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El impacto de la cuarta revolución industrial y la globalización sobre los servicios de orientación académica y profesional

Artículo de opinión

  • 22/05/2019

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Elías Amor Bravo, Presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones, AFEMCUAL (Comunidad Valenciana)
La profesión de orientador académico y profesional se encuentra altamente regulada en las distintas disposiciones legales y administrativas publicadas al respecto. Las comunidades autónomas, que tienen competencias para establecer los requisitos que deben cumplir los orientadores de los centros educativos, han publicado una abundante producción normativa sobre ello. En el ámbito laboral quizá se ha avanzado menos, pese a que la Ley Orgánica 5/2002 de 19 de junio de las Cualificaciones y la Formación Profesional otorgaba a la información y orientación profesional el máximo rango, con la regulación específica contenida en el Título III, artículos 14 y 15.
 
Tanto en un caso como en otro, es muy importante profesionalizar los servicios de orientación académica y profesional. Y ello es así porque el acompañamiento que se facilita a las personas en las distintas etapas de la vida es determinante, en muchos casos, en la toma de decisiones que tienen una notable importancia en su vida, referentes al aprendizaje o el ejercicio profesional. A nadie se le ocurre poner su salud en manos de profesionales de la medicina que no cuenten con la experiencia y conocimiento suficiente para hacerlo. Por la misma razón, la salud profesional no se puede encargar a personas que no tengan los debidos conocimientos técnicos y las habilidades necesarias.
 
Vivimos en un mundo especialmente complejo y dominado por las incertidumbres que traen consigo las tecnologías disruptivas de la Cuarta revolución industrial. Esas turbulencias hacen que resulte muy difícil tomar decisiones correctas en materia de educación y ejercicio profesional, dado que posiblemente nos encontremos en la época más complicada que ha vivido la humanidad. Los niños que han comenzado sus estudios en 2019 trabajarán en más de un 75% en puestos de trabajo y empleos que actualmente son desconocidos, que irán apareciendo en los próximos lustros como consecuencia de las nuevas tecnologías.
 
Muchos de los que ya trabajan actualmente verán cómo la robotización y la inteligencia artificial pueden afectar sus empleos, lo que exigirá esfuerzos de recualificación de gran relevancia. Las personas tendrán que hacer suyo el principio de aprendizaje a lo largo de la vida, y por ello deberán adquirir destrezas, capacidades y competencias a las que el sistema educativo y formativo no presta la debida atención. El futuro es imprevisible. Pero con todo, y justamente por ello, la necesidad de contar con una orientación académica y profesional especializada y competente cobra más importancia que nunca.
 
El profesional de la orientación debe estar atento a estos cambios. Resultará muy difícil para algunos profesionales conocer el impacto del almacenamiento de energías renovables, la nanotecnología o la computación cuántica en los puestos de trabajo, pero habrá que estar atento a ello. Esta será una dificultad importante, que exigirá un esfuerzo para conocer las tecnologías disruptivas y obtener una idea de cuál puede ser el impacto de estas. Y ello, insisto, en un momento en que resulta difícil anticipar cómo quedará el escenario hacia 2030 cuando los coches autónomos circulen por las carreteras, o la mayoría de las transacciones se realicen por los algoritmos de las máquinas, con total normalidad.
 
La globalización plantea igualmente sus retos formidables a la orientación. Hasta hace unos años, los orientadores, cuando tenían que aportar información del mercado laboral al alumnado, generalmente lo hacían consultando las ofertas de empleo en la zona más próxima. Los orientadores laborales otorgaban igualmente relevancia a los puestos ofertados por las empresas de la zona. En la actualidad, la movilidad espacial de los trabajadores es creciente, pero lo será mucho más en el futuro una vez que se desaten las transformaciones en la estructura de las empresas, y las plataformas y los ecosistemas de negocios se adueñen de la economía mundial.
 
"A nadie se le ocurre poner su salud en manos de profesionales de la medicina que no cuenten con la experiencia y conocimiento suficiente para hacerlo. Por la misma razón, la salud profesional no se puede encargar a personas que no tengan los debidos conocimientos técnicos y las habilidades necesarias".
 
De ese modo, las ofertas de empleo que sirven de materia prima al profesional de la orientación se tendrán que identificar a nivel global, y a partir de la definición de nuevas cualificaciones exigidas por los empleos, determinar cuáles son las competencias necesarias para el éxito profesional. El trabajo del profesional de la orientación adquiere una complejidad extraordinaria, y tendrá que prestar especial atención a los dispositivos online y la asistencia a distancia.
 
Superar estos obstáculos de las tecnologías y la globalización va a exigir a los profesionales de la orientación un esfuerzo de aprendizaje continuo y puesta al día de conocimientos que muchos ya han iniciado por su cuenta, mediante la vía de la formación no formal o informal, aunque será necesario ir incorporando a los programas formales y, sobre todo, a las carreras y estudios que permitan el ejercicio de estas actividades. 
 
En ese sentido, la iniciativa de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación Académica de España (COPOE) consistente en la presentación de dos proposiciones no de Ley defendiendo la mejora de la orientación educativa y profesional y la realización de un estudio sobre las funciones de los profesionales del sector, a fin de determinar la conveniencia de las titulaciones de Pedagogía, Psicología o Psicopedagogía como requisitos para ser orientador u orientadora, parece totalmente acertada y en línea con la tesis que se plantea en este artículo. Por igual motivo, por ejemplo, nuevas metodologías, como el perfilado en la atención a los demandantes de empleo[1], tendrán que ser conocidas y llevadas a la práctica de manera sistemática en todos los procesos de orientación.
 
En el ámbito de la escuela, los profesionales de la orientación tendrán que detectar si los estudiantes van adquiriendo las competencias y habilidades que les permitirán conservar sus empleos, a pesar de la entrada masiva de robots en todas las actividades y sectores de la economía. Imaginación, creatividad, resolución de problemas complejos, asertividad, tendrán que ser medidas y evaluadas de forma continua, porque en ellas estará el éxito del trabajo del futuro.

Todo ello supondrá un incremento muy notable de la complejidad del ejercicio de la profesión y su diversificación, y por igual motivo, cabe esperar que se produzca un aumento de la demanda de los servicios de orientación que permitirá saltar del ámbito de las plataformas de servicio público a lo privado, como ocurre en otros países, donde la figura del consultor privado o el coach personal se encuentran ampliamente extendidos.
 
 
[1]     Ver al respecto, Rebollo-Sanz (2017) http://documentos.fedea.net/pubs/dt/2017/dt2017-01.pdf
 
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