalanes no supera la primera reválida de primaria”. Evidentemente, este dato junto a las pruebas PISA es preocupante, por que pone en evidencia que el sistema educativo no consigue cumplir con sus propios objetivos mínimos de adquisición de competencias básicas en matemáticas y lenguas catalana y castellana, al menos entre sus alumnos de sexto de primaria. Se señala, también, que existen diferencias importantes según el género de los alumnos y el nivel socioeconómico de las familias.

La cuestión está en saber qué es lo que provoca que las niñas sean mejores en lenguas que los niños y ellos mejores en matemáticas. ¿Son los docentes que ponen más interés en ello? ¿Es cierto que no separan los alumnos por sexos en las distintas asignaturas? La presión cultural familiar, los estereotipos que se transmiten desde los hogares y de los medios de comunicación, se pueden corregir desde las instituciones educativas, pero es tarea de todos no potenciar las diferencias.

También vale la pena asumir que el origen socioeconómico de las familias afecta a los resultados, pero podríamos profundizar en comprender porqué en un mismo barrio o entorno socioeconómico hay centros con unos resultados tan dispares.

Los vectores sociológicos influyen mucho, pero la gestión, el liderazgo y la competencia de los equipos pedagógicos también tienen mucho que ver.

Desde el punto de vista de los resultados, no es de recibo ampararse en las desigualdades sociales o culturales para explicar las diferencias en el rendimiento académico. Pero todos los problemas educativos no se resolverán con mejoras pedagógicas, de gestión o de atención al alumnado. Las familias tienen mucho que ver y, nos guste o no, la escuela no puede cambiarlo todo.

Enric Renau
Editor
editor@educaweb.com





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