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La influencia de la educación emocional en la orientación educativa

Artículo de opinión

  • 30/03/2022
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Ángel Casajús. Doctor en pedagogía y vocal de relaciones institucionales del Col·legi Oficial de Pedagogia de Catalunya, y Alicia Prats, psicopedagoga y miembro de la comisión Pedagogía y Escuela de la mencionada entidad
La educación emocional es un factor importante de cara a la convivencia y desde el centro educativo es considerada una herramienta imprescindible para la educación y el desarrollo integral de los alumnos y alumnas adolescentes.
 
En la toma de decisiones (en su aspecto de orientación académica y profesional), el manejo/control de las emociones (educación emocional) es fundamental. La orientación académica y profesional trabaja de manera preventiva para que cada estudiante conozca todo aquello necesario para su elección -tanto para los estudios posteriores o para su incorporación al mundo laboral-, y que esté acorde con sus capacidades, intereses, actitudes, aptitudes, habilidades y expectativas.
 
De las diversas definiciones que están surgiendo desde hace algún tiempo, nos quedaremos con la de Bisquerra y Pérez (2012), docentes e investigadores de la Universitat de Barcelona: "Educación emocional es un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social."
 
Es importante incluir en este campo a Goleman (1995), que popularizó el concepto de inteligencia emocional, que, Salovey y Mayer (1990) -citada por J. Mesa (2015)- la definieron como "una forma de inteligencia social que envuelve la habilidad de monitorear las emociones y sentimientos propios y ajenos, discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar el pensamiento y las acciones o conducta propias"
 
Ante la cuestión de cómo influyen las emociones a los estudiantes al tomar decisiones sobre su futuro académico y profesional, diremos que a lo largo de la etapa de la ESO y Bachillerato los alumnos y alumnas deben trabajar todos aquellos aspectos encaminados hacia la elección de los nuevos estudios o el conocimiento de los aspectos fundamentales de la inserción en el mundo laboral.
 
"Toda la comunidad educativa debería implicarse en el acompañamiento emocional de los jóvenes con el fin de que puedan afrontar la toma de decisiones sobre su futuro académico y profesional".


El autoconocimiento y manejo de las emociones en el alumnado se debe hacer de manera progresiva a lo largo de la etapa, ya que es el proceso de reflexión sobre uno mismo lo que nos permite recopilar información sobre nosotros. En ese proceso de autoconocimiento, el alumnado explora diferentes variables y una de ellas es la personalidad. En esta área le pedimos que se defina: cómo es, cómo se ve, qué siente, qué piensa, qué le influye, etc. Todo ello conforma su autoconcepto y su autoestima, conceptos de vital importancia en el desarrollo humano. En esa definición personal entran en juego sus sentimientos y emociones.
 
El centro educativo ha de programar acciones que se deben realizar en el propio centro para ayudar a los jóvenes a conocer sus emociones y tomar decisiones académicas bien fundamentadas. Para ello, la acción tutorial y orientadora incorpora, de manera transversal, en muchos centros escolares, el trabajo de competencias socioemocionales en el alumnado. Estas incluyen el abordaje en el aula, desde la tutoría a lo largo de toda la etapa, o en alguna materia optativa o incluso como proyecto de centro (programa de competencia socioemocional).
 
Es conveniente trabajar desde los primeros cursos desde la oferta de materias optativas de la ESO el autoconocimiento del alumno y el manejo de las emociones (recomendable en 1º y 2º de la ESO), temas de la conciencia emocional, la regulación emocional, la autonomía emocional, empatía, habilidades sociales, habilidades comunicativas, habilidades para la gestión y resolución de conflictos, resiliencia, habilidades de bienestar personal y social. Posteriormente, sin olvidar lo anterior, se deben trabajar aspectos más propios de la orientación escolar y profesional (en 3º y 4º de la ESO y Bachillerato). Conocer cómo es nuestro perfil personal (capacidades, intereses, aptitudes, actitudes, habilidades…) ayudará a definir y construir el perfil académico y profesional.
 
Por ello, la elección, a nivel vocacional, de continuar los estudios o incorporarse al mundo del trabajo ha de comportar la estabilidad emocional del alumnado para que esta elección se haga de manera libre y consciente, sin presiones, sabiendo que la adolescencia es una etapa en la vida del estudiante de continuos cambios emocionales.
 
Respecto al modo de cómo se debe abordar el bienestar emocional y la capacidad de tomar decisiones del alumnado con trastornos mentales y de conducta, diremos que una de las preocupaciones docentes más importantes y que genera mayores demandas en el departamento de orientación es la de la gestión de conductas problemáticas y/o disruptivas del alumnado, que llevan al incumplimiento reiterado de la normativa de centro y al establecimiento de sanciones de diversa índole y gravedad. Actitudes y comportamientos que distorsionan y perjudican el ritmo de trabajo en el aula, dificultando al mismo tiempo el aprendizaje del grupo-clase, y hacen difícil la convivencia entre el alumnado y los docentes, afectando a la buena dinámica de funcionamiento del centro.
 
El profesorado de los diferentes niveles educativos y el equipo directivo suele pedir orientación, apoyo, asesoramiento y coordinación para organizar e implementar propuestas de actuación educativas encaminadas a reducir la conflictividad y mejorar la convivencia en el centro, ayudando especialmente a los grupos clase con mayor presencia de estudiantes con dificultades en la regulación emocional y conductual.

Una de las medidas a adoptar para prevenir dificultades y problemáticas derivadas de posibles desregulaciones de carácter emocional y conductual en el alumnado es el diseño y la impartición de programas de competencia socioemocional y conductual, cuya finalidad es la de proporcionar una herramienta útil y funcional a los y las profesionales de la educación, así como la de mejorar las habilidades emocionales, conductuales, sociales y las relaciones interpersonales satisfactorias de los estudiantes, con una incidencia positiva en la gestión de sus emociones y conductas.
 
Toda la comunidad educativa debería implicarse en el acompañamiento emocional de los jóvenes con el fin de que puedan afrontar la toma de decisiones sobre su futuro académico y profesional: desde los tutores del grupo clase, el resto de los equipos docentes, los especialistas, el orientadoreducativo y por supuesto, la familia.
 
Es fundamental, por tanto, conocer cómo influyen las emociones a los estudiantes al tomar decisiones sobre su futuro académico y profesional. Cuando los sentimientos hacia una determinada elección escolar o profesional son positivos, muchas veces se acostumbra a valorar poco los riesgos y se sobrevaloran los beneficios, y viceversa, si los sentimientos hacia unos estudios o un trabajo son negativos, se puede ser más proclive a sobrevalorar los riesgos y no valorar los beneficios.


Fuentes de consulta
  • Bisquerra, R. y Pérez, N. (2012). Educación emocional: estrategias para su puesta en práctica. Revista de la Asociación de Inspectores de España, nº16.
  • Goleman, D. (1995). Emotional Intelligence. New York: Bantam Books.
  • https://www.tesisenred.net/bitstream/handle/10803/310420/TJRMJ.pdf
  • emalbacete.es/como-influyen-las-emociones-en-la-toma-de-decisiones/
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