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Los nuevos retos de la Formación Profesional

Artículo de opinión

  • 29/10/2019

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Elías Amor, Presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones, AFEMCUAL (Comunidad Valenciana)
Desde comienzos de este siglo, es innegable que la Formación Profesional (FP) ha sido la rama del sistema educativo que ha experimentado un mayor crecimiento, si bien arrancaba de resultados muy bajos. En el curso 2001-2002 la FP atraía a sus aulas a 493.769 alumnos en los Ciclos de Grado Medio y Superior, la formación a distancia, los programas de garantía social y la Formación Profesional de segundo grado, en extinción. En el curso 2019-2020, la matrícula ascendió a 861.906 alumnos. Un crecimiento del 74% que no se ha producido en ninguna otra modalidad formativa.
 
En relación con la FP es conveniente situar el inicio de este siglo como punto de partida para el análisis. Justo en aquellos años, circulaba desde el Ministerio de Educación el documento de la Comisión Europea titulado Memorándum del aprendizaje permanente, que situaba a la FP como el eje fundamental para avanzar en el objetivo del aprendizaje a lo largo de la vida, necesario para la empleabilidad.  De forma simultánea, empezaban los debates del proyecto de Ley orgánica del Sistema Nacional de Cualificaciones y FP para situar a España en pie de igualdad con el resto de los países europeos. La aprobación de la Ley por unanimidad de todos los grupos en el Congreso y el Senado en 2002 venía a confirmar el alto nivel de apoyo político y social a la FP en España.
 
Los avances experimentados en la normativa, a partir de entonces, han servido para sentar las bases de un nuevo modelo de FP integrado, basado en la cualificación y la competencia, orientado a las necesidades de las empresas y del tejido productivo y capaz de hacer realidad el principio del aprendizaje a lo largo de la vida como garantía de la empleabilidad. Este modelo se ha desarrollado lentamente, y si bien todavía quedan pendientes aspectos por regular, como la información y orientación profesional, se puede considerar que se han alcanzado los objetivos planteados en el mismo.
 
Las autoridades de la administración central y las comunidades autónomas han avanzado en la construcción del modelo de FP y el éxito en las aulas es un buen ejemplo de los resultados. No es una moda, ni tampoco una situación transitoria. Es el resultado de una estrategia bien definida, mantenida en el tiempo, y que cuenta con amplio respaldo de la sociedad civil y de la colaboración público y privada.
 
Los índices de inserción laboral dicen mucho al respecto, y la apuesta más reciente por la FP Dual abre oportunidades para facilitar la transición de la escuela al mundo del trabajo. La participación en programas europeos, primero Leonardo, y después Erasmus+, y el aprendizaje en un entorno internacional, han terminado por dar el impulso definitivo a la FP de calidad. Por ello, la FP ha crecido en España de forma intensa, si bien es cierto que todavía le queda mucho camino por recorrer para alcanzar los niveles existentes en otros países de la Unión Europea. 

 
"La FP ha crecido en España de forma intensa, si bien es cierto que todavía le queda mucho camino por recorrer para alcanzar los niveles existentes en otros países de la Unión Europea".
 

Los 5 desafíos de la FP

 
El hecho que la FP haya experimentado un crecimiento muy destacado, contando con el apoyo de las familias, las empresas y la sociedad no impide que se deba prestar atención a los retos que tiene por delante para lograr una efectiva consolidación de las enseñanzas. Una vez que el esfuerzo de información y comunicación ha conseguido sus objetivos, mejorando la imagen de la FP con respecto a la situación existente a comienzos de siglo, y en ello la participación de los poderes públicos y la sociedad civil ha desempeñado un papel fundamental con respecto al pasado, toca introducir reformas para conseguir que la FP se consolide y se sitúe a los mismos niveles que en el resto de los países europeos.
 
Parte de estos retos están fuera del ámbito específico de la FP y corresponden, en mayor medida, a las características del tejido productivo y la especialización de las actividades económicas, que en España es distinto al que existe en otros países europeos.
 
Un primer reto está en la empresa española, que por abrumadora mayoría tiene unas dimensiones inferiores a la europea. Casi el 95% de las empresas tiene menos de 5 trabajadores, y para ellas, asumir los retos de la FP, sobre todo la Dual, es incierto y problemático. Identificar el tutor, organizar las prácticas formativas, realizar la evaluación del aprendizaje en el puesto de trabajo de los aprendices, las relaciones con los centros educativos, supone un conjunto de tareas que son muy complejas de ejecutar en las microempresas españolas, de modo que sería conveniente apostar por mecanismos de cooperación Inter empresas para facilitar las actividades.
 
Un segundo reto está en los sistemas de información y orientación, que tienen que continuar evolucionando como hasta ahora, diseñando nuevos paradigmas y modelos de atención al alumno desde edades tempranas, que permitan diseñar carreras profesionales personalizadas que apuesten por la FP como primera elección en aquellos casos que resulte adecuado. Las familias deben estar informadas de estos procesos y participar en el diseño de las trayectorias profesionales de sus hijos para facilitar la correcta adopción de decisiones.
 
Un tercer reto viene de la colaboración de la oferta formativa pública y privada, que posiblemente será la que tiene que afrontar un mayor número de desafíos. No toda la oferta formativa tiene que ser pública. Puede y debe existir una oferta privada, localizada en las empresas en su caso, donde el aprendizaje en el puesto de trabajo en un entorno real sea factible, y avalada con el apoyo de becas y ayudas al estudio en vez de conciertos y otros mecanismos de financiación inadecuados para la FP. Las pruebas de evaluación de la competencia profesional permiten desarrollar nuevas vías de colaboración público y privada no exploradas hasta ahora para atraer al mayor número de candidatos a las pruebas.
 
Un cuarto reto se encuentra en la modernización tecnológica de las enseñanzas. Hay que revisar rápidamente el catálogo de cualificaciones profesionales porque la cuarta revolución industrial y su impacto disruptivo no espera. Hay que adaptar las actuaciones profesionales de las unidades de competencia a las nuevas tecnologías incorporando los nuevos procesos que están introduciendo las empresas para mejorar su competitividad. La actualización de los contenidos debe ir por delante de las demandas de las empresas si se pretende ofertar competencias y capacidades adecuadas a los nuevos empleos. Hay que revisar los sistemas de convalidación y las pasarelas de la FP con la educación superior para que el enfoque de aprendizaje a lo largo de la vida no se detenga nunca.
 
En quinto lugar, la inclusión social y la empleabilidad es otro de los retos para la FP, que exigirá la máxima atención a las reformas a introducir para personalizar las enseñanzas y adaptarlas a las necesidades de las personas. La tecnología online para el aprendizaje en el ámbito de la FP debe ser ampliamente extendida en las distintas familias profesionales y unidades de competencia. El auge de las migraciones y la necesidad de cualificar a los candidatos a los empleos que se vayan quedado vacíos, exigirá una proyección global de la FP acorde con el diseño de las políticas migratorias y de fomento del empleo.
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