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Docente de FP, te necesitamos

Artículo de opinión

  • 04/12/2025
  • Tiempo de lectura 6 mins

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Antonio Dueñas. Profesor de Formación Profesional de la familia de Informática y Comunicaciones

La Formación Profesional (FP) vive un momento de crecimiento. Su oferta aumenta, está siendo promovida tanto a nivel nacional como europeo y las empresas la están viendo con otros ojos, para tener técnicos especialistas cualificados. Además, está siendo modernizada con la nueva Ley de FP.

Para ponerla en marcha se necesitan más recursos y uno de los más valiosos es el profesorado. Ser docente de FP no es sólo cuestión de tener conocimientos técnicos, experiencia profesional y vocación educativa, también implica cumplir con unos requisitos académicos importantes: disponer de una titulación universitaria y luego cursar el Máster Oficial en Formación del Profesorado. A ello se suma, en el caso de los centros públicos, superar unas oposiciones.

Si añadimos que las condiciones económicas del profesorado de FP suelen ser inferiores a las de las empresas, el resultado es evidente: el atractivo de la docencia se reduce y eso sin hablar de las posibilidades de promoción.

En muchas especialidades de FP, la falta de profesorado es más que preocupante, ya sea por el sueldo, por la falta de titulación universitaria entre los profesionales o por la necesidad de ir pensando en el relevo generacional.

Una posible solución sería incorporar figuras docentes más flexibles, similares a la del profesor asociado universitario: profesionales en activo con titulación universitaria y experiencia acreditada mínima de 3 años que puedan impartir docencia y seguir trabajando en la empresa mientras dura su contrato, ya que no pueden dedicarse exclusivamente a la universidad. Sin embargo, esto no es factible con la Ley 53/1984, de Incompatibilidades del Personal al Servicio de las Administraciones Públicas, que impide trabajar simultáneamente en el sector público y en la empresa privada salvo excepciones puntuales. Habría que solicitar una compatibilidad de cargo que se podría conceder por trabajos puntuales o de tipo educativo. En cambio, en los centros privados la normativa laboral es más abierta y es cuestión de compatibilizar horarios. De hecho, muchos valoran positivamente que el profesorado mantenga contacto directo con el mundo profesional.

Otra forma de ampliar la formación que imparten los y las docentes sería ofrecerla de manera online, siempre que los módulos o asignaturas lo permitan y dejar para la parte presencial las actividades más de taller. De este modo se tendría un modelo semipresencial que ya existe en algunas comunidades autónomas.  Ese profesorado de taller ya existía anteriormente e incluso no requería titulación universitaria sino experiencia profesional y cursos de formación específica docente.

Al igual que en el ámbito empresarial hay compañías en las que todos quieren trabajar, también existen centros de FP especialmente deseados: aquellos con equipos docentes cohesionados, liderazgo pedagógico, proyectos de innovación, premios obtenidos, buenos talleres, equipamientos e instalaciones, y una red sólida de empresas colaboradoras. También la localización es importante, pero lo que realmente marca la diferencia es el ambiente educativo que se genera.

Cada vez más países se plantean que haya una carrera profesional docente más allá de ir consiguiendo antigüedad, algo que podría ser un buen incentivo profesional y económico para los y las futuras docentes.

El mundo de la educación es muy vocacional igual que otras profesiones sociales.  La formación pedagógica en FP es importante en los ciclos de grado medio, porque cada vez llega más alumnado de la ESO y de los Programas de Formación e Inserción (PFI) con diferentes niveles, conocimientos y grados de madurez, además de diversidad que hay que saber manejar. También es fundamental hacer tareas de orientación y acompañamiento para que puedan avanzar y mejorar, ya sea para incorporarse al mundo laboral o para continuar estudiando. Algo que no ocurre en la universidad, donde el alumnado es mayor de edad.

Ser docente de FP implica compartir nuestra experiencia y tener unas competencias personales como la empatía, la paciencia y la sensibilidad que van más allá de los conocimientos técnicos. También la curiosidad, las ganas de aprender, comunicar y explicar. Y a la vez, aprender enseñando y mejorar cada día. Cada grupo, cada curso y cada estudiante ofrecen una nueva lección.

En definitiva, somos agentes del cambio en la sociedad. Dejamos huella en el alumnado de alguna manera, siendo responsables de lo que hacemos y decimos. Ayudamos a desarrollarse y a construir su vida.

Quizás la labor docente no siempre sea fácil ni suficientemente reconocida, pero tiene un sentido profundo que compensa otras cosas.

Como decía Confucio: "El maestro abre la puerta, pero tú debes entrar por ti mismo".

Y eso mismo podría decirse a quienes hoy se plantean ser docentes de Formación Profesional: si decides hacerlo, será porque has encontrado tu propia puerta y la voluntad de cruzarla.

Te necesitamos.

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