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El auge de la formación no reglada

Artículo de opinión

  • 05/05/2021

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Lucía Juncal Manzano Molinedo. Jefa de Estudios en el IES Ana María Matute de Cabanillas del Campo, profesora tutora de la UNED y profesora asociada en la Universidad de Alcalá (Guadalajara)

Las necesidades de formación varían con los tiempos y, en ocasiones, la respuesta que dan las administraciones públicas no se considera suficiente para abarcar la demanda en algunos campos o ámbitos profesionales o para facilitar el acceso a determinadas personas a una formación de calidad que cumpla con sus expectativas o exigencias concretas.

El formato de la formación no reglada carece de reglamento por parte del Ministerio de Educación, no cuenta con normativa específica que la regule y carece de validez académica oficial. Se trata, por el momento, de un tipo de formación ajena a los currículos oficiales a todos los niveles. Por lo tanto, sería lógico cuestionar, hasta cierto punto, la validez, beneficios y ventajas de esta formación respecto a otro tipo de estudios.

Sin embargo, este formato de enseñanza se ha popularizado en los últimos tiempos debido a una creciente demanda de especialización; para ciertas profesiones, por ejemplo. Con la premisa de ser un tipo de formación que se adapta a las demandas de la sociedad, la formación no reglada favorece la adquisición de unas competencias concretas que preparan a las personas para trabajar en ámbitos específicos. Los tiempos que necesitan los currículums oficiales para incluir novedades o implementar soluciones surgidas de la evolución de la sociedad hacen que la formación no reglada tome protagonismo, con planes formativos actualizados, menos teóricos y más enfocados a la práctica de ciertas destrezas.

Por otro lado, los formatos que se eligen para impartir este tipo de formación no reglada suelen adaptarse también a las necesidades laborales o personales de cada sujeto. Con una oferta de formación en escenarios presenciales, mixtos o virtuales, resulta más sencillo acceder a una enseñanza que además se adapta a la disponibilidad de tiempo, a las destrezas individuales o al manejo de responsabilidades. Sin duda, el hecho de no obligar a cumplir horarios estipulados de antemano e inflexibles en cuanto a tiempos y duración, hace que las metas formativas sean más factibles.

Además, no contar con acreditación a través de títulos oficiales tampoco plantea un problema insalvable, puesto que, cada vez más, los departamentos de recursos humanos de las empresas dan menos importancia al tipo de formación que se pueda acreditar con títulos de este tipo y abogan por dar prioridad a las competencias que se demuestra tener y que serán esenciales en la práctica o que se configurarán como requisitos que marca el mercado de trabajo.

Y en materia de competencias, probablemente la formación no reglada sea más completa y llegue a más personas interesadas. Con el objetivo de capacitar a las trabajadoras y los trabajadores para el desempeño cualificado de las diversas profesiones, contempla una variedad de escenarios reales, con contenidos adaptados a niveles previos de formación, facilitando así el acceso al empleo y favoreciendo la participación activa en la vida social, cultural y económica de todas las personas que se forman por este medio. En cualquier caso, la formación recibida en esta modalidad se acredita a través de títulos con validez curricular, es decir, aptos para ser recogidos en el currículum vitae, y, por lo tanto, óptimos para demostrar una formación concreta o una especialización requerida.

Además, la formación no reglada puede estar subvencionada, en ocasiones por empresas privadas, pero también a través de fondos del Estado o desde el Fondo Social Europeo. Dentro de las modalidades de formación no reglada podríamos mencionar la ofrecida por las administraciones, con cursos estatales o sectoriales y cuya finalidad es la de proporcionar una actualización profesional. Por otro lado, existe otro tipo de formación dirigida a los desempleados, gestionada también a través de las administraciones y que permite que los colectivos a los que se dirige adquieran capacidades y conocimientos que son considerados necesarios para poder acceder a un empleo. En esta modalidad, la formación suele ser gratuita y en ocasiones, ofrece la posibilidad de dar continuidad a la acción a través de prácticas en empresas. No podemos olvidar tampoco el auge de la oferta de formación con MOOCs, cursos gratuitos online que ofrecen posibilidad de acreditación mediante un pago opcional. Por último, cabría mencionar la formación diseñada, planificada y gestionada por las empresas privadas para sus trabajadores. A través de ella, se buscaría actualizar destrezas, ampliar conocimientos o iniciarse en el manejo de competencias o herramientas necesarias.

En resumen, se hace cada vez más patente la necesidad de combinar una formación reglada con una oferta de estudios no reglados de calidad que consiga abarcar las demandas de adquisición de competencias actuales en múltiples ámbitos profesionales. El reto que se plantea para esta formación es el de alcanzar un reconocimiento laboral, o que, al menos, se permita a posteriori una posibilidad de ser acreditado por la administración, en plazos de tiempo razonables y con trámites asequibles, en caso de ser necesario.

La formación no reglada es una vía rápida para facilitar la actualización formativa a lo largo de la vida de los trabajadores, tanto desempleados como ocupados, con el fin de mejorar sus competencias profesionales y sus itinerarios de empleo y educación, así como su desarrollo personal. Es, sin duda, un modo de mejorar la empleabilidad de los trabajadores, pero también la productividad y competitividad de las empresas.  Conseguir una convivencia saludable, lógica y accesible de las enseñanzas regladas y no regladas redundará en una mejora del desarrollo de los proyectos personales y profesionales de las personas. Consecuentemente, la implementación y desafío de dichas acciones formativas ha de contar con el reconocimiento imprescindible en la sociedad de aquellas propuestas que contribuyan a enriquecer las vidas profesionales y vitales de sus miembros.

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