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Jorge Díez Yáñez, CEO de la empresa de salud escolar, Seres Salud, Madrid
Dirigir un centro educativo, para un profesor o profesora con verdadera vocación docente, conlleva complicarse la vida. Pero el complicársela está en el ADN del profesorado que realmente tiene vocación, ya que ser un verdadero docente para sus alumnos y/o alumnas implica mucho más que dar clase, conlleva una cercanía e implicación con cada estudiante que necesariamente le complica la vida al profesional de la educación.
 
Aunque en la actualidad no trabajo directamente en la dirección de un colegio, sí lo he hecho durante casi 5 años, como gerente de centros educativos concertados. Durante ese tiempo, desde el ámbito de la administración/gerencia y como miembro del equipo directivo del centro educativo, participé en la puesta en marcha desde cero de dos centros educativos concertados en la Comunidad de Madrid. Además, en la actualidad continúo ligado al sector educativo, como proveedor de servicios de salud escolar, a través de la empresa Seres Salud, Servicios Escolares de Salud.
 

¿Por qué no hay más candidatos a dirigir centros escolares?

 
En primer lugar, hay que señalar que no se trata de un problema específico del sector educativo. La falta de directores capacitados y dispuestos a realizar las tareas de dirección es algo generalizado en España.
 
Una posición de dirección conlleva una gran carga de servicio y en el sector educativo esta característica propia y necesaria de la función directiva es más patente, ya que en un colegio es más difícil esconderse: familias, profesorado y alumnado rodean continuamente al director o directora del centro educativo.
 
La dimensión económica también tiene su importancia, el complemento salarial que suele percibirse por desempeñar funciones directivas no es lo suficientemente elevado como para compensar la mayor carga de trabajo, responsabilidad y, por lo tanto, problemas que conlleva la dirección de un centro.
 
Por otro lado, desde mi experiencia particular, no es habitual encontrar docentes que cuenten con todas las habilidades necesarias para realizar labores de dirección, que además en los centros educativos, suele tener un alto contenido de gestión.
 
En definitiva, el buen docente-buen gestor es una figura escasa, de donde se deriva la escasez de candidatos y/o candidatas para puestos de dirección en los colegios. Algo parecido nos sucede en la actualidad con el puesto de enfermera escolar. Las enfermeras escolares están preparadas para su labor, pero para poder desempeñar con profesionalidad su trabajo en un centro educativo son necesarias habilidades de gestión, ya que, sin ellas, se deja de aportar todo el valor que puede dar un servicio de salud escolar.
 
"Sería necesario facilitar a los docentes un primer contacto con las habilidades directivas durante su etapa formativa, de manera que se pueda despertar el interés por dirigir centros educativos".


¿Afecta la titularidad del centro educativo al interés por dirigirlo?

 
Este desinterés generalizado, en el ámbito de los centros de titularidad privada y gestión 100 % privada, tiene la peculiar problemática de la dificultad para alcanzar esos puestos, ya que la propia propiedad/titularidad tiene sus propios criterios a la hora de seleccionar los candidatos y las candidatas para estos puestos, y suelen buscar personas muy específicas.
 
En los centros privados-concertados o público-concertados, depende como se mire, se añade a la dificultad señalada anteriormente, el hecho de contar, normalmente, con unos presupuestos económicos muy ajustados. Además, se suele demandar de los puestos directivos una mayor dedicación, muchas veces reduciéndose muy poco la carga docente, lo que supone un sobreesfuerzo que pocos posibles candidatos están dispuestos a afrontar.
 
En los colegios públicos, aparte de las dificultades comunes a todo centro educativo, nos encontramos con que los equipos directivos no pueden seleccionar a su personal docente, lo que limita mucho el desarrollo de sus programas directivos. Esto motiva que, en no pocas ocasiones, los directivos tengan que contar con personal que no solo no está dispuesto a remar en su dirección, sino que abiertamente lo hace en dirección contraria, lo que genera un sobre esfuerzo añadido, ampliando las dificultades a la acción directiva y disuadiendo, por tanto, a los posibles candidatos o candidatas.
 

¿Es cuestión de incentivos?

 
Está claro que los incentivos ayudan, pero la realidad es que para dirigir personas hay que tener unas cualidades especiales y algunas se pueden adquirir como desarrollo profesional, pero otras están más relacionadas con el carácter y la forma de ser de cada uno. No obstante, son más los que reúnen esas cualidades que los que muestran su interés por desempeñar cargos de dirección, y esto se podría resolver poniendo en práctica soluciones como las que a continuación se señalan.
 
En primer lugar, sería necesario facilitar a los docentes un primer contacto con las habilidades directivas durante su etapa formativa, de manera que se pueda despertar el interés por dirigir centros educativos entre personas que puede que ni se lo hubieran planteado.
 
Una vez despertado este interés se debería dar la oportunidad de formarse más en los conocimientos y habilidades necesarios para desempeñar la función directiva. En este sentido han ido aumentando la formación especializada. Esta labor bien puede realizarse en los centros educativos, pero supondrá un sobreesfuerzo que posiblemente sólo se lleve a cabo en grupos educativos grandes.
 
Una promoción por parte de entidades públicas o privadas de foros o eventos en los que los directivos de centros educativos y las personas con inquietudes directivas puedan coincidir y compartir experiencias sería una buena manera de fomentar el aumento de candidatos a estas posiciones.
 
Un punto clave será libertad de poder componer el equipo directivo, ya que la persona que va a realizar la función directiva, realmente se va a complicar la vida, y saber que uno contará con el respaldo de compañeros y compañeras será esencial.
 
Por último, y no por ello más importante, el incentivo económico sería de enorme eficacia, ya que, si bien este no asegurará la adecuación del candidato o candidata ni su permanencia en la función directiva, sí puede animar a dar el paso a los indecisos.

 

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