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Escuela y familia: una relación necesaria para educar en la diversidad

Artículo de opinión

  • 07/11/2005

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Hella Schleef, antropóloga social, postgrado en inmigración, religiones e identidad en la Universitat de Barcelona
En los planes de acogida y en los discursos sobre la educación en valores se destaca la importancia de una educación intercultural y de educar en la diversidad. Hay mucho material didáctico sobre el tema y cada vez más propuestas sobre cómo aplicarlo en las aulas. Sin embargo, todavía no llega a todas las aulas debido al hecho de que no forme parte del currículum oficial - incorporarlo, formar al profesorado y trabajar estos temas de manera transversal con el alumnado sería un primer paso importante para promover una acogida positiva.

Pero la diversidad no acaba en la puerta del aula - por lo tanto tampoco el plan de acogida puede limitarse a enfocar la situación dentro del colegio. No debería solamente consistir en un "plan para el nuevo alumnado inmigrante” sino en un proyecto más integral dirigido a toda la comunidad educativa con sus ejes principales: profesorado, alumnado, familia y entorno.

Dentro de dicho proyecto debe reforzarse especialmente la relación entre escuela y familia que muchas veces queda olvidada o solamente mencionada sin darle la importancia que realmente tiene para garantizar una acogida lograda, también a largo plazo, y que, además, debería ser un recurso básico en la atención al alumnado recién llegado. A menudo se olvida aprovechar la propia diversidad que tenemos en el mundo escolar y su entorno -la que siempre ha existido con facetas diferentes- para facilitar y promocionar la interculturalidad que sería la consecuencia de un buen plan de acogida.

Conceptos claves para este recurso son la comunicación y la participación. Resulta fundamental ser consciente del sentido original de la palabra latina "comunicar”: relacionarse/ poner en común/ participar; y no eludir responsabilidades dándose por satisfecho con la interpretación actual: informar y transmitir datos.

Un estudio cualitativo sobre la relación entre centros educativos y familias de alumnado inmigrante, así como el análisis de publicaciones relacionadas con el ámbito inmigración - educación han permitido observar una falta de comunicación oportuna y duradera. Según las afirmaciones de los/las informantes (tanto personal de centros educativos y psicopedagogas como madres y padres inmigrantes), la colaboración es mediocre a causa de cuestiones de horario, del idioma, de una inseguridad por parte de las familias debido a su situación social, del desconocimiento de lo que significa la participación, de la reducción del proceso de acogida a una relación unilateral que pretende solamente informar y no recibir informaciones, así como de la falta de interés en participar.

Como consecuencia de esto, pueden surgir problemáticas como una educación contradictoria por parte de los diferentes educadores/as, en este caso escuela y madres/padres. Sobreviene muchas veces un cambio de roles dentro del ámbito familiar por recurrir a los/las propios/as hijos/as para la intermediación (lingüística) entre centro y familia. Es probable que así se agrave la inseguridad y el rechazo en la actitud de los padres y que los/ las jóvenes sufran trastornos. Los servicios de mediación y traducción son recursos importantes para un acercamiento más equilibrado.

Otra razón por la que parece imprescindible fomentar la participación es que el contacto entre las familias puede ayudar mucho a crear un ambiente más cálido y facilitar la acogida de los recién llegados.

Un plan de acogida debería afrontar estos aspectos creando espacios de comunicación alternativos, más amigables y flexibles que los que se suelen ofrecer (horarios de consulta, reuniones iniciales). Las experiencias positivas, que mencionaron los/las entrevistados/as, parten mayoritariamente de actividades alternativas como un taller de teatro y su estreno, una escuela de padres y madres para el intercambio, un taller sobre el trato con adolescentes, encuentros informales, etc.

El AMPA (Asociación de Madres y Padres) puede por lo tanto tener un papel clave, creando espacios de relación y un clima de diálogo con el apoyo del profesorado. Pero no se trata sólo de poner a disposición los espacios sino sobre todo de promocionar la participación teniendo siempre en cuenta que no todos/ as saben lo que significa participar e ir a una reunión escolar.(*)

No cabe duda que hablando de falta de participación están incluidos/as también las madres y padres autóctonos.

Es aquí donde empieza el intercambio: buscando intereses comunes, conociendo otras formas/ vías de comunicación, más sencillas que una reunión oficial, y recurriendo a los recursos más cercanos - preguntando a la persona de enfrente.



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(*) Véase por ejemplo el proyecto y la actitud del presidente del AMPA de la Escuela Cervantes en Barcelona, publicado en "Immigració i participació: per l'accés a la plena ciutadania. Jornades de reflexió Barcelona, desembre de 2004” de la Secretaria d'Immigració y del Centre d'informació per a treballadors estrangers.
Del mismo modo me parecen recomendables proyectos de otros centros que he visitado donde una profesora anima a madres y padres autóctonos para abrir un espacio de encuentro entre las familias autóctonas y las familias extranjeras para dar apoyo a todos/as quienes les cuesta la participación o donde un profesor organiza encuentros para intercambiarse sobre temas "transculturales” como la adolescencia.
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