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Los Certificados de Profesionalidad: la respuesta para el desarrollo a lo largo de la vida y la escasez de profesionales

Artículo de opinión

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Anna Sánchez Caballé. Profesora ayudante doctora en la Universitat Jaume I.
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Cuando se hace referencia a los Certificados de Profesionalidad debe entenderse que estos son una herramienta que permite acreditar el desarrollo de las competencias necesarias para desempeñar una labor profesional concreta, que, a menudo, suele tener un carácter procedimental. De este modo, tanto la persona que haya obtenido un certificado como el posible ente contratante pueden disponer de pruebas documentales que son garantes de que ha existido una formación y un desarrollo en términos de cualificación respecto a competencias determinadas.

Mientras que otros títulos académicos certifican un complejo conjunto de saberes y competencias adquiridos, los Certificados de Profesionalidad pueden precisar y acotar mucho más, por lo que son un elemento economizador, en un sentido temporal, de la formación y de la capacitación.
 
Es importante aquí señalar lo obvio: que los Certificados de Profesionalidad cuentan con una vasta gama de posibilidades –que abarcan desde las actividades deportivas hasta las de albañilería, pasando por las labores náuticas, las de apoyo educativo y un larguísimo etcétera–.
 
Así pues, es evidente que, potencialmente, los Certificados constituyen una respuesta eficaz, amplia y concreta a las necesidades de cualificación laboral, tan diversificadas y específicas, que presenta la sociedad del siglo XXI. Al mismo tiempo, desde la perspectiva individual de las personas, estos ofrecen una vía concisa (en relación con otros itinerarios de educación superior) para adquirir o desarrollar las aptitudes deseadas en función de los intereses o los requerimientos profesionales y de las necesidades de adaptación a (y de creación de) un mercado laboral cambiante.
 
Partiendo de lo anterior, los Certificados de Profesionalidad cobran aún más sentido, si cabe, cuando se centra la atención en dos direcciones concretas: por un lado, en las propias competencias, que son el eje que articula toda esta red de acreditación; y, por el otro, en la falta de profesionales que vive el sistema laboral español en algunas áreas de trabajo.
 
Cabe tener en cuenta que este tipo de certificación se centra en el desarrollo competencial y permite conseguir, ya sea mediante una formación formal y reglada o bien mediante la acreditación de experiencia laboral o formación informal demostrable relacionada con los diferentes módulos, un reconocimiento relacionado con un campo concreto de trabajo. Esto los convierte en una opción de actualización muy adecuada, por ejemplo, para personas que hace años terminaron su etapa educativa y que tienen intención de actualizarse y seguir mejorando su perfil profesional.
 
De hecho, dicha idea está estrechamente vinculada con el concepto de formación o aprendizaje a lo largo de la vida que menciona la UNESCO, en su documento Declaración de Incheon y marco de acción para la realización del objetivo de desarrollo sostenible 4: Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos, publicado en 2016. Este documento hace referencia de forma clara a la importancia de formular políticas que proporcionen opciones sólidas de profesionalización mediante el aprendizaje permanente y permitan que tanto jóvenes como adultos adquieran (y puedan demostrarlo luego) las competencias técnicas y profesionales para acceder a un trabajo. Se trata de una idea estrechamente vinculada con la intención de este tipo de certificación.
 
Además, el hecho de regular y promover la profesionalización y revalorización de determinadas labores mediante un sistema de certificación puede ser un buen inicio para cubrir las necesidades que existen en el actual contexto laboral, tal y como evidenciaron conjuntamente la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa y Randstad durante la primavera del año 2022 en las jornadas ¿En qué sectores no se encuentran trabajadores?.
 
Es evidente que si en el segundo trimestre del 2022, según datos del INE, hay más de 145.000 vacantes laborales (principalmente en los sectores de industria, servicios y construcción), entonces los Certificados de Profesionalidad pueden ser una buena herramienta para especializarse y dinamizar la cobertura de esas vacantes presentes en el mercado laboral.
 
Para concluir, se puede destacar que los Certificados de Profesionalidad son una opción de reconocimiento, aprendizaje y formación con la que cuenta la ciudadanía. No obstante, es importante que en esta dirección las empresas apoyen dicho tipo de iniciativas. Para ello, es interesante que los empleadores también apoyen e incentiven la profesionalización de sus trabajadores en activo, facilitando así la formación continuada y promoviendo la flexibilidad, la conciliación y el teletrabajo, en los casos en los que sea deseable y posible, tanto para personal en activo como para potenciales trabajadores.
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