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Más allá del inglés: la pertinencia del aprendizaje de lenguas extranjeras secundarias

Artículo de opinión

La causa de los potenciales efectos limitadores del uso de una lengua no nativa en la comunicación es lingüística sólo en parte: bien es posible que haya diferencias expresivas entre la lengua nativa y la secundaria que ocasionen la pérdida de componentes semánticos del mensaje del hablante, pero también la comunicación a través de una lengua no nativa es por lo general si no menos espontánea, sí al menos más consciente y monitorizada.


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Elena Bárcena. Profesora Titular del Dpto. Filologías Extranjeras y sus Lingüísticas. UNED.
En el mundo se hablan más de 3.500 lenguas y, claro, intentar aprenderlas todas está fuera de cuestión. Alababa Plutarco de Cleopatra que dominara nueve idiomas y, ya en tiempos más recientes, parece que el record guiness de conocimiento de idiomas se sitúa por los cuarenta. La diferencia es todavía abismal. La capacidad cognitiva del ser humano, aunque nos pese, es limitada y en cuanto a idiomas, la inmensa mayoría no llegamos a la media docena. Esto nos lleva necesariamente a tener que elegir. Parece que aprender el inglés, tan consolidado ya como lingua franca a nivel mundial, es un must. Su conocimiento es, junto con el de informática a diversos niveles, el requisito más extendido en el mercado laboral a la hora de contratar o promocionar a alguien - el mejor indicador. Este hecho se refleja en el mundo académico español: el grueso de la demanda de cursos de idiomas, por encima de todos los demás, está en el inglés. Tras él, el francés y el alemán (más o menos al mismo nivel) seguidos de cerca por el italiano y el portugués y de lejos por una larga lista de idiomas: neerlandés, árabe, chino, ruso, etc. El orden relativo de los idiomas secundarios en demanda está claramente condicionado por la relevancia política y socio-económica de las respectivas comunidades de hablantes a nivel mundial y también por la relevancia de la relación que cada país mantiene con aquéllas (determinada por factores como la proximidad geográfica, conexiones históricas, intereses comerciales, afinidades religiosas, etc.). Hoy en día en Estados Unidos, un país cuyas relaciones internacionales sufren alteraciones más significativas que las de España, existe una demanda de traductores y expertos lingüísticos en árabe comparable a la que existía para el ruso en los años de la guerra fría.

Podría argumentarse, y de hecho se hace, que el conocimiento del inglés está tan extendido en el mundo que no es necesario saber ningún otro idioma para comunicarse fuera de nuestra comunidad. Sin embargo, ya von Humboldt apuntaba en el siglo XIX que las lenguas reflejan, como ningún otro aspecto de una sociedad, su identidad y su percepción del mundo y de la vida. Hay un tesoro de matices culturales y también psicológicos cuya recepción se pierde cuando uno se comunica con individuos en una lengua que no es la de ellos. Ésta funciona, no necesariamente como una barrera, pero sí como un filtro comunicativo y hasta cierto punto emocional, y su ausencia explica en gran medida la estrecha y sintónica relación entre españoles y latinoamericanos. La causa de los potenciales efectos limitadores del uso de una lengua no nativa en la comunicación es lingüística sólo en parte: bien es posible que haya diferencias expresivas entre la lengua nativa y la secundaria que ocasionen la pérdida de componentes semánticos del mensaje del hablante, pero también la comunicación a través de una lengua no nativa es por lo general si no menos espontánea, sí al menos más consciente y monitorizada.

Estos principios son el embrión de políticas lingüísticas tras las cuales se hallan estrategias e intereses económicos y políticos del más alto nivel por gobiernos que desean alejarse o acercarse, uni- o bidireccionalmente a la comunidad internacional. En cuanto a España, aunque las estadísticas europeas muestran un nivel medio de conocimiento de lenguas extranjeras muy mejorable, la mejora de los métodos de enseñanza de lenguas extranjeras y las facilidades de transporte y contacto con la comunidad nativa - todo ello apoyado por los avances telemáticos - han mejorado ostensiblemente el nivel de competencia de un sector de la población en los idiomas tradicionalmente de mayor demanda, sobre todo el inglés. Esto unido a la creciente competitividad laboral, está fomentando una demanda del conocimiento de nuevas lenguas secundarias por parte de empresas e instituciones interesadas en que sus relaciones internacionales tengan lugar en el idioma nativo de la comunidad de destino y, consecuentemente, de los cursos de formación correspondientes por parte de los interesados.

Es difícil valorar en términos generales la pertinencia del aprendizaje de estos idiomas extranjeros tradicionalmente ignorados o relegados a un segundo plano. Podría argüirse que es ventajoso ser los únicos conocedores de idiomas insólitos, como ya se ha demostrado en más de una ocasión con motivo de algún viaje oficial de Estado, y también que el peso de cada lengua extranjera depende de múltiples circunstancias como el área de actividad. Piénsese, por ejemplo, en el gran interés de lenguas como el vascuence y el quechua para los filólogos. Analizando la pertinencia para nuestro país de los tres idiomas oficiales de la ONU además del español y el inglés - el chino, hindú y ruso, se llega pronto a la conclusión de que el chino no sólo tiene particular interés por los más de mil trescientos millones de habitantes de China ya que la población de la India no es nada despreciable cuantitativamente (unos mil millones). El momento de apertura y desarrollo socioeconómico por el que está atravesando China lo convierte en el centro de atención de empresarios e inversores internacionales, aunque sea modesta aún la presencia española comparativamente. De cualquier forma, ninguno de ellos debe obviar la mayoritaria falta de conocimientos de lenguas extranjeras de sus numerosísimos clientes potenciales. Este hecho, además del atractivo de la lengua y cultura chinas milenarias, tiene como consecuencia que en la actualidad haya más de 60 millones de estudiantes de chino en el mundo. En cuanto al ruso, además de los aproximadamente 150 millones de habitantes de Rusia, es un idioma hablado en los países de la antigua Unión Soviética y en los que quedaban dentro de su área de influencia político-económica. Es por tanto hoy en día la lengua clave en el este de Europa, el Cáucaso y Asia Central, una franja continental de enormes dimensiones.

El árabe es un idioma con más de 300 millones de hablantes nativos y además la lengua religiosa de más de mil millones de musulmanes, por lo que es fundamental para conocer y comprender el islamismo. Pero además, en España el impacto de esta lengua merece un análisis aparte debido a nuestra proximidad geográfica con el Magreb, y en concreto Marruecos, a las numerosas relaciones y convenios socioeconómicos entre ambos, al extenso pasado histórico común y al relativamente reciente fenómeno de inmigración que se desarrolla a menudo en unas circunstancias tan adversas que bien podría beneficiarse de una comunicación directa sin trabas lingüísticas. Sobre la cuestión de la inmigración en España cabe señalar que, a pesar de la inmigración controlada y eminentemente latinoamericana, se ha hecho necesaria la puesta en marcha de un considerable número de programas de integración que conllevan clases de español. Y para los menores y descendientes de inmigrantes, en el marco de los programas de atención a la diversidad y de compensación educativa, se ofertan cursos de Enseñanza de Lengua y Cultura de Origen (ELCO) para árabe y portugués en un número creciente de más centros españoles de educación primaria y secundaria.

El aprendizaje de todas las lenguas no entraña el mismo nivel de dificultad pero ésta es una cuestión sobre la que no hay que dramatizar en exceso. Es cierto que el aprendizaje de idiomas de países distantes a los que no es fácil viajar para mejorar y practicar los conocimientos adquiridos entraña una dificultad añadida; que cuanto más distante sea una lengua culturalmente de la nuestra mayores divergencias presentará en su lexicalización conceptual y su vocabulario; que hay idiomas con grafías diferentes a nuestro alfabeto; que el español es un idioma con un sistema fonético sencillo lo que dificulta la adquisición de nuevos sonidos y, por lo tanto, la correcta pronunciación de los idiomas correspondientes (piénsese, por ejemplo, en los 19 fonemas consonánticos del español frente a los 26 del árabe), originándose continuos problemas de comprensión; que existen idiomas con sistemas morfológicos flexivos mucho más complejos que el nuestro, etc. Conviene insistir: estos retos añadidos no son fatales (por otra parte, también se pueden mencionar algunas ventajas como el menor número de interferencias de la lengua materna al aprender lenguas no relacionadas) y no deben preocupar en absoluto al estudiante de lenguas. Cierto es que los métodos didácticos, los recursos, los tiempos, énfasis, etc. han de adaptarse al idioma de estudio adecuadamente, de la misma forma que conviene adaptarlos al idioma nativo de los estudiantes y a sus objetivos o motivaciones de aprendizaje ya que, naturalmente, el subconjunto lingüístico que necesita dominar en primer lugar un empresario de hostelería dista mucho del que requiere un ingeniero informático, un diplomático o un turista que desea hacer un viaje ocasional.

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