Para comprender mejor los fenómenos educativos, los estudios sociológicos tienen su utilidad. En concreto, he repasado la "Encuesta de jóvenes de Catalunya” que trata, entre otros aspectos, de los itinerarios formativos de los chicos y chicas de 15 a 29 años.En ella se pone en evidencia como han crecido en los últimos decenios los efectivos del sistema educativo, particularmente, en relación con la enseñanza universitaria. Hay más jóvenes estudiando que nunca, lo que en principio, es positivo para apostar por la sociedad del conocimiento.
Este crecimiento del número de estudiantes no ha significado, sin embargo, la reducción del contingente de jóvenes con "pobreza formativa” -poco formados pero que han abandonado los estudios-. El incremento es el resultado de la prolongación de los estudios hacia la universidad y los estudios de postgrado del segmento más amplio de jóvenes, que retrasa su salida del sistema educativo hasta los 22 años de promedio, cuando hace 15 años estábamos en los 19.
Hay una correlación clara entre capital cultural de los padres -su nivel de formación- y desigualdades educativas, incluso superior a la correlación con el nivel económico de las familias. Hay el triple de universitarios con padres con elevado capital cultural.
Ello no es contradictorio con el hecho positivo que una parte muy importante (más del 50%) de los hijos de las clases trabajadoras y de padres y madres con un bajo nivel de estudios también estén cursando estudios universitarios.
Existen pues las desigualdades, pero la transformación de la sociedad -en este caso, catalana- no se puede negar.
Los jóvenes que alargan más su proceso de formación son los provinentes de las posiciones económicas medias, superando a las posiciones más altas y, por supuesto, las más bajas.
Globalmente, los estudiantes dan una buena nota al sistema educativo, al menos si consideramos su grado de satisfacción. Los jóvenes que más tiempo llevan estudiando son los que mejor satisfacción expresan respecto a los estudios en curso, algo que sobretodo se refleja en la educación post-obligatoria de formación profesional y universitaria.
El interés personal, la consolidación de un grupo de iguales interesados en una misma especialidad son los elementos que más favorecen la continuidad en los estudios entre los jóvenes. La desmotivación, los suspensos continuos y la necesidad de ponerse a trabajar, destacan como factores negativos que frenan la continuidad en los estudios.