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Viaje hacia tu vocación

Artículo de opinión

  • 14/07/2021

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María Crespí Rupérez. Orientadora y mentora en la Universidad Francisco de Vitoria (Madrid)
"Estoy muy perdido. No sé qué hacer con mi vida. No me gusta ningún grado. No soy capaz de tomar una decisión. Me voy a equivocar."
 
Estos pensamientos los hemos ido escuchando a lo largo de los años cuando los jóvenes preuniversitarios se enfrentan a la difícil tarea de elegir los estudios que continúen su formación escolar. Sentimientos que les impiden acercarse a este gran y precioso reto que tienen por delante. Frases cargadas de frustración, de desencanto, de miedo, de incertidumbre, de pereza…
 
Aunque también hay jóvenes que han se tomado tiempo para reflexionar, descubrir e ir dando pasos que les acerquen a su futura vocación. Entonces se sienten llenos de ilusión, alegría, compromiso y deseos de mejorar el mundo que les rodea. Estos pensamientos positivos están generados porque se miran y se ven útiles para los demás y se dan cuenta de que su decisión universitaria cobra todo el sentido.
 
¿Qué separa al primer grupo de jóvenes del segundo? ¿Cómo y quién puede acompañar a estos jóvenes en el descubrimiento de quiénes están llamados a ser?
 
Se abren muchos frentes ante el joven preuniversitario que hacen que esta decisión tan importante pueda convertirse en una pesadilla. Padres, educadores y orientadores tenemos el deber de estar junto a ellos para proporcionarles las herramientas necesarias que les permitan madurar esta toma de dación. La escucha, la comprensión, la empatía y el amor serán buenos a aliados en cualquiera de los tres roles. Pero ¿cómo hacerlo?, ¿cómo podemos acompañarlos en el camino a su vocación?
 
Desde la Universidad Francisco de Vitoria nos planteamos como reto enfrentar al adolescente ante sí mismo. Pretendiendo que se descubra para que, tras ello, pueda comenzar a responderse a preguntas como quién quiero llegar a ser, qué me hace feliz, cuál es mi proyecto de vida… Cuando el joven contempla su futuro como algo coherente, con sentido y que le hará feliz será capaz de ir dando los pasos necesarios para conseguirlo. Es imprescindible que sepa "a dónde va" para saber qué debe meter en su maleta de viaje.

La orientación vocacional tal y como la concebimos desde nuestra universidad no se limita a elegir unos estudios sino que busca el sentido de vocación, dando respuesta a cuestiones como "¿quién quiero ser?", "¿cuáles son mis dones para ponerlos al servido de la sociedad?", "¿cuál es mi proyecto de vida?".
 
Nuestros adolescentes tienen ante ellos una sociedad cambiante, incierta, llena de posibilidades que dificultan esta toma de decisión. Algo tan importante, y que les concede tanta responsabilidad, que muchos temen fracasar en el intento y se rinden antes de comenzar. Una situación del todo comprensible porque, quizá, hasta la fecha las grandes decisiones de su vida la hayan tomado otros por ellos, generalmente sus padres. Decisiones como pueden ser su nombre, el lugar donde viven, el número de hermanos que tengan, el colegio al que acuden… Para combatir esos miedos tan justificados, desde la universidad, les proponemos un recorrido que comienza en los últimos cursos de secundaria donde consideramos que son capaces de ir dando forma sus inquietudes.
 
En la Universidad Francisco de Vitoria hemos creado sesiones y talleres para los centros escolares enmarcados en la orientación vocacional que tocan temas referidos al conocimiento personal, toma de decisiones, visión de sus posibilidades personales, opciones de estudios, futuro laboral… Y los hemos desarrollado desde el prisma de la escucha y reflexión.

Acompañar a estos adolescentes en este viaje no significa llevarlos de la mano ni hacerles la maleta, significa prepararlos para que sean conscientes de su realidad, de sus intereses, de sus motivaciones y situarlos frente al espejo de su futuro. Y, de verdad, al de "su" futuro, ni el nuestro, ni el de sus padres, ni el de sus compañeros. Tendrán que desatascar prejuicios de referentes a grados universitarios, a salidas profesionales, otros derivados de limitaciones y debilidades personales, o de amenazas externas… y esto no es sencillo.
 
No es sencillo y además supone un gran esfuerzo, una gran responsabilidad, un largo tiempo de dedicación y una reflexión interna profunda a la que no siempre están acostumbrados. Sin embargo, una vez combatidos todos estos desafíos, la recompensa de sentirse haciendo aquello que da sentido a sus vidas, que les hace felices y útiles para los demás, hará que el viaje mereciese la pena.
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