Muy previsores y pragmáticos, estos jóvenes entienden que la formación es su principal inversión, antes de emanciparse del hogar de sus progenitores e hipotecarse de por vida junto con su pareja.También de un estudio de Accenture sobre las expectativas laborales de los recién licenciados y universitarios de los últimos cursos se detecta que, a partir de unos mínimos- la retribución ya no es el primer factor en la decisión de buscar un puesto de trabajo, sino que es la sensación de dentro de la empresa- puedan mejorar en su capacitación profesional, progresar dentro de un proyecto empresarial u organizativo coherente y disponer de una cierta flexibilidad en el horario laboral. En concreto, el 71% de los universitarios considera los programas de formación como el beneficio e incentivo más deseado para él mismo.
Los universitarios exigen que su ocupación tenga un sentido y que su actividad profesional siga una lógica racional y no se vea afectada por unos criterios aleatorios o autoritarios.
Una de las principales diferencias entre España y otros países, especialmente los Estados Unidos, es la poca inversión en formación continua por parte de las empresas. Concretamente, según Accenture, la dedicación de las empresas del Estado Español a la formación es la mitad de la de Europa. Son cifras análogas con las obtenidas en otro estudio de DEP del año 2001, según el cuál el 54,7% de los jóvenes que realizaban formación continua tenía que financiarse particularmente (de su sueldo o de sus familias) y sólo el 17,1% recibía apoyo de las empresas o administraciones. Bien es cierto que las organizaciones ceden parte del tiempo de actividad laboral del joven para su formación, pero esta tendencia tiene que invertirse.
El nuevo estudio sobre la demanda de formación continua en España 2004: que actualmente ya está en fase de redacción, lo aclarará a corto plazo.