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Certificado de profesionalidad: el "permiso de conducir" de la profesión

Artículo de opinión

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Antonio Dueñas. Profesor de ciclos formativos de la familia de Informática y Comunicaciones
Con la nueva Ley de la Formación Profesional aprobada el pasado 23 de marzo de 2022 se han integrado a la FP los certificados de profesionalidad, que antes eran expedidos por el Servicio Público de Empleo o los Servicios de Empleo autonómicos.
 
Los certificados de profesionalidad permiten acreditar de forma oficial las cualificaciones profesionales del Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales. Este catálogo se organiza por familias profesionales y los certificados tienen 3 niveles.
 
También se han creado 5 grados: del A al E, que tienen su correspondencia con los ciclos formativos de grado medio y superior (grado D) y también con los cursos de especialización (grado E).
 
¿Y cómo se aplica todo esto a la realidad empresarial y educativa que tenemos? Si se analizan los anuncios de ofertas de trabajo de diferentes portales, los niveles de formación requeridos parten de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), pasando luego por Bachillerato, ciclos formativos de grado medio o superior y terminando por grado universitario, máster. Se piden formaciones específicas en productos, tecnologías.  Y también se pide experiencia profesional.
 
¿Y cómo se acredita la experiencia profesional? Una forma de medir la experiencia sería mediante la vida laboral, aunque sólo cuantifica el tiempo trabajado y no las competencias. Una persona puede estar mucho tiempo haciendo el mismo trabajo y será competente para esa tarea, pero no para otras.
 
Por este motivo, se quiere potenciar la formación continua con la ayuda de la Formación Profesional y los certificados de profesionalidad integrados en ella, para poder aumentar las competencias de los trabajadores en un mercado laboral competitivo, en constante cambio y evolución, y cada vez más tecnológico.
 
Hasta ahora, la formación continua no ha sido muy cuidada por parte de las empresas, independientemente de su tamaño. La mayoría de la oferta de formación gratuita o subvencionada es para el empleo, para dar salida rápida a las necesidades de mano de obra y no para que la formación sirva para adquirir nuevos conocimientos para la mejora competitiva o explorar nuevas oportunidades de negocio, o simplemente, actualizarse.
 
No olvidemos que formarse implica tiempo y dinero. Desde el punto de vista del trabajador, tener certificados de profesionalidad le va a abrir las puertas a un mejor trabajo porque tendrá más competencias. Además, los salarios y los convenios se regulan según el grupo profesional (tareas, responsabilidades, conocimientos requeridos) y no como antes de la reforma laboral del 2012 que era por categorías profesionales, donde la titulación marcaba los salarios.
 
Falta que la empresa acepte mejor los certificados de profesionalidad porque en muchos casos, prefiere una formación continua que incluso no es oficial como son las certificaciones propias de los fabricantes de productos, ya que con ellas tienen ciertas ventajas como descuentos en la compra de productos y descuentos en formación. Estar certificado muchas veces es un requisito para trabajar con ese fabricante y así asegurar un nivel de conocimientos para dar un buen servicio. Y también es una ventaja competitiva respecto a otras empresas que no están certificadas. Y tampoco olvidemos que la formación es un negocio para las empresas porque se han de ir renovando las certificaciones.
 
Se necesita un permiso de conducir para poder conducir un vehículo, por mucho que se sepa conducir sin tener un permiso. Por tanto, el certificado de profesionalidad es el "permiso de conducir" de la profesión.
 
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