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La importancia de profesionalizar la orientación académica y profesional

Artículo de opinión

  • 22/05/2019

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Cheila del Carmen Diego Betancourt, Ingeniera Informática de la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría de La Habana (Cuba)
Con el objetivo de incrementar el perfeccionamiento profesional, un sinnúmero de instituciones ha ideado estrategias para incentivar la formación académica y profesional del estudiante. La gama de ofertas comienza a tornarse tan variada como la diversidad de sus solicitantes, lo que provoca en ocasiones que este se encuentre saturado de tanta información. Esto conlleva a la generación de incertidumbres en el alumnado que, sin darse cuenta, requiere de ayuda profesional para su orientación.  Es aquí donde el orientador juega el papel fundamental en el éxito del estudiante.

La orientación incluye proporcionar al alumnado acompañamiento e información tanto sobre salidas profesionales como laborales, basándose en los intereses y aptitudes personales que posea el individuo. De esta forma, se requiere promover una elección adecuada y no basada en conceptos erróneos que conlleven al fracaso. Pero a pesar de los notables avances en la educación a nivel mundial, los servicios de orientación académica y profesional no están alcanzando el resultado esperado.

Cuando se analizan las principales dificultades que afrontan los estudiantes para culminar sus estudios, se repiten indicadores como: la falta de atención a la diversidad del alumnado, la violencia escolar, la falta de motivación, trastornos en el aprendizaje, entre otras. Estos inconvenientes se deben en cierta medida a deficiencias en el sistema educativo para atender las necesidades de los estudiantes.

Estudios realizados sobre el tema apuntan a la preparación insuficiente de los orientadores como una de las causas, y a su inserción tardía en la orientación del estudiante. Entre sus principales fallos destacan el hacer que graduados que han cursado una especialidad básica de orientación educativa opten por trabajar en este tipo de servicios, aun cuando se requiere de un nivel de competencia mayor. De ahí, que la relación entre las demandas del alumnado y las respuestas de los orientadores se encuentren descompensadas.

Pero ¿cómo se podría corregir este aspecto? La respuesta acertada sería replantear el actual sistema de educación, profesionalizando la orientación. Las labores de orientación vinculadas a la prevención e intervención en determinados problemas de conducta y de aprendizaje deben ser llevados a cabo por personal especializado. La orientación es de vital importancia para la continuidad de proceso formativo; de ahí la necesidad de su tratamiento por profesionales con formación y experiencia específica.
 
"Las labores de orientación vinculadas a la prevención e intervención en determinados problemas de conducta y de aprendizaje deben ser llevados a cabo por personal especializado".

En la orientación educativa interviene en procesos tan complejos como:
  • Contribuir a la personalización de la educación
  • Ajustar la respuesta educativa a las necesidades del alumnado
  • Favorecer los procesos de madurez personal, de desarrollo de la identidad y la toma de decisiones
  • Prevenir dificultades de aprendizaje y en su caso, asistirlas
  • Asegurar la continuidad educativa
Para ello, sería preciso que los orientadores tengan una formación en psicología, pedagogía y/o psicopedagogía como herramienta de corrección y detección temprana de las deficiencias en el estudiante.

Entre los aspectos que requieren de un cambio inminente en el proceso educativo se encuentra la inserción de la orientación desde etapas tempranas. Lograr su incorporación mucho antes del surgimiento de los problemas en el alumno o alumna (desde su formación básica) denotaría grandes ventajas. Permitiría identificar los elementos de interés, así como detectar y corregir los elementos desafiantes para el orientado, con el objetivo de alcanzar el éxito académico y profesional del individuo.

Por otra parte, las redes sociales desafían las interacciones tradicionales entre los expertos en orientación y los jóvenes. Estos constituyen un papel importante en la reforma de las prácticas de orientación para llegar a mayor cantidad de jóvenes. Sin embargo, el verdadero desafío radica en decidir cómo utilizar de la mejor forma estas tecnologías.

Un aspecto relevante en este sentido lo constituye la inserción de tareas como la dinamización de trabajos en equipos, actividades extraescolares, seminarios, proyectos y demás ejercicios en los centros, que requieran la interrelación de toda el aula. Estas prácticas grupales contribuyen a mejorar las relaciones personales, motivar al alumnado y aplacar algunas de las dificultades docentes.

Otro elemento para destacar es la cooperación entre la familia como principal ente formador y el educador, para apoyar el proceso formativo fundamentalmente para aquellos estudiantes con riesgo de fracaso escolar. La familia debe hacer partícipe del desarrollo de su hijo a la institución escolar que, a su vez, esta lo hará de las pautas educativas y del proceso académico de su alumnado.

Se puede decir que, en el quehacer de la orientación académica y profesional, se requiere de un equipo bien preparado que comprenda la interrelación del estudiante, la familia, la institución, el orientador, y el resto del personal docente. De esta manera, se puede suprimir la desvinculación del profesional de la orientación dentro de los sistemas educativos formales.

 
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