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"Hay que potenciar el desarrollo de competencias de gestión de la carrera entre el alumnado desde antes de su acceso a la FP"

Entrevista

  • 25/02/2021

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Soledad Romero-Rodríguez. Profesora titular del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Sevilla
Soledad Romero-Rodríguez (1965) es doctora en Ciencias de la Educación, Máster en Pedagogía Sistémica, y profesora titular del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la Universidad de Sevilla. Asimismo, forma parte de la junta directiva de la Asociación Española de Orientación y Pedagogía, así como de la Asociación Internacional de Orientación Educativa y Profesional desde 2019. También es miembro activo de la Red Interuniversitaria de Profesorado de Orientación (RIPO).
 
Ha coordinado diversos proyectos de investigación relacionados con el diseño, desarrollo y evaluación de programas de orientación dirigidos a alumnado de Educación Secundaria, Formación Profesional y universitario. Entre los proyectos de I+D que ha coordinado se encuentra Orient@cual en el que se propone un programa y una web de orientación para ayudar a las personas a construir su proyecto de vida y profesional con un enfoque sistémico.
 
Una de las investigaciones más recientes que ha coordinado se titula La orientación en la Formación Profesional andaluza: diagnóstico, retos y propuestas (2020), promovida por la Fundación Bankia y la Consejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía. El estudio ofrece una "fotografía" de la orientación académica y profesional en la FP.
 
 
¿Cuáles son los principales retos de la orientación académica y profesional en la Formación Profesional a partir de los datos de su reciente estudio La orientación en la Formación Profesional andaluza: diagnóstico, retos y propuestas?  ¿Estos retos son válidos para otras comunidades autónomas?
 
La investigación que hemos realizado con los objetivos de diagnosticar colaborativamente la situación de orientación en la Formación Profesional Andaluza (FPA) y dinamizar un proceso participativo de generación de retos y propuestas de actuación ha concluido en la formulación de 8 grandes retos:
 
  • Reto 1: Planificación de la orientación profesional integrada en el currículo a lo largo de toda la escolaridad.
  • Reto 2: Desarrollo del sistema integrado de información y orientación profesional.
  • Reto 3: Atención al éxito y el retorno del alumnado de Formación Profesional.
  • Reto 4:  Adecuación de la planificación y la ordenación académica de la Formación Profesional y mejora del conocimiento y sensibilización hacia la Formación Profesional,
  • Reto 5: Adecuación de la formación y selección de agentes de orientación profesional.
  • Reto 6: Desarrollo de metodologías y recursos innovadores de formación y orientación profesional.
  • Reto 7: Desarrollo de sistemas específicos de garantía de calidad de la orientación profesional.
  • Reto 8: Potenciación de la implicación de las empresas.
 
La metodología de investigación interactiva y de co-diseño utilizada en la generación de estos retos, con la participación de responsables políticos y técnicos, profesorado de FP, profesionales de la orientación educativa y laboral, tercer sector, empresas, profesorado universitario de orientación, familias y estudiantes, lleva a que estén suficientemente consensuados y contrastados con todos los stakeholders y colectivos destinatarios. Si bien los resultados están contextualizados en Andalucía, pueden ser extrapolables, con alguna matización, al conjunto de las comunidades autónomas ya que, si revisamos otros trabajos de investigación y propuestas e informes políticos del territorio y en el contexto europeo, muchos de estos retos son comunes.
 
"Nuestro alumnado presenta carencias en el desarrollo de las competencias de gestión de la carrera. Ello afecta a la realización de procesos de toma de decisión previos a la FP".

¿Cuáles son las necesidades de orientación más importantes del alumnado de FP?
 
La detección de necesidades se realizó tomando como referencia, a través de una metodología mixta de investigación, las aportaciones realizadas por los grupos de interés en el proceso de investigación colaborativa, el análisis estadístico de alrededor de 500.000 matriculaciones en FP entre los cursos 2011-12 y 2018-19 en Andalucía y el análisis de más de 300 documentos oficiales, informes, planes y programas.
 
De una manera muy sintética, nuestro alumnado presenta carencias en el desarrollo de las competencias de gestión de la carrera que requiere para construir su propio proyecto vital y profesional, asumir las transiciones y gestionar su aprendizaje. Ello afecta a la realización de procesos de toma de decisión previos a la FP que desembocan en elecciones sesgadas, poco informadas, conscientes y motivadas.
 
Por otro lado, los estudiantes de FP cuentan con escasos recursos para afrontar la transición a una modalidad formativa que requiere de habilidades y actitudes específicas o bien para responder a las exigencias y formas de aprendizaje. Todo ello, incide sobre las tasas de abandono y el rendimiento académico con altos porcentajes de alumnado que no se titula después de dos años o más de haberse matriculado, siendo superior al 50% en la Formación Profesional Básica. Este porcentaje disminuye conforme subimos de nivel, si bien también la cifra es alta (más del 27% en Grado Superior).
 
También se observan importantes brechas de género en la matriculación (más hombres que mujeres en todos los niveles) y en la elección de familias profesionales, aunque ellas destacan en los resultados académicos. Se produce un alto grado de movilidad entre ciclos formativos, por abandono y cambio dentro y fuera de la misma familia profesional (15% en algunas familias profesionales). Hay que considerar, por otro lado, que el alumnado de FP es muy diverso (en edades, procedencia, trayectoria personal-académica y profesional previa) como también lo son las características de las diferentes familias profesionales. Es importante considerar las necesidades de los colectivos más vulnerables.
 
Por otra parte, el alumnado dispone de escasos recursos para aprovechar las experiencias laborales que ofrece la FP no solo como una oportunidad para adquirir aprendizajes de tipo técnico, sino para aprender a desenvolverse en el mundo laboral como agente crítico y activo, para integrar la experiencia como parte de su diseño de vida. Más allá del mundo del trabajo, la pregunta sería ¿hasta dónde estamos preparando a nuestro alumnado para que se desenvuelva en la vida como ciudadanía activa y de manera sostenible? Hay cada vez más experiencias que ponen aquí el punto de mira y deben ser reconocidas. La cuestión es hasta dónde están reconocidas y respaldadas institucionalmente y si no se podrían incorporar como parte del propio currículo.
 
Los resultados del estudio realizado por la OCDE (Career ready?How schools can better prepare Young people for working life in the era of COVID-19) avalan algunas de estas reflexiones.
 
Para comprender las necesidades propias del alumnado, debemos contextualizarlas puesto que se dan en el seno de un sistema de influencias. Algunas características contextuales:
 
  • En relación con la planificación de la orientación: no existe en el sistema educativo un currículo planificado y secuenciado para que el alumnado desarrolle competencias de gestión de la carrera. Las actuaciones orientadoras se centran más en aspectos académicos que en la gestión de la carrera. Las acciones de orientación profesional se caracterizan más por ser de carácter puntual e informativo que procesual y formativo. Encontramos alguna experiencia, pero queda circunscrita a una zona y momento determinado, lo que minimiza su impacto.
     
  • Respecto a la integración de las actuaciones de orientación: hay escasa cultura de colaboración y casi inexistentes mecanismos de coordinación entre los diferentes agentes y administraciones responsables de la formación y orientación profesional (administración educativa y de empleo, profesionales de la orientación educativa y laboral, profesorado, empresas, tercer sector). La colaboración que se desarrolla suele ser de carácter voluntarista y particular.  Se observa una separación entre los centros educativos y opciones como las Escuelas de Segunda Oportunidad, a pesar de que existen iniciativas por parte de estas para conectar sus actuaciones.
     
  • En cuanto a la sensibilización hacia la FP, si bien esta es cada vez mejor valorada, aún se ve por las familias como una alternativa y no con valor en sí misma.
     
  • A nivel normativo y de ordenación académica no existe una normativa específica de orientación y las ratios son muy altas (800 estudiantes por profesional, cuando la OCDE recomienda 250). Por otra parte, no está claramente definida la atención a alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo en los diferentes niveles de FP.
     
  • La formación inicial y continua en materia de orientación profesional que se ofrece al profesorado es prácticamente nula y la de los profesionales de la orientación es escasa y depende de nuevo del voluntarismo. No existe un mapa competencial claro sobre las funciones que podrían desempeñar los diferentes agentes de orientación, que facilitara la creación de un sistema integrado.
     
  • Se requieren metodologías y recursos innovadores para acercar al alumnado al mundo del trabajo y potenciar el desarrollo de competencias de gestión de la carrera desde antes de su acceso a la Formación Profesional. Afortunadamente se detectan buenas prácticas, pero existe poca información sobre su impacto.
     
  • Los planes y sistemas que garanticen la calidad de las actuaciones de orientación son inexistentes. La relación decisiones-políticas-práctica profesional-investigación es escasa, aunque se abre alguna "ventana".
     
  • La participación de las empresas es importante en la FP y, sin embargo, aún se desarrolla con una separación de responsabilidades sin que se observe la existencia de planes integrados.
 
"Se requieren metodologías y recursos innovadores para acercar al alumnado al mundo del trabajo y potenciar el desarrollo de competencias de gestión de la carrera desde antes de su acceso a la Formación Profesional".

¿Qué medidas le parecen fundamentales y urgentes para mejorar la orientación académica y profesional de los estudiantes de FP?
 
Al hilo de lo que he ido señalando en la pregunta anterior, lo más urgente es impulsar la elaboración de un marco curricular para el desarrollo de las competencias de gestión de la carrera a lo largo de la vida, comenzando por la Educación Infantil y de manera integrada (currículo, acción tutorial, acciones de orientación). Para que este marco se pueda concretar se precisa de la creación de un sistema integrado de orientación con la concurrencia de todos los agentes, administraciones y entidades implicados (administraciones educativa, laboral, social; profesionales de la orientación, profesorado, empresas, entidades del tercer sector, etc.).
 
Esto no es una idea nueva, ya lo planteaba la Ley de Cualificaciones Profesionales en 2002 (hace ya casi 20 años). El personal implicado debe contar con la cualificación y la formación necesaria en materia de orientación profesional, en consonancia con enfoques actualizados y coherentes con las recomendaciones internacionales. Con ello será posible utilizar metodologías didácticas y de orientación experienciales.
 
La utilización de las TIC será un elemento que ayude a la ejecución de estas metodologías potenciando, además el desarrollo de la competencia digital. Para garantizar la calidad de las actuaciones habría que diseñar sistemas específicos de criterios e indicadores relacionados con la orientación profesional. Todo ello debe enmarcarse en un enfoque de orientación como proceso de aprendizaje que se desarrolla a lo largo de la vida con un enfoque de equidad y justicia social.
 
Estas medidas estarían en consonancia con algunas de las propuestas recogidas en la recién aprobada Recomendación del Consejo de Europa 24 de noviembre de 2020 sobre la Educación y la Formación Profesional para la competitividad sostenible, la justicia social y la resiliencia o en la Declaración de Osnabrück (noviembre, 2020). Asimismo, están en línea con El I Plan Estratégico de Formación Profesional del Sistema Educativo 2019-2022 y el Plan de Modernización de la FP del Ministerio de Educación y Formación Profesional (julio, 2020).

¿Cómo valora la aportación del módulo de Formación y Orientación Laboral (FOL) en relación a los retos y necesidades que ha mencionado?
 
Los módulos profesionales de Formación y Orientación Laboral (FOL), Formación en Centros de Trabajo (FCT) y Empresa e Iniciativa Emprendedora (EIE) son esenciales en su aportación a estos retos y necesidades. No obstante, un análisis detallado de las competencias que recoge el currículo, nos indica que la presencia de los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para la gestión de la carrera están muy poco presentes. Desde esta perspectiva, sería necesario realizar una revisión del currículo para integrar estas competencias, que no son exclusivas de estos módulos y deben ser también abordadas por todo el profesorado.
 
Estaríamos respondiendo, así, a la Recomendación de la UE de 2018 sobre competencias clave para el aprendizaje a lo largo de la vida, que las incluye como parte de estas (en la competencia personal y social y de aprender a aprender especialmente).
 
Además, se debe potenciar la acción tutorial en la Formación Profesional, no solo la que ejerce el profesorado tutor de grupo (tal vez con horario lectivo), sino también la del profesorado tutor de FCT (y/o de formación dual, tanto del centro educativo como de la empresa), facilitando la reflexión sobre la práctica desde una perspectiva orientadora. La labor de todos estos agentes debe estar coordinada desde los departamentos de orientación de los centros, los cuales deben contar con personal especializado en orientación para el desarrollo de la carrera. Desde los equipos de dirección de los centros se debe apoyar y liderar esta estructura sistémica en la que también deben participar los agentes orientadores externos (empresas, profesionales de orientación laboral, empleo…). La formación del profesorado y profesionales de la orientación debe contemplar los elementos correspondientes.
 
"La calidad de la orientación debe medirse en términos de aprendizaje de competencias de carrera a lo largo de la vida y de su aportación, como conjunto, a la empleabilidad, la sostenibilidad, la equidad y la justicia social".

¿Qué metodologías y/o recursos innovadores de orientación recomienda desarrollar para mejorar la orientación en la FP?

Aquí hay que hablar, a la vez, de metodologías de enseñanza y metodologías especializadas de orientación profesional. Si vamos hacia una orientación integrada en el currículo, como aprendizaje de competencias de gestión de la carrera, debemos pensar desde esta doble perspectiva, que será desarrollada por diferentes agentes educativos. Además, debemos considerar actuaciones integradas en la que también actuarán agentes externos.
 
En el aula, deben desarrollarse las metodologías potenciadoras del aprendizaje por descubrimiento, basadas en el trabajo, el aprendizaje por proyectos, basado en retos, o aprendizaje-servicio. En los procesos específicos a desarrollar en tutoría y sesiones de orientación, la investigación al respecto aporta cada vez más evidencias sobre la aportación de la metodología narrativa (textual, visual, sonora) y las metodologías basadas en las artes. Cabría también revisar las metodologías que se están explorando en relación con la práctica en centros de trabajo en la que cada vez se subraya más la importancia de un trabajo colaborativo de boundary crossing entre tutores/as profesionales y del centro educativo. Por último, destacaría la importancia de organizar actividades en las que el alumnado pueda compartir con la comunidad, con otros centros, con la sociedad, el resultado de sus proyectos, para lo que se puede recurrir a las TIC y las redes sociales.
 
En su estudio menciona que uno de los retos fundamentales para mejorar la orientación en la FP es desarrollar sistemas específicos de garantía de calidad de la orientación profesional ¿Qué acciones son clave para desarrollarlos e implementarlos de forma efectiva?
 
Lo primero aquí es definir de manera clara, consensuada, compartida qué entendemos por orientación profesional y diseñar un plan estratégico para hacerla realidad. Este plan debe ser asumido e incorporado por todos los grupos de interés. De ahí que para su definición deban utilizarse metodologías de investigación interactivas o colaborativas, del tipo que utilizamos en nuestro proyecto.
 
Si encontramos nuestro propio sentido de la orientación (el para qué, no el por qué), todo lo demás fluirá con mayor facilidad. De esta forma, se podrá responder a otro criterio de calidad, que es la coherencia (la evaluación será diferente si tenemos un enfoque de trabajo decente que si nos centramos en las demandas del mercado). A partir de aquí y, siguiendo también con procesos colaborativos, habrá que definir criterios e indicadores de calidad (de aprendizaje, impacto -sobre la inserción, social…), establecer los mecanismos para recopilar evidencias (con sentido), para valorarlas y para diseñar, ejecutar y realizar el seguimiento de los planes de mejora correspondientes. El establecimiento de criterios debe realizarse sin olvidar que nos situamos en un proceso sistémico y, por tanto, debe atender a todos los elementos que los componen y la interacción entre estos.
 
También hay que considerar la idiosincrasia de cada centro y las necesidades específicas de las personas destinatarias, con atención especial a los colectivos con mayor riesgo de vulnerabilidad social. Si me correspondiera ahora establecer criterios, tendría que seleccionar los que respondieran como mínimo a los elementos que he señalado como medidas urgentes.
 
Como en el resto de las cuestiones que hemos abordado, debe contarse con la participación de equipos de investigación de la materia. Estos pueden comprometerse en facilitar la revisión de investigaciones desarrolladas que aporten evidencias que favorezcan la toma de decisiones. Asimismo, pueden aportar las herramientas, procedimientos, recursos para recoger, analizar e interpretar, a través de procesos interactivos, las evidencias necesarias para determinar los elementos de mejora y la forma de llevarla a cabo.
 
Para alinearnos con los enfoques más actuales, la calidad de la orientación profesional debe medirse en términos de aprendizaje de competencias de carrera a lo largo de la vida y de su aportación, como conjunto, a la empleabilidad, la sostenibilidad, la equidad y la justicia social. Y la pandemia aún nos lo ha puesto más en evidencia.
 
Permitidme finalizar con un reconocimiento a la labor que desempeñan mucho profesorado de FP y profesionales de la orientación por innovar, por ofrecer lo mejor de sí mismos/as, muchas veces contra marea para potenciar el aprendizaje y el desarrollo personal y profesional de su alumnado. Como ciudadana, gracias
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